El presidente del BBVA, Carlos Torres Vila, y el presidente del Banco Sabadell, Josep Oliu. EP
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Opa a la siciliana

Los choques en el Congreso o entre Díaz y Garamendi no son, tristemente, nada nuevo, pero sí que esta guerra de los Rose se extienda y estalle en un sector moderado como la banca

Viernes, 10 de octubre 2025, 10:08

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Dice el refranero español que «todo se pega menos la hermosura». Y eso es lo que está sucediendo en España. El clima de crispación y falta de respeto y educación que se vive en el Congreso se está trasladando, desgraciadamente, a otros sectores. Ya no es solo que los diputados se enzarcen en una batalla dialéctica de tono desmedido, elevado e insolente, sino que este cruce de acusaciones sin fin en el que se incluyen hasta insultos que atacan a la propia persona sobrepasa las fronteras de la política.

El presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, durante un pleno del Congreso. EP

La guerra verbal entre Yolanda Díaz y Antonio Garamendi viene ya de lejos, aunque esta semana han escrito un capítulo más. El presidente de la CEOE se lamentó de que la vicepresidenta segunda le haya llamado «machista» en cuatro o cinco ocasiones y le haya acusado de no trabajar cuarenta horas a la semana. «Ir a por la persona me parece brutal«, recalcó el líder de los empresarios, quien le pidió bajar a la realidad y dejar de vivir »en los mundos de Yupi«.

Antonio Garamendi, presidente de la CEOE, caminando junto a Yolanda Díaz. Efe

Hasta aquí, tristemente, nada nuevo. Pero lo que hasta ahora era inédito en el ecosistema español es que esta guerra de los Rose estallara también en un sector de perfil moderado y conservador como la banca. En esta última semana se ha vivido una carrera de acusaciones, negaciones, improperios, golpes en la mesa… derivada de lo que ya puede calificarse como una 'opa a la siciliana'.

«Esto no es una batalla entre los Montescos y los Capuletos», denunció en una tribuna publicada en El País David Martínez, el inversor mexicano dueño del 3,86% del capital del Sabadell, que se ha convertido en el consejero díscolo al anunciar que acudirá a la opa, para disgusto de la vallesana. Este ha sido el detonante de este debate subido de tono entre los dos bancos protagonistas de la operación.

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Estamos en la recta final de una opa que se ha extendido demasiado. Llevamos casi año y medio con una incertidumbre que, sin duda, no ha beneficiado a nadie, cuando lo habitual es que una operación de estas características se pueda resolver en menos de un año. Y hay nervios, muchos nervios, porque hay demasiado en juego. Dinero, inversiones y cargos. Por eso esta sorprendente guerra dialéctica.

BBVA y Sabadell hacen números contrarreloj -con rondas de presentaciones y reuniones con inversores, entrevistas en todos los medios de comunicación y publicidad nunca vista- para conseguir los apoyos necesarios para que la opa hostil, cuyo periodo de aceptación termina hoy, triunfe (el deseo del banco vasco) o naufrague (objetivo de la entidad catalana). Cada uno rema en su propio interés y -también a semejanza de lo que ocurre cuando hay elecciones- los dos están convencidos -o al menos así lo proclaman- de que ellos serán los ganadores.

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La decisión que tomen los minoristas (con un 40% de participación en Sabadell) será clave para que BBVA alcance el 50% deseado o, al menos, quedarse cerca. Aunque también será crucial si todos los fondos (con un capital en el entorno del 35%) acuden, tal y como aseguran Carlos Torres y Onur Genç. Otro 20% son inversores pasivos y está también Zurich, que (con un 5%) ya ha anunciado que no venderá.

BBVA se muestra más que optimista de que superará de largo el 50%, mientras Sabadell dice que estará «rozando el poste» del 30%. Esa horquilla de entre el 30% y el 50% obligaría al banco vasco a lanzar una segunda opa en efectivo. Pero la entidad se afana en proclamar a los cuatro vientos que no será necesario (porque lograrán el apoyo deseado) y que, en el hipotético caso de que así sea, el precio sería el mismo al de la actual oferta, nunca superior, como defiende Sabadell.

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Los accionistas de la catalana deshojan la margarita. Hasta las 00.00 horas de hoy, viernes, tienen tiempo de decidir si venden o si esperan por si esa hipotética segunda opa que el BBVA niega les vaya a brindar una rentabilidad mayor.

En realidad, esta polémica podría zanjarla de golpe y porrazo la Comisión Nacional de Mercados y Valores (CNMV), encargada de establecer los criterios que definirán el precio al que se tendría que lanzar esa segunda opa. El supervisor ha irrumpido en la guerra de cifras, pero en lugar de para despejar esta incógnita, para acusar a los bancos de «manipulación» y de confundir al mercado, además de reivindicar que la última palabra es suya. Y no, no la dará a conocer hasta el próximo viernes, 17 de octubre, cuando publicará oficialmente el porcentaje de accionistas que han acudido a la opa y si hay lugar para otra y bajo qué precio.

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Así que el culebrón continuará y, colorín colorado, este cuento… aún no ha terminado.

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