Jesule: «El día del ascenso parecía que estábamos jugando en las favelas»
El capitán de aquel mítico El Palo que llegó hasta Segunda B es, desde hace algunos años, camarero del Chiringuito Gabi. Marcó uno de los goles que dio el ascenso al equipo en el Nuevo San Ignacio
Aún no son las once, pero Jesule Sánchez (Málaga, 1980) ya está en el Chiringuito Gabi montando la terraza, sacando brillo a las mesas y ... armando todos los vasos, platos y cubiertos. Es verano y en la playa de El Palo se avecina un día largo. Otro más. Hoy, eso sí, lo hace con la camiseta del equipo de su barrio, al que tuvo el honor de defender como capitán en su época más gloriosa, en los años de Segunda B, una ilusión que compaginaba con su trabajo de portero de discoteca. En su día, hace ya muchos años, fue un niño prodigio al que el Barcelona puso el ojo... y terminó fichando por La Masía. No llegó a la élite, pero ha pasado por una importante nómina de equipos andaluces: la Balona, el Vélez, el San Fernando, el Melilla, El Palo y el Athletic de Coín. Su vida, aunque no de forma profesional, sigue ligada al fútbol, y este año se hará cargo del equipo juvenil de su club, el del Nuevo San Ignacio. Jesule se sienta a hablar con este periódico del pasado y también del presente.
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–¿Cómo es trabajar en un chiringuito en verano?
–Son ya muchos años, pero es verdad que para poder trabajar aquí tienes que estar concienciado de que las temperaturas son elevadas y que va a venir gente de todos sitios. Hay que tener mucha paciencia. Al final es trabajo. Es duro y son muchas horas, pero se sobrelleva.
–¿Cómo acaba Jesule en el Gabi?
–Yo antes jugaba al fútbol y por las noches trabajaba en la puerta de una discoteca. El dueño del restaurante, que es amigo mío de la infancia y también del deporte, me dijo que me quería sacar de la noche y que me fuera con él. Nos conocemos del barrio. Nos sentamos un día a hablar y me convenció. Yo nunca había trabajado en la hostelería. En la noche no sabes lo que te puedes encontrar. Es muy arriesgado.
–¿Cuánto tiempo estuvo trabajando en la noche?
–Alrededor de siete años.
–¿En qué discoteca?
–En la antigua White... –la actual Mirror– aunque ahora no recuerdo cómo se llama. Estoy cansado de la noche y sólo la quiero para salir con mi mujer y mis niñas a cenar.
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–¿Hay que ser un tipo duro para trabajar en la puerta de una discoteca? ¿O quizá son prejuicios?
–No necesariamente. Depende de muchas cosas. Hay que tener la cabeza fría y amueblada. Hay que estar preparado porque te encuentras muchos tipos de situaciones. Pero no hace falta estar fuerte ni ser más listo que nadie. Sólo tener presencia y seriedad. Pasar desapercibido.
–Cuando jugaba en El Palo, en los años de Segunda B, compaginaba el fútbol con este trabajo. ¿Era difícil? Por los horarios, el descanso y los fines de semana.
–Sí, fueron años duros. En verano abría todos los días, pero en invierno sólo los fines de semana. En un equipo humilde como el de nuestro barrio no nos alcanzaba para jugar al fútbol solamente. Había que trabajar para subsistir.
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–¿Qué significó para ustedes aquel ascenso?
–Imagínate... Somos de aquí y nos hemos criado aquí. Hemos jugado en campos de chinos. Al final tuvimos campo nuevo y avanzamos hacia lo moderno. Entonces, no había nadie más feliz que nosotros.
–Marcó uno de los goles del ascenso de El Palo, en el Nuevo San Ignacio, ante el Deportivo Fabril.
–Sí, y el segundo creo que lo marcó Ismael. Ese gol nos hizo ascender.
–¿Recuerda con claridad aquella eliminatoria?
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–Sí. Allí fue muy duro. Somos un equipo de barrio y Juan Godoy (entonces presidente), que en paz descanse, dentro de las herramientas que podía tener, hicimos un viaje de locos. Estamos muy agradecidos con él. Llegamos de madrugada a La Coruña y no jugábamos hasta por la tarde. Dimos 500 paseos porque no teníamos habitaciones. Jugamos en Riazor, que comparado con las dimensiones del campo de El Palo... Nos hizo fuertes los dos goles que metimos. Nos dejaron vivos e igual que a nosotros se nos hizo grande Riazor, a ellos se les hizo pequeño el San Ignacio. Usamos muy bien nuestras armas.
–La gente de El Palo se volcó con la causa.
–Era normal que apretaran porque era un acontecimiento histórico. Y a Riazor también fue un autobús con gente de El Palo. Jamás vi el barrio con tanta gente. Parecía que estábamos jugando en las favelas. En los bloques altos estaba la gente sentada y en el monte también. No cabía nadie... Fue histórico y para nosotros fue un orgullo. Había gente que trabajaba en otros sectores, algunos de noche. Nos dejamos la piel en esa ilusión.
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–¿Me podría cantar el once de aquel partido?
–Buah, yo tengo la memoria de un 'pescaito'. Recuerdo pinceladas. Estaban Ibon, Ismael, Igna, Nacho Aranda... Lo recuerdo por encima.
–¿Y la fiesta de celebración cómo fue?
–Larga, fue una noche larga. Nos lo merecíamos.
–¿En El Palo siguen recordándole aquella época?
–Aquí nos conocemos todos y se recuerdan muchas cosas. Los compañeros lo seguimos hablando.
–¿Cómo fue fichar por la cantera del Barcelona?
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–Inolvidable. Me fui joven, con 13 para 14 añitos. Aunque sea el Barça, es duro. Es duro dejar a tu familia tan chico y afrontar eso. La experiencia queda marcada y eso no se me olvidará en la vida.
–Es padre.
–Sí, de cuatro niñas. Quería buscar al futbolista, pero no ha salido. (Ríe). A ver si alguna le pega a la pelota.
–Y también entrenador...
–Sí, cogí el femenino de El Palo porque me lo pidió una jugadora. Estuve también en el Torremolinos... y este año entrenaré al juvenil.
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