Leonardo Sbaraglia: «Los desnudos siempre son difíciles; te ayuda un poco el whisky»
«Nos enseñan patrones, a igualarnos, a promediarnos y a parecernos a otros que no somos nosotros», afirma el actor
El mate le acompaña en la larga sesión de entrevistas que realiza durante una tarde encapotada a la intemperie. Vuelve a pisar el Festival de ... Málaga, en este caso con 'Ámame', la segunda película de Leonardo Brzezicki. A las órdenes del director argentino, interpreta y empatiza con Santiago, un homosexual en el ecuador de su vida, con una mala relación con su hija y que pone insistentemente su vida al borde del abismo. Brzezicki desafía a Leonardo Sbaraglia con escenas audaces de orgías, consumo de alcohol y drogas, y mucho descontrol. El actor responde a pleno pulmón y se luce en ese reto.
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–Da vida a Santiago, un hombre solo, acuciado por la angustia y huyendo del dolor. ¿No es esa la huida de todos los seres humanos?
–Tal cual. No me canso de decir que lo que le ocurre a Santiago no es nada extraordinario, no es ciencia-ficción, es lo que nos pasa a todos. Leí el guión y mi vida no tiene que ver con la de Santiago, pero pensé: está hablando de mí esta película. Creo que justamente esa es la virtud de 'Ámame', te puede gustar más o menos, te puede atrapar más o menos, pero logra captar muchos matices de las capas del ser humano: el dolor, la soledad o el escaparse hacia algún lado. Pienso, sin que suene a pretencioso, que puede ser una película necesaria.
–¿Y qué nos enseña?
–Es de esas películas que interpelan a la propia educación, cómo estamos hechos, cómo estamos educados, cómo nadie te enseña a ser uno mismo, cómo nadie te dice estás bien como tú eres, no tienes que ser como otro. Claro, desde que entramos a la educación, a la primaria, al jardín, ya nos enseñan patrones, nos enseñan a igualarnos, a promediarnos y a parecernos a otros que no somos. Y eso va causando mucho dolor.
–¿Y en el caso de Santiago?
–Lo poco que se intuye tiene que ver con su padre, que no es muy querido, que ha hecho cosas feas, que su madre ha sido muy valiente. Recuerda Santiago en un momento que su madre decía que el día más feliz de su vida fue cuando murió su padre. Y cuánta gente es así.
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–Su personaje busca amar y ser amado. ¿Hemos sustituido el amar por el tener?
–Hay mucho de eso y más en las reglas que te exige el sistema. A todos, y me incluyo, nos exigen estar detrás de una zanahoria, en una carrera, en un oficio y nos olvidamos de la honestidad con nuestros deseos reales. Lo bueno es darse en algún momento cuenta de eso. La vida puede ofrecer una segunda oportunidad.
Sigue con su mate. Niega que sea pecado ponerle azúcar. «Cada uno lo toma como quiere, yo a veces le pongo miel», aclara el actor antes de reflexionar sobre la homosexualidad, una identidad que ha abordado un buen número de personajes de su carrera. «La homosexualidad o la diferente a la sexualidad hegemónica, se llame como se llame... hay que ser muy valiente, hay que tener dos cojones». Recuerda que cuando se estrenó 'Plata quemada' en Argentina, año 2000, era otro momento en su país natal. «Paralelamente se estrenó en España y eran dos mundos. En España estaba más naturalizada la diversidad sexual y en Argentina no, era una sociedad más misógina, más normativa. Pero ha cambiado mucho en los últimos cinco años. Es impresionante. Y, sobre todo, gracias a las luchas feministas».
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«Nos exigen estar detrás de una zanahoria y nos olvidamos de la honestidad con nuestros deseos reales»
amar o tener
–Se expone en la película a un desnudo emocional y físico. ¿Cuál le ha costado más?
–Siempre cuesta más el emocional, pero la excusa es el físico. El físico es un espejo de lo emocional. Santiago siempre está pendiente de su físico, de si está bien o está mal. En el caso de la actuación, uno puede construir un cuerpo imaginario que te protege. Yo me protegía en el cuerpo de Santiago, en su cuerpo imaginario, y eso me daba la posibilidad de poder entregarme más emocionalmente.
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–¿Y el desnudo físico?
–Físicamente siempre es un lío, ahí ya entran los pudores, los tabúes, y cada quien tiene su rollo en ese sentido. Cada quien tiene su talón de Aquiles que no quiere mostrar. En este caso me tuve que liberar e ir para delante. Los desnudos siempre son difíciles; te ayuda un poco el whisky. (Risas)
–¿El mate aquí no funciona?
–¡No! Hombre, a esas horas y en esa pileta, el whisky.
–Su padre es psicoanalista, ¿le transmitió herramientas para luchar contra sufrimientos como el de su personaje?
–Me las sigue dando. Mi papá suele leer mis guiones, aunque en esta ocasión no lo ha hecho. Lo leyó la exmujer de mi papá, que es también psicóloga. Y me ayudó mucho. Me dijo que para ella la principal característica de Santiago es que está siempre incómodo. Eso me pareció un detalle fantástico. Yo siempre me nutro en muchas partes. Soy capaz de hablar con una astróloga para que me diga de qué signo es el personaje. Todo sirve, astrología, psicoanálisis, biodecodificación, foniatría... Todo suma.
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