De Torremolinos a la cima del kárate
El malagueño Damián Quintero logra el título más importante de su carrera con el oro en los Juegos de Bakú. «Era el objetivo principal de la temporada», dice este deportista de élite e ingeniero aeronáutico de profesión
Enrique Miranda
Miércoles, 17 de junio 2015, 00:25
Casi acaba de aterrizar de Azerbaiyán, con escala en Estambul, y trata de recuperar horas de sueño; también, asimilar su último logro deportivo. El karateca ... malagueño Damián Quintero logró el domingo en la modalidad de kata la primera medalla de oro para España en los Juegos Europeos, en Bakú, una iniciativa similar a los Juegos Olímpicos, con 6.000 atletas del viejo continente y 50 comités olímpicos nacionales implicados.
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Dedica unos minutos a este periódico para hablar por teléfono de un triunfo que él mismo considera como el «más importante» de su carrera». Lo dice un deportista que, a sus 30 años, es uno de los mejores karatecas del mundo y que ha ganado dos Campeonatos de Europa individuales, cuatro por equipos y un Campeonato del Mundo por equipos, el año pasado en la ciudad alemana de Bremen.
Sus logros no tienen una repercusión acorde con el nivel de sus títulos, en parte porque el kárate no es deporte olímpico y no tiene ese impacto mediático que dan unos Juegos. Pero el malagueño lleva años compitiendo al máximo nivel, es el número tres del ranking mundial y actualmente lidera la Karate1 Premier League, una liga con ocho citas en distintos puntos del planeta (Francia, Holanda, Brasil, Japón...). Quintero califica la experiencia de Bakú de «extraordinaria». «Era el objetivo principal de la temporada y conseguí el oro. Me encontré muy bien y superé a los rivales con contundencia», asegura. «Además, la experiencia personal ha sido buenísima. Ha sido lo más parecido a estar en unos Juegos Olímpicos, con una villa olímpica, deportistas de muchas disciplinas, en un evento de gran magnitud. Hemos disfrutado como niños», admite.
Para llegar ahí, la fórmula ha sido la del «trabajo» y el «sacrificio», algo que saben bien los deportistas de élite de disciplinas que no tienen el músculo económico del fútbol, el baloncesto, el tenis o el golf. La historia de Damián Quintero es curiosa y empieza en Torremolinos, la ciudad a la que llegó con su familia cuando tenía cinco años nació en Buenos Aires. «Estudiaba en el colegio Miramar de Torremolinos y mis padres me apuntaron a kárate en un gimnasio cercano, el Goju-Ryu. Con ocho años ya estaba en un Campeonato de España», explica el malagueño.
En sus primeros años trabajó con Lorenzo Marín, uno de los primeros impulsores de su carrera. Poco a poco fue destacando en categorías inferiores su primer Campeonato de España lo logra con 13 años hasta que llegó a la mayoría de edad. «A los 18 años me mudo a Madrid, porque la Federación me llama para incorporarme al Centro de Alto Rendimiento y también para empezar mis estudios de Ingeniería Aeronáutica», explica. Ahí es donde está otra de sus peculiaridades, ya que compaginar el deporte de élite con una carrera tan exigente no es nada habitual. «El kárate no es un deporte profesional, y yo tenía muy claro que tenía que estudiar; además, Ingeniería Aeronáutica, que es lo que me gusta. Después estudié un máster en Materiales Compuestos, también relacionado con estructuras aeronáuticas», relata.
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En 2004, con 19 años, entra en el combinado nacional absoluto y empieza a obtener muy buenos resultados, en Campeonatos de España y a nivel internacional. Pero su carrera se ve frenada por un cambio de seleccionador nacional, algo que incluso lo lleva a pensar en abandonar el kárate. «Por decisión técnica, estuve siete años sin salir a competir individualmente, solo por equipos», explica. «Pensé en dejarlo, porque no le veía explicación a aquello. Con el apoyo de mis padres y de mi gente más cercana aguanté y ahora me siento satisfecho por ello». En 2011 volvió con éxito a la senda de los campeonatos internacionales individuales, y desde entonces no ha dejado de acumular títulos.
Todo ello, compatibilizando su vida laboral con el deporte, del que evidentemente no puede vivir. Actualmente trabaja en la consultora francesa Atos y estudia con una beca de la Universidad Católica San Antonio de Murcia (UCAM) un máster MBAen Dirección de Empresas. «Por suerte, en mi empresa me ponen facilidades. Me levanto a las seis para entrar a trabajar a las siete y hago jornada continua. Regreso a la residencia a comer y después a entrenarme por la tarde. Es duro llevar el trabajo, los entrenamientos, los estudios, la vida personal... Pero el que algo quiere, algo le cuesta», dice. Entrenamientos que pueden ser de hasta cinco horas en época de competiciones de máximo nivel, bajo la tutela de Miguel Ángel López, su entrenador y persona clave en su trayectoria.
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Sin ayudas
Todo ello sin ayuda económica alguna, sin patrocinadores ni becas, salvo la de estudio de la UCAM. Para competir, tiene que echar mano de días libres con ayuda de la empresa en la que trabaja, de vacaciones e incluso de días sin empleo y sueldo. «Hay muchas diferencias con cualquier deporte olímpico. Las competiciones con la selección las costea la Federación, pero en el circuito mundial compito para un club de Dubái que me fichó hace unos meses; si no, me tendría que costear mis propios viajes como hacía antes».
Este malagueño de adopción vuelve siempre que puede a La Carihuela, donde siguen viviendo sus padres, a los que denomina la hinchada, porque lo acompañan a todos los campeonatos. «No voy a Málaga tanto como me gustaría, la verdad. No tengo mucho tiempo», admite. Y le gustaría pensar en una futura cita con los Juegos de Tokio 2020. «Lo veo muy complicado, no creo que el kárate sea deporte olímpico, porque al final se trata de motivos económicos. Es más fácil que sea olímpico el béisbol, aunque tenga mucho menos licencias, pero tiene más apoyos económicos», argumenta.
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