«Mis hijos me preguntan por qué su tío ha prendido fuego a la casa»
El padre de la familia afectada por el incendio de Miraflores asegura que su hermano se vengó por no ayudarlo a huir tras salir de prisión con un permiso
Juan Cano
Sábado, 15 de agosto 2015, 23:56
«Voy a prender fuego a tu casa y vais a salir todos por el balcón». Marcos Gabarre reproduce las palabras que, según dice, escuchó de su propio hermano. El viernes, cinco días después de esa llamada de teléfono, esa supuesta amenaza se hizo realidad. Casi literalmente. Marcos, su mujer y tres de sus hijos lograron escapar por la puerta, pero el mayor, de 18 años, se vio atrapado por las llamas y tuvo que descolgarse por la terraza desde la sexta a la quinta planta de un edificio de la plaza Miraflores de los Ángeles.
La familia acababa de sentarse a la mesa para almorzar. El timbre sonó a las dos de la tarde. Marcos fue a ver quién era. Al entreabrir la puerta, vio el rostro de su hermano y retiró la cadena para dejarlo entrar. «Pasa, que te pongo un plato de comida», le dijo, antes de darse la vuelta para ir a la cocina. «Voy al baño», respondió él. «En lugar de eso continúa relatando Marcos (36 años) fue al cuarto del niño, roció la gasolina que llevaba en una botella de plástico y prendió fuego».
Desde el comedor, observó la humareda que provenía de la habitación y, al girarse, vio a su hermano salir apresuradamente del piso. «Mi primer pensamiento fue seguirlo, pero tenía que sacar a mi familia de allí», explica. Él, su mujer y tres de sus hijos, de 7, 10 y 17 años, salieron por la puerta principal, que estaba abierta. Pero el mayor, que sufre una discapacidad del 75%, entró a buscar a Gitana, su perra, y se vio rodeado por el fuego, que se había extendido rápidamente por el inmueble. Tuvo que refugiarse en el balcón. «Entré en el piso de abajo y, con ayuda de dos vecinos, lo sujetamos mientras se descolgaba», apunta el padre. La perra fue rescatada después por los bomberos.
Cuando llegó la Policía Local, Marcos explicó a los agentes lo que había ocurrido y ellos le pidieron que se subiera a un coche patrulla para que identificara a su hermano si lograban encontrarlo en la batida. Y lo hicieron. Fue detenido poco después en La Palmilla como presunto autor del fuego, acusado de seis presuntos delitos de homicidio en grado de tentativa, estragos, resistencia a la autoridad y quebrantamiento de permiso penitenciario, ya que al parecer tenía que haber regresado hace unos días a la cárcel de Albolote, donde cumple condena por un crimen, según las fuentes consultadas.
Marcos tiene claro por qué su hermano habría prendido fuego a su casa. «Pretendía que lo llevara a Zaragoza o a Figueras para cruzar a Francia y yo no he querido. Mi coche no ha pasado la revisión y tampoco estoy acostumbrado a conducir tantos kilómetros, nunca he salido de Málaga». Asegura que lo único que ha hecho todo este tiempo ha sido ayudarlo: «Nos quedó una vivienda de mi madre en La Palmilla, y se la dejé a él. Esa misma mañana le saqué la cita para el médico, le di tabaco y un bocadillo. Estuvimos juntos en un banco aquí abajo en la plaza y me dijo que se iba a La Corta. Y en vez de eso fue a comprar gasolina... Mis hijos me preguntan por qué su tío ha prendido fuego a la casa. Doy gracias a Dios de que no lo hiciera de noche, porque entonces hubiésemos salido todos por la ventana».
Mientras intenta recuperarse del susto, la familia busca ahora un sitio donde alojarse. La vivienda, en la que se encontraban como okupas tras apostilla Marcos ser estafados por un hombre que se la alquiló, pero que en realidad no era el dueño, ha quedado calcinada. «Lo hemos perdido todo. Se ha quemado la ropa, el calzado, el dinero que teníamos ahorrado... ». Apenas tienen recursos. Viven de la pensión de él (300 euros por enfermedad) y de lo que gana su mujer cuidando a una anciana un par de horas al día. «El Ayuntamiento no tenía nada disponible. Nos llevaron al albergue, pero ese no es lugar para mis hijos». La primera noche la han pasado repartidos entre las casas de vecinos. «Una de ellas nos ha dado una bolsa con bocadillos y una garrafa de agua, pero hoy por ayer no sabemos qué vamos a comer. Sólo pido un techo para dormir hasta que podamos estabilizarnos y que nos ayuden a recoger los escombros para volver a empezar».
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