Zoilo Blanca en su estudio. Antonio contreras
La Granizada

Zoilo Blanca: «Una buena fiesta me carga la pila artística»

El pintor malagueño, en plena eclosión, reconoce que le aburre el arte «con un mensaje muy claro»

Miércoles, 13 de agosto 2025, 00:24

Zoilo Blanca Marín (1997) viene con sello chango y artista ya desde la cuna. Lo chango le viene de la uva palomina, de Don Zoilo, ... un vino jerezano con cuerpo y aroma, cuyos viñedos tiñeron la infancia de Antonio Blanca Marín, padre de Zoilo. Lo artista le viene (también) de su padre, pero cala y enraíza más profundo que el nombre. A Zoilo se le cría con culto al óleo en calle Alemania, sobre un lienzo del Soho que nada tiene que ver con el barrio turístico y cosmopolita que hoy conocemos. Los trazos de entonces presentaban un Soho más promiscuo y descuidado, tierra fértil para menudeos y maleantes. Esta curiosa composición, que pone un pincel en sus manos desde una edad muy temprana, llevan a Blanca a dar el salto a lo profesional desde hace dos años. SUR charla con un artista que se considera «autodidacta itinerante», que se identifica con aquel Soho decadente y marginal y rehúye del cuadro que hoy se dibuja. Se niega a promocionar nada. Aquí solo busca una buena conversación.

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–¿Morir sin amigos o sin pareja?

–Sin pareja pero con amigos, claro.

–¿Cuál fue tu primer cuadro?

–Mi primer cuadro fue una copia de una escultura que hay en el Louvre, que lo hice por puro aburrimiento al no querer estudiar en tercero de la ESO. Y al ponerme a copiarlo me dije: «Ostras, esto es tremendamente difícil». Y me quedó bien, estoy orgulloso. Todavía lo conservo, es mi primer dibujo, la primera obra en la que yo me esmeré y la recuerdo con mucho cariño. No sé ni cómo se llama la escultura (Caballos de Marly, creadas por Guillaume Coustou en el siglo XVIII), pero había un caballo enorme.

–¿Qué significó para ti ese primer cuadro?

–Darme cuenta de que era un reto que a mí me parecía muy apetecible.

–¿Fue ahí donde descubriste que querías ser pintor?

–Ahí descubrí que pintar es una cosa muy seria.

–¿Y que querías dedicarte a ello?

–No, que quería dedicarme a ello fue en el Museo de Orsay, de París, viendo un cuadro que se llama 'Los romanos de la decadencia', de Thomas Couture. Un amasijo de tíos borrachos como en un convite romano. Hay gordos, prostitutas, beodos, gente medio tirada por el suelo, gente subiéndose a esculturas y rompiéndolas. Cuando me puse delante de ese cuadro y me metí en esa escena tan extraña y peculiar… Ahí es cuando dije: «Me quiero dedicar a la pintura».

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–¿Qué es el arte?

–No estoy preparado para responder a esa pregunta.

–¿Y para ti?

–Generalmente suele ser una cosa o acción completamente inútil que te provoca una sensación especial, muy parecida a cuando ves un día de invierno o la lluvia caer. Esa perspectiva estética, añadida a una acción o artefacto completamente inútil.

–¿Cómo definirías tu arte?

–Una mezcla entre broma y homenaje al arte clásico. Del que he mamado y admiro.

–¿Broma?

–Sí, porque mejor que Velázquez no voy a pintar, pero si tengo que pertenecer a un linaje de pintores yo quiero asemejarme más a Velázquez que a Maurizio Cattelan. Como no puedo ser mejor que él y es un momento que ya pasó solo me queda la admiración y el homenaje, pero dándole un toque irónico porque estamos en un momento en el que eso ya no tiene cabida, no tiene sentido.

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–¿Crees que tu arte tocará techo o simplemente se moldea?

–Hombre, espero crear en un futuro una obra original que no se parezca a nada. Por ahora sigo teniendo muchos referentes de los que bebe mi inspiración.

–¿Cuáles son esos referentes?

–En pintura tengo muchos. Me gusta Velázquez, Rubens o Van Dyck. Pero luego, lo que realmente me inspira, son las conversaciones con amigos, mi familia, una fiesta… una buena fiesta me carga la pila artística.

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–¿Crees que el arte es rebeldía?

–En muchos momentos lo ha sido, pero creo que vivimos en un momento en donde todo el mundo quiere ser rebelde. Y eso en cierto modo es agotador. Mi postura ante eso es volver a la ortodoxia más estricta: pintar con óleo, pincel y lienzo, como ya hacían hace quinientos años. Siguiendo ciertas normas clásicas. Lo cual, si lo pienso, volver a lo clásico, síi es un acto rebelde. Pero querer ser rebelde a toda costa me parece simplemente agotador y aburrido.

Zoilo Blanca. Antonio Contreras

–¿Alguna vez has pensado hacer algo que no sea pintura?

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–Sí, de hecho tengo desde hace tiempo en mi cabeza hacer algo cinematográfico. Me gusta mucho el cine y realmente viendo películas siento la misma sensación que siento yendo a un museo. Me apasiona, sé casi más de cine que de pintura.

–Como entendido, ¿qué película no puedo perderme?

–Hay muchas. Tengo muchas. Una que está entre mis favoritas es 'Ocho y medio', de Fellini. Es una película maravillosa que trata sobre la producción de una película que nunca llega a hacerse. Es básicamente una parálisis artística, siendo una película de dos horas en la que nunca acaba de ocurrir nada. Me encanta.

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–¿Qué buscas en tu arte?

–Pasármelo bien. Pasármelo bien haciendo un producto de calidad. Sufro mucho mis cuadros, pero eso es lo que más me gusta.

–¿Y en el de los demás?

–Que me genere cierta extrañeza. Que lo vea y no sepa exactamente qué es. Cuando el arte tiene un mensaje muy claro me parece aburrido. Cuando tiene cierta parte de misterio me genera dudas, y eso me gusta.

–¿Cuál es tu creación preferida?

–No sabría decirte, me gustan muchas. Probablemente la que todavía no haya hecho.

–¿Y de la que no estés orgulloso?

–De la que no estoy orgulloso me lo reservo para mí -ríe-.

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–¿Está vendida?

–Sí -ríe-.

–El mundo artístico tiene fama de promiscuo, ¿es así?

–En una capa superficial, sí. En una capa real hay mucha más promiscuidad en una discoteca de chavales que en el mundo del arte.

–¿Y que en un trabajo de oficina?

–El mismo e incluso menos en el arte. La promiscuidad en el mundo del arte es solo un activo social que se enseña para posicionarse muchas veces, pero la realidad es distinta. No digo que seamos unos pasmarotes, pero parece mucho más de lo que es.

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–¿Y la droga?

–Eso sí.

–¿Se usa como inspiración?

–No. Hay muchos artistas que la utilizan para desinhibirse, como el resto de gente. Pero al ser el mundo del arte de apariencia erótico festiva tienen siempre una oportunidad para hacerlo.

–¿Hay musas en tu arte?

–Sí.

–¿Quiénes?

–Hay algunas que no quiero decir. De las que quiero decir te diría mis amigos, mis compañeros de estudio y mi madre.

–¿Conoces el amor?

–El de familia sí. El de pareja tengo mis dudas. Creo que cuando te llega es indiscutible y yo no creo haber experimentado esa sensación.

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–Entonces no tienes dudas, ¿no?

–He llegado a querer mucho. Más de lo que me han querido muchas veces. Pero tanto como llamarlo amor, ese sentimiento irrefrenable… no sé si lo he sentido.

–¿Y la soledad la conoces?

–Sí.

–¿Te da miedo?

–Si es impuesta, sí. He visto a gente muy grande de mis círculos cercanos acabar sola y no lo quiero para mí.

–¿La que tú has conocido es impuesta?

–En muy pocos momentos. Me gusta estar solo, pero rodeado de gente.

–¿Eres social?

–Sí. Precisamente, como casi siempre estoy rodeado de gente, me las doy de solitario, pero cuando realmente toca estar solo, no me gusta ni un pelo.

–¿E individualista?

–Sí. Creo que todos, buscando nuestro propio beneficio, mejoramos el mundo. Desconfío profundamente de la gente que quiere cambiar el mundo, que quiere que todo el mundo vaya en un único camino. Suelen ser gente que no son capaces de llevar una vida ordenada.

–¿Crees entonces que el individualismo es necesario?

–Creo que únicamente existe el individuo, que la sociedad y el colectivo no existe como tal.

–¿Y materialista?

–Sí, incluso a veces frívolo. Creo que es una manera inteligente de lidiar con lo tremendo que a veces tiene la vida.

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–¿El arte es material o emocional?

–El arte es las dos cosas.

–¿Ambas por igual?

–Bueno, depende. Cuando la antigua Grecia hacía esculturas de bronce eran materialmente ricas, pero emocionalmente espectaculares también.

–Hay heridas que cicatrizan pero no sanan, ¿hay de esas en tu piel?

–Sí. He vivido tragedias fuertes que prefiero reservar para mí, pero he mirado el abismo de cerca.

–Los pilares de una persona.

–Los padres en la juventud, los hijos y el trabajo en la madurez.

–¿Son los tuyos?

–La primera parte sí. Hijos todavía no tengo, pero están en la lista. Vengo de una familia de padres separados y uno siempre quiere lo que no ha tenido. Uno de mis sueños es formar una familia, comprar un castillo en Francia y que todos vivamos allí.

–Te voy a dar una frase para que la termines tú: «Las emociones y el artista…»

–Te la voy a cambiar, si me lo permites: «El artista no debe preocuparse por las emociones o el mensaje de su propia obra».

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–¿Te gusta tu arte?

–A ratos. A veces sí y a veces no. Incluso el mismo día me gusta y me deja de gustar.

–Pero sigues adelante.

–Sí, porque tengo la promesa de que el próximo cuadro me guste de verdad. Aún no ha llegado ese cuadro con el que diga: «Puedo jubilarme, lo he conseguido todo».

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