
La pregunta es sencilla. ¿Cuándo se podrá volver a jugar al golf en los numerosos campos de Málaga (en concreto, 72 del centenar de clubes andaluces, en una región con 45.000 federados)? La respuesta la ofrece el plan de desescalada del Gobierno: a partir del lunes, cuando se permitirá la práctica deportiva en instalaciones o clubes al aire libre. Sin embargo, hay muchas aristas que complican la situación.
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Antes de que el lunes se puedan abrir los recorridos de los campos de golf hay numerosos impedimentos que superar. «No tenemos aprobada aún una orden ministerial en la que se nos explique el protocolo, de igual modo que se ha hecho con el comercio o la hostelería«, apunta el presidente de la Real Federación Andaluza de Golf, el malagueño Pablo Mansilla. »Sabemos que el CSD está trabajando con los directores generales de las comunidades autónomas para trasladarle todas sus recomendaciones a Sanidad, para que luego se publique en el BOE«, añade, pero es probable que esto no sea real hasta poco tiempo antes del lunes, sin mucho margen para reaccionar si aparecen aspectos en los protocolos que los clubes aún no puedan aplicar. Y eso no es todo. »Se necesita tener el estado de alarma prolongado o alguna situación parecida, y también hay que comprobar qué provincias entran en la fase uno del plan de desescalada«, termina Mansilla.
A nadie se le escapa que los propios clubes, que en ocasiones mueven presupuestos millonarios, son los primeros interesados en acelerar la reapertura, ya que el periodo de cierre, que se acerca a los dos meses y que ha provocado el recurso a ERTE por fuerza mayor en las plantillas de trabajadores –aunque haya habido un servicio mínimo mantenimiento en los campos–, ha generado un déficit casi imposible de recuperar este año. «Diría que veo un 75% de posibilidades de que el lunes mis socios puedan pinchar la bola desde las 7.30 de la mañana», se pronuncia optimista el presidente del Real Guadalhorce Club, Ángel Gancedo. «Eso sí. Tenemos que estar preparados a la perfección en cuanto al protocolo sanitario. En el momento en que no haya una seguridad de cumplimiento de todo, no lo haríamos», apostilla. Como él, numerosos presidentes de clubes consultados por este diario están en la misma línea, como Carlos Pitarch, del Lauro Golf. «Nuestra intención es abrir, con el riesgo de que haya pocos clientes. Démosle la oportunidad a los jugadores de reencontrarse con su deporte. Juegue o no nadie, tiene que haber un mantenimiento del campo de todas formas, así que podemos abrir en pérdidas o sin certeza», razona.
Aunque no existen casos puros, los 72 campos de Málaga se dividen entre los que basan su modelo de negocio en las cuotas de socios (accionistas) o abonados o los que lo basan en el formato 'pay and play', que se fundamentan en la llegada de turistas internacionales (el 90 por ciento de los visitantes que llegan a jugar a golf) o nacionales (el 10 por ciento). En el primer grupo está claramente el Guadalhorce, con 625 socios. «La crisis en 2007 hizo que los ingresos no fueran suficientes para mantener el club, y se generó una dependencia de 'green fees' externos, con precios distintos, pero suponen entre un 20 y 25 % del negocio», explica Gancedo. Mientras, el Lauro Golf, con unos 300 abonados, se iría a un modelo mixto y sufrirá más la crisis generada por la pandemia. «Nuestra perspectiva a medio plaza es mala, pero a largo plazo soy optimista. Somos un destino de golf fantástico con campos de gran calidad, pero no podemos bajar la guardia, y uno de los problemas es el IVA, que no es el turístico (10%), sino el normal (21%)», argumenta Pitarch. El caso opuesto es el de Torrequebrada Golf, como explica su presidente, Francisco Ruiz: «La semana que viene será imposible que podamos abrir. Estamos pendientes de saber cómo funcionarían los ERTE por fuerza mayor y queremos poder hacerlo con todas las premisas higiénico-sanitarias. Además, nosotros somos un campo comercial cien por cien, los más afectados».
¿Qué medidas se conoce ya que habrá que tomar para abrir? Expone muchas de ellas Gancedo, al menos las que se han ideado para el Guadalhorce: «Proponemos un formato de 'park and play ('aparcar y jugar'), de evitar el contacto con nadie. En las dos primeras semanas sólo podrán jugar socios, como premio a su confianza, y de 7.30 a 9.30 horas sólo los de más de 65 años. Se abrirá hasta las 19.30, para una última salida de sólo ocho hoyos. Aunque normalmente se juega de cuatro en cuatro y con ocho minutos entre partido, estamos a la espera del CSD. Nos gustaría que se mantuviera eso, pero con doce minutos de intervalo. Además, se clausurarán bancos, vestuarios, lavabolas y fuentes, y se podrá 'puttear' con bandera, pero para sacar la bola del hoyo se activará un mecanismo para evitar el contacto directo con la mano«. Al margen de ello, está el régimen de la zona de restauración en las casas club, que será igual que el de cualquier establecimiento del sector.
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El dato es revelador: unos 650.000 turistas llegan a la provincia de Málaga al año para jugar al golf exclusivamente. «Los primeros que podemos ayudar a la reactivación somos nosotros», alega Mansilla, aunque es consciente de que no habrá turismo internacional en este complicado 2020. Hay otro aspecto clave: epidemiológicamente, el golf no es un deporte de contacto, ni mucho menos. Los campos tienen hasta 600.000 metros cuadrados una amplitud que nunca invita a la masificación.
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