«Uno de los principales retos es obtener más valor añadido para nuestra producción primaria»

-Depende del subsector, como siempre, pero en general el sector agroalimentario se encuentra en una situación complicada, derivada de una serie de factores externos que han coincidido en el tiempo: el incremento de los costes de las materias primas y de los fletes del transporte que se produjo como resultado de la pandemia y el 'gran confinamiento'; la situación de sequía, que ni siquiera las lluvias de primavera han podido compensar, y el impacto de la invasión rusa de Ucrania, que ha repercutido directamente en los precios de la energía, los fertilizantes y los piensos del ganado, generando una nueva vuelta de tuerca en los precios de los insumos agroalimentarios.

Hay subsectores que han podido capear el temporal mejor que otros, como el del aceite de oliva, que se ha visto beneficiado por la incertidumbre que se ha generado ante una posible escasez de aceite de girasol, del que Ucrania es nuestro principal suministrador. Pero otros van a ser incapaces de compensar el aumento de los costes de esta campaña a través de los precios percibidos, y reducirán sus márgenes comerciales de manera apreciable.

-¿Qué papel puede jugar el sector en esta coyuntura?

-La pandemia y la invasión rusa de Ucrania advierten que Europa debe garantizarse el suministro alimentario, y que esta es una cuestión estratégica de primer orden, puesto que afecta a la propia supervivencia de nuestras sociedades. Otra cuestión relevante es la evidencia de la necesidad de una Europa mucho más unida y coordinada, no solo en el ámbito institucional y militar, sino también en el de la política alimentaria.

Es difícil que los países europeos puedan hacer frente de manera individual a todos los retos que afrontamos actualmente y que se producen en un marco de máxima presión en el que, al mismo tiempo, hay que dar respuesta decidida al envite que supone para nuestro futuro el cambio climático y la transformación hacia una economía más sostenible. No nos queda más remedio que actuar de forma conjunta y solidaria, o nos costará todo mucho más. Y no solo desde el punto de vista económico.

-¿Cómo está afectando la crisis de Ucrania y la inflación al sector agro?

-El impacto de la invasión de Ucrania agudiza una tendencia al encarecimiento que ya existía en muchos de los factores que se utilizan en el proceso productivo, de los inputs que necesita el sector. El incremento del precio de las materias primas, evidentemente, no solo afecta al sector agroalimentario, sino que tiene repercusiones a lo largo y ancho de todos los sectores y termina llegando a los consumidores en forma de inflación. Y este es un fenómeno que teníamos casi olvidado en Europa y en España.

La inflación, que es la pérdida de valor adquisitivo del dinero, cuando es elevada, supone un problema para cualquier economía: complica el proceso de fijación de precios, afecta a la competitividad externa de los países y, sobre todo, deteriora el nivel de vida de las poblaciones, especialmente la de los estratos de menor nivel de renta, dejándolos en una situación de mayor debilidad. Y, obviamente, esto termina teniendo repercusiones en las decisiones de consumo: qué se compra, cuándo y cómo se compra.

-¿Qué impacto genera la actividad agroalimentaria en la economía regional?

-El sector agroalimentario andaluz es uno de los más importantes de España. De acuerdo con los datos recogidos en nuestro 'Observatorio sobre el sector agroalimentario de las regiones españolas', en Andalucía el sector aporta el 15,3% del VAB de toda la economía regional y el 17,2% del trabajo; es decir, 20.000 millones de euros y medio millón de empleos. Al conjunto de España aportamos el 79% del aceite de oliva, el 48,7% de las hortalizas frescas y el 36,4% de la fruta. Además, tenemos el 45% de la superficie de agricultura ecológica de España y contribuimos con el 21,4% de las exportaciones agroalimentarias españolas.

Sin embargo, aun siendo una potencia agraria, en Andalucía el sector agroalimentario sigue teniendo muchos retos por delante, siendo uno de los principales la obtención de más valor añadido de nuestra producción primaria. En el conjunto de España se obtienen 1,20 euros de VAB en la industria de los alimentos por cada euro de producción primaria, pero en Andalucía solo generamos 0,58 euros, por lo que existe un amplio margen de mejora.

-¿Qué soluciones financieras tiene Cajamar en favor del sector agroalimentario?

-Nuestra oferta de servicios y productos financieros es amplia y diversa como consecuencia de las distintas realidades del sector, ya sea a nivel provincial, regional o nacional. De ahí que adaptemos nuestras soluciones a las necesidades que tienen los agricultores y ganaderos en cada zona y subsector, con un denominador común: somos una entidad financiera vinculada al sector agro desde siempre, y que ha evolucionado a medida que lo hacen los productores, las cooperativas y las empresas de alimentación y bebidas. En Andalucía, entre los productos más demandados actualmente sobresalen la financiación para la adquisición y renting de maquinaria, así como para la instalación o mejora del sistema de riego, mallas antigranizo y placas fotovoltaicas para autoconsumo eléctrico, además de los préstamos de campaña en función del tipo de cultivo, el aseguramiento de la cosecha y las gestiones y trámites necesarios para la obtención de las ayudas de la PAC. Y con la reciente aprobación del PERTE Agroalimentario, que prevé unas inversiones de 1.800 millones de euros, desde Cajamar nos ponemos a disposición de las cooperativas y empresas alimentarias para facilitarles los trámites y la gestión necesaria para que puedan acceder a estos fondos europeos, que sin duda contribuirán a impulsar y consolidar la actividad del sector.

-¿Por qué Cajamar es un socio estratégico para el agro malagueño?

-En Cajamar, desde nuestro origen e inicio de actividad en Málaga hace 60 años, hemos caminado junto a los agricultores y ganaderos, los hemos acompañado y asesorado, hemos escuchado sus necesidades e inquietudes y las hemos atendido, poniendo a su alcance nuestros recursos humanos y técnicos. Asimismo, contribuimos a promover y facilitar la transferencia de conocimiento, poniendo a su alcance la formación especializada que hoy se requiere conforme a las innovaciones y empleo de nuevas tecnologías. Todo ello teniendo como fin ayudar a mejorar la productividad y la rentabilidad, la modernización y la consecución del relevo generacional.

Fruto de nuestra experiencia y especialización, la entidad de crédito rural que en 1962 inició su actividad en la provincia de Málaga ha dado paso, 60 años después, a una entidad financiera cooperativa que es referente para el sector agroalimentario en toda España.