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La hostelería marcará un nuevo récord con 115.000 trabajadores contratados en la provincia este mes de agosto, de acuerdo con fuentes de la patronal ... del sector. Esto supondrá un crecimiento de 5.000 empleados con respecto a las cifras de julio, que ya estaban en máximos históricos, y en gran medida la responsable del crecimiento es la celebración de la feria estos días. Pero, ¿cuáles son las condiciones laborales de las personas que, mientras el común disfruta, está trabajando en las cocinas, en las barras, sirviendo mesas, controlando la puerta o manteniendo limpias las casetas? De acuerdo con fuentes de la patronal de la hostelería malagueña, a un trabajador los ocho días con jornadas laborales de 8 horas le tienen que salir por un mínimo de 700 euros, los correspondientes a un salario mensual de 1.800 euros. Y conceden que la mayor parte de estos nuevos empleados, los generados en la feria, que pueden llegar a representar hasta un quinto de todos los nuevos empleos del sector del mes de agosto, tendrán contratos temporales, por la propia idiosincrasia de la celebración, que dura poco más de una semana.
Los sindicatos, por su parte, dicen desconocer las condiciones laborales existentes en la feria, porque muchas casetas son de peñas o de hermandades, por lo que consideran que no se dan relaciones laborales en sentido estricto, ya que en casos frecuentes estos espacios tiran de voluntarios. Aunque desde Comisiones Obreras valoran que igual que el Ayuntamiento vigila las condiciones técnicas y de seguridad de las casetas o la inspección de sanidad las cuestiones relacionadas con la comida y la bebida, debería ser la inspección de trabajo la que debería vigilar eficientemente en qué condiciones laborales se trabaja en la feria.
Pero dándose una vuelta por el real se descubre que las casuísticas son múltiples: hay quien tiene su contrato laboral de todo el año en el que está incluida la feria, por lo que ésta no supone ningún plus; hay otros que se cogen vacaciones de su trabajo habitual coincidiendo justo con estas fechas para obtener ingresos extra para poder pagar el alquiler, un viaje o los estudios; hay personas especializadas en el trabajo de este tipo de eventos y recorre las fiestas de Andalucía y de toda España porque les sale más a cuenta que tener un trabajo indefinido; hay quien declara que tiene contrato laboral y también quien dice que trabaja en negro porque no quiere hacerlo de otra manera. Para fijar el precio del trabajo, hay quien lo hace a la hora, quien cobra al día o por el pack completo de la feria y quien recibe un porcentaje de la facturación de la caseta. Pero muy pocos quieren dar su nombre o el de la caseta para la que trabajan o en la que son jefes o encargados.
Por lo pronto, la generación de empleo nuevo es un hecho. En una caseta, su propietario revela que ha contratado a diez personas. Y la empresa dueña de una discoteca duplica plantilla respecto a la habitual con la caseta que instala en el real. Hablando de salarios, el jefe del primer local comenta que paga una media de 150 euros diarios por jornadas de ocho o nueve horas: el camarero percibe 100 euros y el encargado, 240. Son empleados que repiten año tras año: «Necesitamos gente de confianza, que no te falla», dice el jefe. Añade que si bien como promedio se hacen esas ocho o nueve horas diarias, hay flexibilidad: si un día hay más trabajo, se echan más horas que se compensan otro día haciendo menos. En la segunda caseta, la de la discoteca, explican que se paga a 10 euros la hora en general, pero que a los responsables se les da algo más, plus que se calculará según vaya la feria.
Respecto a los horarios y los salarios, SUR interrumpe el camino de un grupo de camareros que se dirigen a trabajar pasadas las doce de la mañana: «Nos pagan entre 150 y 180 euros diarios, pero la hora nos sale incluso a seis o siete euros, porque acabamos la jornada cuando cierran las casetas, a las seis de la mañana», se quejan. Es un mal muy repetido entre los trabajadores del sector: una cosa son las horas firmadas por contrato y otra, las horas que se trabajan en realidad.
María es cocinera y va de feria en feria. En la de Sevilla ha cobrado a razón de 200 euros diarios, es decir, un total de 2.000 euros. En la de Málaga que acaba de comenzar aún no sabe lo que percibirá. Le han dicho que un mínimo de 120 euros y un máximo de 200 al día (es decir, entre 960 y 1.600 trabajando ocho días), según cómo vayan las fiestas y de las horas que tenga que echar. En todo caso, comenta que le va mejor así que trabajando fija en una cocina: en una feria de un pueblo se puede sacar 700 euros a la semana y dice que le pagarían poco más en una cocina de un restaurante en el que tuviera una nómina indefinida.
Esta cocinera dice que sí, que está asegurada, que tiene un contrato de trabajo. Pero hay otra mujer de su mismo gremio que trabaja para una caseta de una peña que no: «Yo no quiero contrato, porque cobro una ayuda familiar y no quiero perderla; además, me ha contratado un amigo y hemos llegado a un arreglo por el que en total cobro creo que son 1.100 euros, pero me va dando lo correspondiente cada día, porque tengo cuatro hijos y necesito dinero a diario», explica.
Otras posibilidades: salario variable pero con contrato. Algo un poco extraño, quizás. Una caseta familiar: «Somos todos primos, así que no sabemos aún qué vamos a cobrar; cuando veamos cuánto vamos facturando, entonces iremos repartiendo», explican. Es una respuesta que se repite en varias casetas: «Somos familia, no hablamos todavía de estas cosas». Aunque todos dicen que contrato sí que hay. Sólo en el gremio de los relaciones públicas sí se repite mucho más eso de «somos voluntarios» o «estamos ayudando a unos amigos». Si bien entre los relaciones públicas también hay quien desvela su retribución: Jerónimo, por ejemplo, dice que le pagan 100 euros diarios por meter a gente en la caseta de Renfe.
Paco y Juan trabajan para una empresa que los va llevando a diferentes ferias. Son de Linares y ahora han recalado en Málaga. Mensualmente perciben 2.400 euros, así que a la semana ingresan 600 euros. Además, la empresa les da comida, bebida y alojamiento. También desvelan su jornada: dos horas preparando comida -les pillamos pelando patatas para bravas y para cocinarlas a lo pobre-, dos horas de venta, un descanso, y otra vez a vender otras cuatro horas. Mauri también va recorriendo España de acuerdo con el calendario que marcan los festejos: a razón de 8 euros la hora en la cocina con los calores que desprenden las paellas que va preparando dice que no está bien pagado, porque señala que pasa las noches en un colchón hinchable en la misma caseta y que no puede ni ducharse: «No creo que venga más», dice él, que viene de Castilla-La Mancha.
Rafael también es cocinero y, junto con los camareros que le acompañan en la caseta El Parchís, también trabaja para una empresa con la que va recorriendo diferentes festejos de España. Rafael cuenta que si bien los cocineros cobran un fijo de 120 euros el día -en Sevilla o en Jerez son 180 euros- con jornadas que se extienden desde las once de la mañana hasta las dos, las tres o las cuatro de la mañana, con manutención y alojamiento incluidos, los camareros cobran el 15% de la facturación diaria. Así revela que el primer día cada uno de estos últimos se embolsó cerca de 400 euros.
Hay más tipos de subcontratas en el sector. Por ejemplo, el cortador de la caseta Calle Larios, 15, trabaja para un cátering que es quien lo tiene contratado todo el año por el salario mínimo interprofesional -poco más de 1.000 euros mensuales-. Si hace horas extras, se las pagan a entre doce y quince euros. Otro catering de cocina que trabaja para otra caseta paga diez euros la hora a sus empleados que hacen entre cinco y ocho horas diarias, es decir, entre 50 y 80 euros diarios, que son entre 400 y 640 euros por toda la feria.
En el seno de las casetas también hay trabajadores con diferentes condiciones. Silvia, que se erige en portavoz de todos los currantes de una de ellas y a los que define como «camareros de eventos», afirma que la mayoría de los camareros tienen un contrato de diez días a razón de 150 euros por jornada, salvo la de montaje y desmontaje que se paga a 80 euros, lo que da un total de más de 1.300 euros en todos los días de feria. Silvia es limpiadora en un colegio durante el resto del año y entre sus compañeros hay estudiantes universitarios o protésicos dentales. Silvia dice que escoge trabajar en la feria porque le gusta mucho viajar y con estos ingresos extra financiará su próxima aventura. Una de las últimas ha sido nada menos que a Islandia. Pero uno de sus colegas dice que no tiene más remedio que buscarse este plus de ingresos para hacer frente al precio del alquiler, que le ha subido 200 euros en muy poco tiempo.
Sin embargo, otras trabajadoras de esa misma caseta que se están afanando con la preparación de bocadillos, dicen que ellas prefieren trabajar por horas, porque así son más libres, ya que no están obligadas a estar disponibles todo el día: ingresan 10 euros la hora. «Ésta es la última feria que vamos a trabajar. No merece la pena por este dinero. Tendría que estar mejor pagado. Todo sube, pero los diez euros no hay manera», dicen. Silvia añade: «Están muy necesitados de camareros, pero a la hora de pagar…». La mayoría confiesa que justo han aprovechado los días de vacaciones para trabajar en la feria.
Y lo mismo un grupo de estudiantes para los que es el primer año que están en este tajo: se dedican a preparar las mesas para los clientes y a ir reponiendo lo que va haciendo falta en la barra. «No veas, igual para traer un barril de cerveza te tiras diez minutos, porque con toda la gente que hay… y también te puede interrumpir tu camino un borracho. A ninguno nos gusta estar aquí, con el calor, pero necesitamos el dinero», explican. Les pagan diez euros la hora. Y uno de los del grupo sabe que va a destinar su sueldo de la feria a pagarse los estudios de Grado Superior de Deportes y también el baloncesto. Les pillamos en una hora de menos trabajo y están en la calle haciendo las veces de relaciones públicas, tratando de captar clientela. No es estrictamente su trabajo, pero…
Pero hay quien está más satisfecho con su retribución. Óscar, que es portero de la discoteca La Favela, dice que cobra 14 euros cada una de las ocho o diez horas que «curra» cada jornada. Así que percibirá un total de más de mil euros por la feria. Explica que él ha trabajado toda la vida en la construcción, que primero cobraba por metro, pero luego le pasaron a jornal, con lo que su salario mermó. Y como reconoce que está acostumbrado a manejar dinero, pues ha optado por esta labor en estos días de la feria. Aunque otro portero declara que a él le pagan 20 euros la hora. Es profesional de la seguridad que trabaja sobre todo en Marbella y dice que en esa localidad de la Costa del Sol los de su gremio están muy bien retribuidos.
¿Y qué pasa con las trabajadoras que se ocupan de limpiar por la mañana temprano toda la mugre que se va juntando en las casetas a lo largo de todo el día? Aunque en muchos casos no es ésa su única responsabilidad, sino que, como son las que más temprano entran a trabajar, también se ocupan de controlar la recepción de los pedidos del día. Por una jornada de siete a doce de la mañana, pueden percibir 50 euros, lo que sale a la cifra más repetida en este reportaje: 10 euros la hora. Esmeralda eleva la cifra hasta los 12 euros por cada una de las seis o siete horas que echa a diario. Dan gracias porque en su labor no entra la de hacer los baños. Hay otros encargados de ello.
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