El sueño americano de Rubén Guerrero
El pívot, segundo malagueño en la historia en jugar en la prestigiosa NCAA, relata cómo ha sido su primer año en Estados Unidos
Enrique Miranda
Miércoles, 21 de mayo 2014, 13:45
Su nombre no es muy conocido por el gran público, pero es uno de los jugadores más prometedores que han salido en los últimos años ... de la canchas de Los Guindos. Su caso es similar al de Domantas Sabonis, ya que decidió abandonar la disciplina del Unicaja para continuar con su formación como estudiante y como jugador en Estados Unidos, el epicentro del baloncesto mundial. Pero Rubén Guerrero (Marbella, 1995) se marchó el verano pasado casi sin hacer ruido. Jugador del equipo júnior y con algunas apariciones en el Clínicas Rincón en LEB Plata, el ala-pívot hizo las maletas junto a su hermano pequeño Adrián para estudiar en un 'Prep School' y hacer un curso puente antes de dar el salto a la universidad. Tras un exitoso curso en la Sunrise Christian Academy (Kansas), tanto en lo académico como en lo deportivo, Guerrero ha logrado el objetivo que se marcó: enrolarse en una universidad norteamericana y jugar la próxima campaña en la prestigiosa NCAA, la Liga universitaria norteamericana, que surte con frecuencia de nuevos talentos a la NBA. Será el segundo jugador malagueño en jugar esa competición, tras José Carlos Gaspar, actual responsable de Marketing Social del Unicaja y que estuvo desde 1988 a 1992 en la Universidad de Montclair State, en Nueva Jersey.
Publicidad
Guerrero recibe la llamada de SUR entre clases y sesiones de entrenamiento. Hace apenas unos días, la Universidad de South Florida anunció la incorporación del malagueño, después de que el jugador formado en el Unicaja recibiera ofertas -académicas, ya que los universitarios no pueden firmar ningún tipo de contrato económico- de muchas universidades del país. «Estoy muy contento, creo que he hecho una buena elección. La universidad es increíble y además hay un entrenador nuevo -el dominicano Orlando Antigua, que fue asistente en Kentucky-, que me conoce y habla español», dice.
El proceso para llegar aquí no ha sido fácil, como reconoce el propio Guerrero: «Al principio fue duro, no conoces nada y además mi hermano y yo no dominábamos el inglés. Nos costó acostumbrarnos al horario de comidas, a las clases... También al baloncesto. El juego aquí es más rápido, mucho más físico, pero después de un par de meses ya nos acoplamos». Rubén y su hermano Adrián, que también era jugador del Unicaja, han vivido en un piso que le facilita el instituto, a apenas cinco minutos del centro de estudios. «El colegio tiene varias casas compradas en urbanizaciones cercanas. Vivimos de seis a ocho jugadores juntos y tenemos a un profesor o a un entrenador con nosotros, que es el que se encarga de la casa y de que cumplamos los horarios, que no la liemos... A cada jugador nos dan una bicicleta para que nos podamos desplazar por aquí, ir a la iglesia, al colegio o a hacer la compra», afirma.
Una vez que el malagueño se adaptó a su nuevo colegio y al equipo, empezó a mejorar su juego. Ha terminado la temporada promediando 9,3 puntos y 8,5 rebotes, unas cifras que suponen una buena carta de presentación cara a su primer año en la competitiva liga universitaria: «Cuando llegué en septiembre, venían muchos entrenadores de universidades a vernos jugar 'pachangas'. Ahí ya te echan el ojo y luego, a lo largo de la temporada, te siguen porque casi todos los partidos los emiten por Internet o por televisión o se comentan por Twitter. Aquí, si haces un buen partido te llaman de todas partes, te van tentando para que vayas a visitar sus universidades», relata. Guerrero decidió esperar hasta el final de la temporada para ver qué universidades estaban realmente interesadas en él.
Una ciudad en el campus
Oficialmente, los estudiantes pueden visitar cinco universidades, aunque el malagueño solo hizo tres visitas para elegir la de South Florida. «Estuve allí con mis padres y fue todo increíble. El tiempo es mucho mejor que el de Kansas, y aunque es algo secundario, también cuenta. El campus de Florida es como el que se ve en las películas americanas, incluso más exagerado. Es de los más grandes de Estados Unidos, con 40.000 estudiantes; es como una ciudad, tiene su propia línea de autobuses, hospitales, restaurantes.», relata. Un dato revelador es que la institución académica ha invertido 33 millones de dólares en su nuevo pabellón, una cifra astronómica.
Publicidad
El malagueño es consciente de que el salto a la NCAA es enorme, ya que se trata de una competición muy fuerte y física en la que juegan los mejores jugadores jóvenes de Estados Unidos y del resto mundo. El canterano del Unicaja reconoce que llegó a Estados Unidos «súpercanijo» y que las intensas sesiones de pesas le han venido muy bien: «El primer día llegué y me pusieron a hacer pesas. Luego fuimos a jugar un partido al pabellón y yo no podía ni coger el balón», recuerda. Ha pasado de 86 a 96 kilos, aunque es consciente de que aún tiene que ponerse más fuerte para competir en la NCAA: «Aquí se ven tíos de 260 o 270 libras -unos 120 kilos- que son gigantones y que parecen que están gordos, pero se mueven mucho más rápido que tú. Son auténticos atletas», comenta.
El que será su próximo entrenador en la NCAA, Orlando Antigua, definió a Guerrero como «un jugador alto, atlético y hábil, que puede jugar en las dos posiciones interiores. Es un gran chico y un buen estudiante y será un buen representante de nuestra universidad», dijo en declaraciones a la web de South Florida. En cuanto a los estudios, el pívot no tiene claro qué estudiará -se inclina por 'marketing' o algo relacionado con la administración deportiva-, por lo que hará dos primeros cursos comunes a todas las carreras, algo que permite el sistema educativa americano.
Publicidad
Antes de su empezar a escribir un nuevo capítulo en su aventura americana, Rubén regresará en unos días a Marbella, para poder volver a disfrutar d e sus amigos, de su familia, de la comida española o de las playas de la Costa del Sol. «Estoy loco por volver», reconoce. Aún no tiene claro si podrá acudir a la llamada de la selección nacional sub-20, ya que en Estados Unidos también hay una pretemporada, en la que se combina el trabajo con el equipo con las clases.
Este pívot de 2,10 tiene aún todo su futuro por delante y no quiere ni pensar más allá de la próxima campaña: «¿La NBA? Ahora mismo ni me lo planteo. Voy a intentar hacer lo mejor posible mi primer año en la Universidad y después ya veremos qué pasa». Palabras con criterio de alguien que dejó su casa, su familia y su club de formación para intentar alcanzar su sueño, al otro lado del Atlántico.
Suscríbete durante los 3 primeros meses por 1 €
¿Ya eres suscriptor? Inicia sesión