¿Qué va a pasar con mi pensión?
Las reformas ya hechas y las que están por venir evitarán la quiebra del sistema, pero a costa de que los jubilados pierdan al menos un 30% de poder adquisitivo en los próximos 20 años
Nuria Triguero
Domingo, 4 de diciembre 2016, 01:21
Mucha demagogia, poca información rigurosa y ninguna pedagogía. Esta es la receta que, lamentablemente, se utiliza en España cuando se habla de pensiones. PP y ... PSOE agitan desde los años 80 la bandera del miedo en cada campaña electoral, intentando convencer a los jubilados de que «los otros» les van a bajar las pensiones. Además, desde que la Seguridad Social entró en déficit, arrecian los mensajes confusos y catastrofistas. Las entidades financieras, grandes interesadas en fomentar el ahorro privado para la jubilación, tampoco ayudan con sus campañas promocionales de planes de pensiones, centradas en robar clientes a la competencia a base de regalos en vez de difundir las ventajas del ahorro a largo plazo.
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¿Hay que tener miedo al futuro de las pensiones? Para contestar habría que plantear otra pregunta: ¿miedo a qué? Si es a una quiebra inminente del sistema, la respuesta es no. Es cierto que el Fondo de Reserva de la Seguridad Social, al que se lleva recurriendo para pagar las pagas extra de los jubilados desde 2012, se agotará a este ritmo en 2017. Pero eso no implica que llegado ese momento el Estado deje de poder cumplir con los pagos: el dinero que falte lo puede pedir prestado a los mercados.
La respuesta es menos tranquilizadora ante esta otra pregunta: ¿es viable el sistema público de pensiones a largo plazo? Porque si en los últimos años lo que ha desequilibrado las cuentas de la Seguridad Social ha sido el paro se pagan más prestaciones y se ingresan menos cotizaciones, en el futuro el gran problema va a ser el envejecimiento de la población. A día de hoy hay unas 144.000 personas cobrando una pensión de jubilación en la provincia. Y en los próximos quince años, el INE calcula que la población mayor de 65 años aumentará un 55%, pasando a representar una cuarta parte del total. A la vez, habrá menos gente en edad de trabajar de la que hay ahora, así que serán menos trabajadores los que paguen las pensiones de más jubilados.
Ante el creciente agujero que esta realidad va a ir generando en el sistema público de pensiones, ya se han hecho dos reformas (la de 2011 y la de 2013) de fuerte calado que, según los cálculos del Gobierno, garantizan la sostenibilidad del sistema. Claro que esto tiene una contrapartida: va a producirse «una pérdida importante del poder adquisitivo de los pensionistas», cifrada en más de un 28% acumulado para alguien que se jubila en el 2014 y viva 21 años más, según vaticina eel estudio La revolución de la longevidad y su influencia en las necesidades de financiación de los mayores, elaborado por expertos de las universidades de Valencia, Extremadura y Castilla-La Mancha y premiado por la Fundación Edad&Vida.
«Casi con toda certeza, el precio que habrá que pagar por asegurar la sostenibilidad del sistema público de pensiones sea la disminución de la pensión de jubilación, tanto en términos de menor tasa de sustitución, como de menor revalorización de la pensión; todo ello como consecuencia de las reformas aprobadas en 2011 y 2013», concluye el citado informe.
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La merma de poder adquisitivo para quienes están ya jubilados estará provocada por el hecho de que las pensiones ya no se revalorizan en función del IPC, sino de un índice ligado a la salud de las cuentas de la Seguridad Social; de forma que por mucho que suba el coste de la vida, si el año ha sido deficitario para la caja de las pensiones, éstas sólo subirán un 0,25%. Pero la pérdida será todavía mayor para quienes dejen de trabajar a partir de 2019. ¿Por qué? Porque a ellos les afectarán de lleno las medidas incluidas en las reformas de 2011 y 2013; a saber: necesitarán más años de cotización para alcanzar la pensión máxima, se les penalizará si se jubilan antes de los 67 años y se les aplicará el llamado Factor de Sostenibilidad, que irá reduciendo la cuantía de la pensión inicial conforme aumente la esperanza de vida.
Con todos estos ingredientes, más los que se introduzcan en futuras reformas, ¿cómo serán las pensiones de quienes se jubilen dentro de veinte años? Los expertos coinciden en que lo que se conoce como «tasa de sustitución», es decir, la relación entre la primera pensión y el último salario percibido, va a reducirse de forma considerable. Hoy en España una persona cuando se jubila cobra el 74% del sueldo que venía percibiendo. Es una de las tasas más altas de Europa y lo previsible es que vaya acercándose a la media de la OCDE, que está en torno al 58%. Este mismo organismo calcula que para mantener un nivel de vida adecuado en la jubilación, los ingresos deberían ser de al menos un 70% del salario que se cobraba. Según un informe del Instituto Aviva de Ahorro y Pensiones, cada español que se vaya a jubilar entre 2017 y 2057 tendría que ahorrar una media de 7.700 euros anuales para complementar su prestación pública.
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Conscientes del futuro
¿Son conscientes los ciudadanos de cómo pinta el futuro de las pensiones? Encuestas realizadas últimamente revelan que sí: el mismo Instituto Aviva, por ejemplo, revela que sólo dos de cada diez andaluces creen que podrán disfrutar de una vejez sin preocupaciones económicas. De hecho, la mayoría piensa que el Estado podrá cubrir como mucho el 60% de sus gastos mensuales. Otro sondeo realizado por el Instituto BBVA de Pensiones indica que cuatro de cada diez andaluces cree que cuando se jubile no podrá vivir sin aprietos.
Sin embargo, este pesimismo no implica que haya un mayor nivel deahorro para la jubilación. Según el estudio de BBVA, siete de cada diez andaluces no han comenzado a guardar dinero para cuando sean mayores, bien porque se consideran todavía jóvenes o porque no tienen ingresos suficientes.
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Y los que ahorran, ¿cómo lo hacen? Hay un instrumento diseñado al efecto: los planes de pensiones. De hecho, según la encuesta de BBVA, son la opción elegida por siete de cada diez personas que ahorran para la jubilación. Pero lo cierto es que en vez de ganar adeptos, los pierden. El último Observatorio Inverco, correspondiente a 2015, identifica 224.326 partícipes de planes de pensiones en Málaga. En un año, la cifra se ha reducido en alrededor de 22.000. Y si se compara con los habitantes de la provincia, se comprueba que sólo representan el 13,8% de la población. El patrimonio medio invertido por cada partícipe ronda los 7.068 euros, frente a los 6.400 euros del año anterior.
Para Carlos Herrera, socio fundador de EFPA (European Financial Planning Association) y administrador de Globalbrok, los planes de pensiones son «el mejor producto para ahorrar en plan hormiguita» porque «permiten hacer aportaciones periódicas y tienen un incentivo fiscal importante», Dicho incentivo consiste en reducirse de la base imponible del IRPF las cantidades aportadas al plan con máximo de 8.000 euros al año, en función del tramo fiscal. Esto significa que cuanto más alto sea el salario, más ventaja se consigue. Sin embargo, esa cantidad ahorrada debe devolverse cuando llega la jubilación y se rescate el plan. Dependiendo del caso sobre todo si se rescata todo el dinero de golpe, la factura fiscal puede ser incluso mayor de lo que se desgravó en su día. Por eso, Herrera advierte de que lo ideal es percibir el plan en forma de renta mensual un año después de la jubilación para optimizar el tratamiento tributario. Además, opina, como otros expertos, que deberían introducirse más incentivos fiscales si se quiere fomentar el ahorro privado para la vejez.
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Respecto a otra crítica que suele hacerse a este producto, la baja rentabilidad, Herrera la considera injusta. «Hay diferentes tipos de planes de pensiones, desde los de renta fija, que apenas dan rendimiento, hasta los que son 100% renta variable. Es importante elegir según la edad: siendo más joven se puede arriesgar más y lograr mayor rentabilidad a largo plazo», explica. El experto destaca la importancia de elegir una buena gestora y no dejarse seducir por los regalos y bonificaciones que ofrecen los bancos en esta época. «Lo mejor, como en todas las inversiones, es diversificar. Conviene repartir el dinero entre diferentes planes y hacer aportaciones mensuales, no poner todo el dinero al final de año», añade.
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