El olimpismo da la bienvenida al kárate

El kárate será, junto al pentatlón moderno, el último deporte en comenzar su andadura en estos Juegos. Se estrenará hoy, a tres días de la ceremonia de clausura. Las competiciones se desarrollarán en el Nippon Budokan, un recinto cubierto situado en el parque Kitanomaru de Tokio (cerca del Palacio Imperial) que fue erigido para los Juegos Olímpicos de 1964. Desde entonces es el epicentro de las artes marciales niponas, y curiosamente, escenario de conciertos de gran escala: The Beatles (fueron los primeros en tocar allí), Led Zeppelin, Santana, Kiss, Bob Dylan, Eric Clapton, Queen... Una interminable lista de estrellas de la música que tocaron en el mismo escenario en el que el malagueño Damián Quintero podría subirse al podio olímpico.

No es ninguna novedad que os dos únicos representantes españoles del kárate en estos Juegos son favoritos a colgarse un metal: la toledana Sandra Sánchez y el malagueño Quintero, ambos números uno del mundo en katas. Para quien no haya seguido nunca esta particular modalidad, se trata de la exhibición de una serie de técnicas o formas (katas, en japonés), que exigen factores como la precisión, fuerza, rapidez, equilibrio y expresividad. Cada competidor expone su ejercicio de manera individual (hay 102 katas reconocidos), 'luchando' contra un oponente imaginario; se enfrentan a la valoración de siete jueces, siendo tres de ellos los que otorgan la puntuación al karateca.

En este debut olímpico, serán sólo once los competidores en katas, mucho más amplia será la participación en la otra disciplina que engloba el kárate: el kumite. En este caso, España no goza de representación (todos cayeron en el Preolímpico, incluída la también malagueña María Torres). Esta modalidad se desarrolla mediante combates de golpes y patadas frente a otros oponentes, en un tatami de 8x8 metros durante 3 minutos y cuenta con tres categorías de peso: -67, -75 y +75 kilos en hombres y -55, -61 y +61 kilos en mujeres.