La familia de un niño en silla de ruedas logra que el Ayuntamiento le cambie su VPO por otra en una planta baja
La madre denuncia que el mal estado de la vivienda le obliga a hacer reformas y reclama un lugar en el que vivir con sus hijos mientras duran las obras
M. Ángeles González
Lunes, 19 de mayo 2014, 11:12
Quince escalones se interponían entre el pequeño Juan Antonio y la calle. Sus padres tenían que bajar dos tramos de escaleras con él en brazos ... cada día para llevarlo al colegio, salir a pasear en su silla de ruedas o para que disfrutara viendo a otros niños jugar en el parque. Su peso, que ronda los 50 kilos, y la inestabilidad de los escalones hacían que apenas saliera de casa por las tardes y que faltara a clase cuando llovía, pasándose las horas en un balcón minúsculo. Así han transcurrido casi dos años, hasta que el Ayuntamiento de Málaga ha accedido a cambiarle su vivienda de protección oficial (VPO) en una primera planta por un bajo en el mismo edificio en el Llano de la Trinidad.
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Desde hace un par de semanas Juan Antonio, que sufre parálisis cerebral, vive con su madre y sus dos hermanas en su nuevo piso de la calle Puente, que finalmente no ha sido del agrado de su madre, María de los Santos, que denuncia que el mal estado del inmueble le está obligando a hacer unas reformas que convierten la vivienda «en una ratonera». Esta mujer asegura que al quitar el lavabo del cuarto de baño para sustituirlo por otro «se cayó un azulejo y empezaron a salir montones de cucarachas». La escena se repetía, según dice, con cada una de las piezas que retiraban, por lo que ha optado por quitarlas todas, así como levantar el suelo. El Ayuntamiento, a través del Instituto Municipal de la Vivienda (IMV), se está haciendo cargo de las reformas necesarias para adaptar la vivienda a la situación de Juan Antonio, ampliando varias puertas. También va a proceder al cambio de ventanas y de enchufes y a la instalación de los sanitarios. Sin embargo, María de los Santos critica que no asuma los gastos de mano de obra por el cambio de azulejos del cuarto de baño y que el IMV se haya limitado a darle el material «para que yo me busque la vida».
Esta malagueña, separada y en paro, afirma que viven con los 700 euros que recibe por la situación de dependencia de su hijo y de una de sus hijas, que padece glaucoma congénito y a la que le han extirpado el ojo recientemente. «Yo no tengo dinero para hacer esta obra, y así no se puede vivir con niños», denuncia María, que cuando llega la noche se acuesta en un colchón en el salón con Juan Antonio y con su hija pequeña, mientras la mayor lo hace en casa de una tía «porque está recién operada». Para evitarles estas incomodidades a sus hijos, María pide ha pedido al Ayuntamiento un sitio donde poder vivir hasta que acaben las obras. «Podían pagarnos una pensión o un hostal porque los niños no pueden estar respirando este polvo y mi hijo necesita un suelo en condiciones», argumenta.
Un vecino solidario
«Yo no quiero vivir aquí», repite su hija, que teme que sigan saliendo cucarachas, así como que estas se hayan 'acomodado' en las bolsas que tienen repartidas por la casa en las que guardan la ropa y otros enseres. «Se niegan a fumigar la vivienda, y yo ya llevo gastado un dineral en espray para matar a estos bichos», cuenta María, decepcionada por el cambio. «Mejor me hubiera quedado en mi anterior piso, que estaba en condiciones», dice.
Un vecino desempleado, de forma altruista, le ha retirado todos los azulejos y la solería y le está echando una mano con la reforma. «Lo mínimo que podía hacer el Ayuntamiento era pagarle un sueldo», reclama María, que teme que las obras se eternicen, ya que este joven se marcha en unos días porque le ha salido un trabajo. «Mis hijos no pueden estar respirando este polvo», se lamenta la madre de Juan Antonio, que señala que apenas puede levantar a su hijo de la silla de ruedas porque normalmente se tira al suelo, en el que ahora sólo hay cemento seco.
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El concejal de Urbanismo, Francisco Pomares, confirmó la permuta de la vivienda y explicó que el Ayuntamiento asumirá los cambios para hacerla accesible «por el bienestar del niño», que suponen «unos 7.000 euros». Sobre el resto de demandas de María, se limitó a decir que «no se trata de un piso de lujo, sino de una VPO, y esa señora ha cambiado el suelo de motu propio después de aceptar el traslado».
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