Juan Marín recuerda que la campaña «pone el partido 0-0» y apela a la gesta de 2015 y sus 9 diputados

Consciente de que las encuestas dibujan un panorama que tiende más al negro que al naranja, y con pronósticos que en el mejor de los casos le dan de 1 a 3 diputados, Marín quiso dar moral a su tropa haciendo memoria. Como la del primer partido, en las elecciones de marzo de 2015, cuando las encuestas «nos daban cero y logramos nueve escaños», y en aquellos momentos de celebración ya en privado la hija de Begoña Villacís «lloraba de alegría, Albert (Rivera) saltaba, (José Manuel) Villegas, con ese humor tan catalán, se felicitaba... Y yo estaba acojonado. ¡Sí, acojonado! Porque esos 9 diputados en Andalucía nos daban la llave para empezar a cambiar las cosas». Las cerraduras de la puerta del cortijo, añadía.

Luego llegó el segundo partido, en diciembre de 2018, cuando de 9 pasaron a 21 y, ya sí, al «gobierno del cambio», como repitió Marín en muchos momentos de su discurso. Ahora, cuatro años después, el candidato naranja recuerda los goles de los suyos en materia de educación, igualdad, sanidad o políticas sociales. «Ya no tenemos que venir con promesas, nuestro trabajo ya está ahí, y después de 37 años de régimen no vamos a dar ni un paso atrás», dijo en referencia a los socialistas. Pero también hubo regates y entradas para el PP y alusiones al escenario que se abre en Andalucía en el caso de que se llegue a un pacto con Vox: «¿Qué queremos ahora, otro régimen pero de derechas?», se preguntó Marín en un acto que se celebró en el parque Alameda del Banco con más buenas intenciones que jugadores en ese terreno de juego.

«Alguno ya se ve de presidente o presidenta y no quiere en ese gobierno a Cs porque no somos idiotas», avanzó el candidato dejando claro el objetivo con el que salta al campo: «Nosotros queremos seguir gobernando Andalucía en coalición con el PP. ¿Puede el PP decir lo mismo?». La respuesta la centraba Marín con otra reflexión: «Hoy hay líos en todas las comunidades y aquí no, y ese elemento diferenciador es el de Ciudadanos». También con referencias que mezclaron lo político y lo personal: «Yo vine a la política por una sola cosa, porque soy el tío más egoísta del mundo (...). Yo quería darle a mis hijos la oportunidad de elegir si se quedaban aquí o se marcharan, pero que eligieran ellos. Hoy estudian y trabajan en Andalucía», se felicitaba el líder de Cs en la comunidad.

Desde el convencimiento de que «del sueño se ha pasado a lo posible», Marín dejaba claro también que ahora quedaba «lo más difícil»: «Tenemos que volver a la calle, puerta a puerta, voto a voto y ciudadano a ciudadano. Mirad a la gente a la cara y contad todo lo que hemos hecho», animaba el candidato a los suyos insistiendo en el concepto de «equipo».

Entre ellos, esta tarde le acompañaban en Jerez el portavoz de Cs en el Congreso, Edmundo Bal y la vicealcaldesa de Madrid, Begoña Villacís. También la candidata naranja por la provincia de Cádiz y actual consejera de Igualdad y Políticas Sociales, Rocío Ruiz, que se definió como una «guerrera» dispuesta a «no dar un paso atrás» y a no pedir «ni permiso ni perdón». «Cs es la esperanza de Andalucía y me niego a dar un paso atrás. Nosotros tenemos nuestros principios intactos», destacó Ruiz apelando también a la gesta, en este caso histórica, que supuso la constitución de Cádiz de 1812. «Mirad, yo que soy muy teatrera, imagino allí a los que nos precedieron, defendiendo la libertad de imprenta, el derecho a la educación, la separación de poderes y la abolición de la esclavitud... Luego nos arrasaron, pero ahí quedó la semilla», animó la candidata, en la misma línea que su compañero Marín cuando animó al reto de darle la vuelta a las encuestas. Pero ahora en pleno siglo XXI y con una campaña en la que se dicen dispuestos a «darlo todo» en las dos semanas que quedan de partido. Y sin perder de vista el marcador, aunque acojone.