«Creía que iba a confesarse y comenzó a darme puñetazos»
El sacerdote José Luis Zurita relata la agresión que sufrió el lunes en la iglesia de Stella Maris por parte de un individuo al que «no conocía de nada»
Juan Cano
Miércoles, 4 de noviembre 2015, 00:45
La misa de las ocho había terminado y la céntrica parroquia de Stella Maris, en un día como el de Todos los Difuntos, estaba llena ... de feligreses. El padre José Luis Zurita, un sacerdote de 89 años perteneciente a la orden de los Carmelitas Descalzos, se encontraba en el confesionario. Apenas puede describir al hombre que le agredió. «Sólo vi a un señor que se colocó delante. Le dije: Póngase aquí porque creí que iba a confesarse, pero no me dio tiempo ni a terminar la frase porque comenzó a golpearme», relata el cura.
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Era la primera vez, dice, que había visto a aquel individuo. No recuerda su rostro, pero sí que era joven y le pareció que iba «relativamente» bien vestido. «No era un mendigo», precisa. Sin mediar palabra, el individuo le dio un puñetazo que le alcanzó en el rostro. «Con el primer golpe ya me volvió loco. Yo intentaba esquivarlo y protegerme, pero tenía los brazos muy largos y estaba cada vez más cerca, no se quitaba de encima». Como el confesionario tiene sólo una salida, no podía huir. «Lo único que pude hacer fue cubrirme de los golpes», apostilla el sacerdote. Lo alcanzó dos veces en la cara antes de que los feligreses, alarmados por los gritos del padre Zurita, corrieran a socorrerle. «Empecé a chillar para que me ayudaran, vino la gente y se lo llevaron arrastrando entre todos. Él pretendía seguir», añade.
Fugado de un psiquiátrico
Varias de las personas que se encontraban en ese momento en el templo se encargaron de reducir y retener al agresor mientras llegaban las patrullas de la Policía Nacional, que ya había sido avisada. Los agentes se llevaron detenido al individuo, que al parecer tiene antecedentes por problemas mentales y se había escapado de un centro psiquiátrico al que ya ha regresado. «Una persona así no debe estar en la calle», afirmó la víctima.
El padre Zurita, muy querido y conocido en la diócesis (ha sido pregonero de la Semana Santa de Málaga y también de la de Cádiz), tuvo que ser trasladado al Hospital Civil para curarle una brecha en una ceja causada por uno de los puñetazos. «Ha sido una sorpresa desagradable para mí, es la primera vez que me ocurre algo así», explica el sacerdote, que confiesa sentirse «apocado» y con miedo después de la agresión.
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