El año que conocí a mi gran amor
Después de continuos rodajes, el actor Eduardo Gómez ha decidido tomarse un descanso y recarga las pilas en la Costa del Sol, el lugar en el que decidió que quería vivir hace más de una década y donde un verano de 2009 se cruzó con una admiradora que le ‘robó’ una foto y el corazón
M. Ángeles González
Viernes, 29 de julio 2016, 00:06
Al actor y cómico Eduardo Gómez algunas de las cosas más importantes de su vida le han ocurrido por casualidad, o por cosas del destino, ... que dirían algunos. Hace más de dos décadas acompañaba a un amigo suyo a un casting y, tras ganarse la vida «haciendo mil cosas», allí descubrió su auténtica vocación. «Estaba esperando a que mi amigo terminara y entonces me pidieron que dijera unas frases, lo hice y la gente empezó a reírse; a grandes rasgos esos fueron mis inicios», cuenta el cómico madrileño afincado en Mijas-Costa. Antes de esa prueba, en la que descubrió «lo que realmente me gustaba», Gómez había trabajado como camarero o vendedor de libros. Pero eso pasó a la historia y llegaron las grabaciones y rodajes. «No paraban de llamarme para hacer cosas y más cosas... afortunadamente», llegando su gran éxito con la serie Aquí no hay quien viva y después La que se avecina.
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Eduardo Gómez se compró un apartamento en Mijas hace más de una década, aunque es ahora cuando lo está disfrutando «de verdad». En la Costa se mueve por Puerto Banús y Fuengirola, donde está su rincón favorito, Rancho Playa. Cada día puede llegar a hacerse unas cien fotos con admiradores.
También casi por casualidad hace más de doce años se compró una vivienda en la Costa del Sol. «Fui a ver al director de mi banco y me comentó que un hombre tenía varios apartamentos a la venta en Mijas porque se quería marchar fuera. Cogí un avión rápidamente, me los enseñaron, me quedé con uno, a las dos semanas lo amueblé, pagué y me volví porque estábamos en plena grabación de Aquí no hay quien viva e íbamos a cuchillo», recuerda el intérprete, que dice estar enamorado de Andalucía «una tierra que siempre me ha encantado» y también de las andaluzas, «que son todas muy guapas». «Aunque aclara- yo no voy buscando la belleza exterior, sino que sea buena gente, buena persona ante todo».
Precisamente una andaluza le robó el corazón hace siete años. Y también por casualidad. Entre tantos admiradores que se acercan a él «cada día puedo hacerme unas cien fotos», dice aquel verano de 2009 en Estepona, mientras paseaba, apareció una joven veinteañera que le pidió retratarse con él. Ella era distinta. La foto «era sólo una excusa». Sus miradas se cruzaron intercambiaron los teléfonos «y en unos pocos días se vino conmigo a Madrid donde suele rodar».
Gómez dice que ese día en el que conoció al que sería el amor de su vida «fue el momento más bonito y entrañable», todo un «flechazo», y, aunque pusieron punto y final a la relación sentimental hace unos meses, dice de esta «boquerona» que «es la mejor persona que he conocido en mi vida y creo que conoceré». «Ella fue mi mejor verano, mi invierno, mi otoño y mi primavera», señala. Les sigue uniendo una gran amistad «hemos estado siete años muy felices y nos seguimos queriendo mucho, nos llamamos...» y sólo tiene buenas palabras para ella, aunque quiere respetar su anonimato.
Un anonimato que a veces Eduardo Gómez echa de menos, ya que la popularidad le impide, por ejemplo, disfrutar de la playa o de los chiringuitos, «lo que más me gusta en este mundo». Sólo consigue encontrar un poco de paz en sus refugios preferidos, los restaurantes Rancho Playa y Juan Playa de Fuengirola, de sus íntimos amigos Óscar y Raúl Moyano, donde almuerza y cena todos los días «la gente se cree que los chiringuitos son míos», dice. Y rara vez no es interrumpido para hacerse una foto o firmar un autógrafo. Pero nunca pone una mala cara. «Si tengo un mal día, me quedo en casa; no me puedo permitir el lujo de ser incorrecto, y la verdad es que me chocaría bastante que la gente de pronto no me dijera nada. No hay que olvidar que por una foto conocí a mi pareja», explica.
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«Es alucinante lo que la gente me quiere y estoy encantado de que me demuestren tanto cariño», señala Gómez, que dice que pasear es «una misión imposible». Pocos le llaman Eduardo, ya que fuera de la pantalla sigue siendo Maxi, Mariano o Mente fría. Y, es que, como él dice, le debe mucho a las dos series que le hicieron popular.
Amante de la noche
De la Costa del Sol le gusta todo: las playas, los espetos, el carácter de la gente como de Andalucía en general, que «es la bomba». Declarado amante de la noche «me acuesto a las cinco de la mañana y me levanto a las doce del mediodía» no perdona sentarse en sus terrazas favoritas, como Los Brothers, donde ya se ha ganado la amistad de numerosos guiris que preguntan a los camareros quién es cuando le ven levantarse cada medio minuto para hacerse una foto con algún fan.
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En la Costa del Sol, se mueve sobre todo por Fuengirola o Puerto Banús, «donde tengo muchos amigos». Su rincón favorito para el relax, su apartamento de Mijas-Costa, y, para comer, Rancho Playa y Juan Playa. Este verano se presenta bastante tranquilo. «Tengo galas y cosas puntuales, pero principalmente voy a descansar», señala Eduardo Gómez, que ha renunciado a diferentes proyectos «para recargar las pilas». Y nada mejor que hacerlo en tierras andaluzas, una región «preciosa» de la que no ha podido disfrutar hasta ahora por motivos profesionales: «Siempre he estado grabando, y sólo he podido venir una vez al año, cuatro o cinco días». Ahora, tras finalizar la grabación de Gym Tony, es cuando está disfrutando «de verdad» de su casa de Mijas.
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