Carrégalo, el estanco de Antequera regentado por mujeres desde la posguerra
Suma la cuarta generación de una familia que se ha adaptado a los tiempos y mantiene el negocio abierto
Situado en la Plaza de San Francisco, el Estanco Carrégalo se encuentra en un lugar de paso entre los que llegan a la zona de ... Villodres o se dirigen al Mercado de Abastos. Un emplazamiento que siglos atrás fue coso taurino y que hoy concentra comercios, establecimientos de venta de alimentos, colegios y bares con terrazas.
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Un negocio que desde tiempos de la posguerra, ofrece sus servicios a los vecinos, con la peculiaridad que son cuatro mujeres las que lo han llevado desde entonces. Luisa Jiménez Fernández y Francisco Carrégalo Martín fue el matrimonio que comenzó con el estanco, cogiendo el apellido de él, Carrégalo, aunque la propietaria fuera ella.
Dejaron la taberna que tenían en el Barrio del Carmen para bajar a la zona llana para probar un estanco. En aquella época vendía muchas cosas más que tabaco: gel de afeitar, cuchillas, objetos para caballeros, letras de cambio, certificados oficiales de penales y rebeldes, pólizas, sellos, impresos para obtener el carné de conducir, alpiste…
La anterior gerente, Encarnación Ríos, comparte las diferencias que había entonces para fumar, entre hombres y mujeres. «Los hombres eran los que compraban el tabaco, aunque también había mujeres, pero fumaban a escondidas». Como anécdota, había mujeres que «cogían las colillas, se hacían un cigarro y se lo fumaban a escondida porque no se les miraba bien».
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El relevo femenino
Tras fallecer Francisco, su mujer decidió que el estanco pasara a su hija, que se había quedado viuda también y tenía que sacar adelante a sus seis hijos. Era 1970 y se percibía el cambio al que se dirigía España. Su hija, Encarnación Carrégalo, sabía lo que era estar tras el mostrador, como llevaba desde los 5 y lo hizo hasta los 87 años.
En 1993, lo deja en manos de su hija, Encarnación Ríos Carrégalo, la tercera generación, estando al frente durante 30 años. Ahora, en 2023, toma el relevo la cuarta con Paz Fernández Ríos, que también lo conoce desde pequeña, porque salía del colegio y se quedaba con su abuela y sus primas en el estanco.
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«Es duro el trato con la gente cuando te enteras que se van, pero me gusta. Tenemos clientela fija, que se agradece siempre, con quienes compartes el día a día». Ahora, tienen nuevos tiempos por delante, donde el servicio de paquetería es su última incorporación y tienen como objetivo tener la página web para la venta de lotería por internet.
Hace un mes, dieron un segundo premio de 6.000 euros al boleto del número 55.557. Los estancos, al igual que los quioscos, buscan cómo mantenerse con el paso de los tiempos. Al tabaco como principal reclamo, se ofrece todo tipo de artículos, a los que suman la venta de periódicos, revistas, lotería y ahora recogida y entrega de paquetes de mensajería.
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Paz Fernández Ríos es una mujer empresaria, algo normal hoy en día. Empezó a ser común cuando estaba al frente su madre, pero nada habitual en tiempos de su abuela y bisabuela. Estanco Carrégalo, en puertas de un siglo en Antequera, testigo del discurrir de la reciente historia.
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