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JUAN RAMÓN PADILLA
Sábado, 5 de noviembre 2016, 00:58
Sentirse futbolista. Eso es lo que quiere Popo. Adolfo Moyano Burgos, conocido futbolísticamente sólo con cuatro letras (Popo), podría volver a los terrenos de juego mañana vistiendo la camiseta del Vélez en su partido ante el Almería B en el Vivar Téllez. El destino ha querido que de nuevo el cuadro rojiblanco, en esta ocasión el filial, se cruce en su camino. Recordemos que hace nueve temporadas, y con solamente 19 años, Popo tuvo un el debut soñado por cualquier futbolista con el golazo que marcó al Almería en La Rosaleda siendo jugador del Málaga B, y jugando sus primeros minutos en Segunda con el primer equipo.
De producirse su vuelta al fútbol, sería después de algo más de tres años en el dique seco por una lesión de rodilla. Popo jugó su último partido en la temporada 2013-2014. Era el 27 de octubre y el Vélez jugaba ese día en El Maulí. A partir de ahí comenzó un calvario que ha podido retirar a este joven de Torre del Mar del mundo del fútbol, su verdadera pasión. Curiosamente, no se acordaba y pensaba que había sido más adentrada la temporada.
En tres meses se recuperó milagrosamente de su desgaste de cartílago. El futbolista torreño recordó cómo afrontó los primeros meses de lesión: «Tenía mucho dolor. Te planteas abandonar el fútbol. Prácticamente no tenía cartílago en la rodilla izquierda. Lo tenía desgastado y no me dejaba correr».
Numerosas consultas
Popo comenzó sus viajes a traumatólogos -incluso llegó a visitar al prestigioso Pedro Guillén-, fisioterapeutas, recuperadores, y hubo varias operaciones. «Todos me decían que había tenido mala suerte, que sólo uno de cada cien se recuperaban, y eso me generaba una gran frustración». Sin duda, el verano pasado fue una fecha clave en la recuperación de Popo. Fichaba por el Vélez sin hacerle ficha federativa, y se topó con Pablo Roig, licenciado en Ciencias del Deporte y, como se autodenomina Roig, «readaptador de lesiones». «Tengo que darle las gracias por su gran trabajo, porque sin él y el Vélez no estaría listo para volver», se sincera ahora el ya veterano atacante.
El exmalaguista pensó en abandonar el fútbol, ya que «no podía ni dar dos vueltas al campo corriendo y, cuando menos me lo esperaba, ha llegado este milagro». De hecho, ha estado desvinculado del fútbol y trabajando con su padre. «Perdí la esperanza. No quería ver fútbol ni en la tele».
Ahora sólo piensa en debutar. «Quiero dedicar mi vuelta a mis padres, mi novia y a la gente que ha estado cerca de mí, porque ellos han sufrido conmigo», afirma. Ya ha dejado constancia de su calidad en el Vivar Téllez y reconoce que no saldrá asustado. «Llevo varias semanas sin notar apenas nada en la rodilla, y los miedos han desaparecido», reconoce.
Popo comenzó en la Escuela de Fútbol de Torre del Mar, donde comenzó a destacar por su calidad técnica, fácil regate, conducción de balón y gran visión de juego. Dio el salto a la cantera del Málaga hasta llegar a esa cita tan señalada, la noche de Reyes de 2007. «Competíamos en los juveniles y en el filial por llegar arriba, y salí con el '51'. Cogí la pelota por la izquierda me fui de varios contrarios y tuve la fortuna de marcar», evoca. Después comenzó un periplo de cesiones, como al filial del Atlético de Madrid y el Antequera. También jugó en Logroño y Roquetas, antes de recalar en el Vélez y lesionarse.
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