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juan josé buiza
Miércoles, 14 de mayo 2014, 13:08
«Es un plato de campo, más de invierno, pero también se come en verano». Juan Gálvez, conocido en todo Alhaurín el Grande como Juan El Lechuga, conoce bien la esencia de las sopas cachorreñas, y sabe cómo darle el puntillo adecuado. Desde hace ya 17 años las prepara en su restaurante, La Higuera, y hasta ha llevado su guiso a Madrid, en pasadas ediciones de la Feria Internacional de Turismo (Fitur).
El Ayuntamiento de Alhaurín el Grande le encarga cada año la preparación del plato que da nombre a las antiguas fiestas del barrio de San Isidro Labrador, unas celebraciones hoy convertidas en un homenaje a este plato clásico de la gastronomía alhaurina y, también, a la identidad agrícola de la población y sus habitantes. A lo largo de la jornada de ayer, se repartieron cerca de dos mil raciones de esta sopa, el primer plato de un menú que contaba con un segundo mucho más veraniego: el mojete alhaurino.
Aproximadamente unos 300 kilos de naranjas se utilizaron para la preparación de ambos platos. La cachorreña es una de las clásicas sopas poncimas de la comarca. Se hace a base de tomate, ajo, pimiento, patatas, bacalao asado y aceite de oliva, aunque es la naranja agria la que le da su sabor particular. «Cuando no hay naranja agria, se usa vinagre», señala Juan El Lechuga.
Naranja picada, cebolleta, aceite y patatas
«Yo estoy esperando al mojete, que es más fresquito para el calor que hace», apuntaba una vecina justo al salir de la cola. Se trata de una ensaladilla a base de naranja picada, cebolleta, patatas y aceite, que tiene su variante (también alhaurina) en el mojete de tomate. «Porque por el verano la naranja ya empieza a escasear, y entonces se sustituye por el tomate», comenta Juan, quien asegura que solo hay un secreto para preparar comida para tanta gente: «ponerle ganas y cariño». Alrededor de cuatro mil personas acuden cada año a estos festejos, que con el paso de los años se han consagrado como un tributo a la agricultura, a las tradiciones y a los antiguos oficios. Por eso, además del reparto de platos, otro de los grandes atractivos es el Encuentro de Bolillos, que ayer cumplía su novena edición. Más de 350 bolilleras venidas de diferentes municipios demostraron su destreza en esta expresión artística, donde la paciencia es más que nunca virtud. Durante toda la mañana numerosos vecinos y curiosos pudieron presenciar trabajos espectaculares de bolillos, además de talleres de alfarería, de trabajos de esparto y de talla de fruta. Un concurso de productos de la huerta de Alhaurín el Grande completó un programa con actividades para todos los gustos.
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