Casi 2.000 alumnos de escuelas taller terminarán con tres años de retraso
Actualmente hay 69 modalidades funcionando en la provincia, aunque todas ellas provienen de proyectos aprobados en el año 2011
Iván Gelibter
Lunes, 8 de septiembre 2014, 01:32
«Las escuelas taller es un programa mixto dirigido a jóvenes entre 16 y 24 años, que combina acciones de formación y empleo en actividades ... de interés general y social». Así define este proyecto el libro editado para el 25.º aniversario de la escuela taller de Alhaurín de la Torre, aunque lo cierto es que este plan fue ideado por el arquitecto José María Pérez Peridis, fundador en Palencia de la primera escuela en 1985. Pero, ¿qué son a la práctica las escuelas taller? Esta formación tiene una duración mínima de un año y medio y máxima de tres años. Los primeros seis meses son de formación, y el alumnado percibe una beca o asignación diaria que en la actualidad está en nueve euros. Superada esta primera fase, los participantes son contratados por las entidades promotoras en la modalidad número 421 para la formación y aprendizaje, recibiendo una remuneración equivalente al 75 por ciento del salario mínimo interprofesional.
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El mapa de las escuelas taller: 1914 alumnos en Málaga
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Pese a la inexistencia de nuevas convocatorias para escuelas taller desde el año 2011, actualmente hay 69 modalidades funcionando en las que se reparten los 1.914 alumnos. Los municipios con esta formación son Humilladero, Coín, Álora, Villanueva del Trabuco, Pizarra, Alhaurín el Grande, Fuengirola, Nerja, Cuevas Bajas, Archidona, Marbella, El Borge, Moclinejo, Vélez Málaga, Mijas, Cútar, Alfarnate, Alfarnatejo, Almogía y en la Sierra de las Nieves. Las modalidades conforman un enorme espectro, que va desde agricultura ecológica o la instalación de equipos de energía renovable hasta imagen y sonido, diseño gráfico y animación. Un amplia oferta que acabará este curso.
Hoy en día este plan está financiado por el Fondo Social Europeo a través de las comunidades autónomas con aportaciones de los Ayuntamientos, que al fin y al cabo son los promotores de los proyectos que a nivel material quedan en beneficio público. Hace ya unos días, el director de la escuela taller de El Algarrobal en Alhaurín de la Torre, José Carlos García, avisaba de la importancia de este tipo de iniciativas. «Ya no se trata de aprender un oficio, sino de evitar una más que probable situación de exclusión social de los jóvenes, que en esta situación de crisis no encuentran ninguna salida posible, especialmente en las zonas rurales». La realidad a día de hoy, pese a haber casi 2.000 alumnos formándose en 69 modalidades a lo largo de la provincia, es que todos estos proyectos fueron aprobados en el año 2011, último ejercicio en el que el BOJA sacó convocatorias para nuevos proyectos. En el caso de Alhaurín de la Torre cuya formación acabó el pasado 31 de agosto el hecho de poder renovar ni extender los trabajos de la escuela taller les ha impedido concluir en tiempo el parque de El Algarrobal, el primero de la comarca que tiene sus instalaciones adaptadas a niños y niñas con discapacidad.
De hecho, algunos alcaldes de la comarca del Guadalhorce, precisamente encabezados por Joaquín Villanova, en Alhaurín de la Torre, han pedido públicamente estos últimos días una solución que permita continuar con un proyecto el de las escuelas taller, que consideran «crucial» para muchos jóvenes que además de aprender un oficio tienen la posibilidad de concluir sus estudios obligatorios, ya que parte de la función de los tutores es apoyar a los alumnos en sus estudios, esenciales a la hora de una búsqueda activa de trabajo con unas tasas desempleo juvenil desatadas.
«Un antes y un después»
Para los beneficiarios de este plan también hay una necesidad de ampliarlo. Jóvenes como Ainhoa, Emilio y Pablo no solo han aprendido un oficio dejando un equipamiento para su pueblo, sino que también han podido adquirir ciertas capacidades esenciales en la búsqueda de empleo. «Hace dos años no teníamos ningún futuro. La crisis en nuestra realidad era mucho peor, pero sin embargo ahora nos vemos con fuerza y sabemos que encontraremos trabajo tarde o temprano», afirman. Es cierto que dado el retraso en el comienzo de los proyectos por diferentes cuestiones, especialmente la financiera, las escuelas taller tienen un presente, pero no un futuro. Y los que la han disfrutado, lo saben. «Hubo un antes y un después en nuestra vida», aseguran.
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