Ñito Salas

El refugio rural del arte a media hora de Málaga

Villanueva del Rosario ·

Empezó como una rareza de un par de creadores, ahora es un fenómeno. Un buen número de artistas repuebla el municipio y agita su vida cultural

Domingo, 15 de enero 2023, 00:23

Entre las dos casas más alejadas de esta ruta no hay más de diez minutos a pie y algo menos de un kilómetro de distancia. ... Un trayecto corto, pero de una intensidad que pocos imaginan. Y no por las cuestas, recovecos y calles estrechas que dan carácter a este pueblo blanco del interior de Málaga, que también, sino por quienes lo habitan. Artistas plásticos, 'performers', ceramistas, gestores culturales, diseñadores gráficos, una bailarina, una ilustradora, un fotógrafo, un músico… «La comunidad», dicen. Villanueva del Rosario experimenta en los últimos dos años un fenómeno inusual, una vuelta a lo rural protagonizada por un buen puñado de creadores que agitan la vida cultural del municipio y reavivan su casco histórico.

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En este recorrido hay casas centenarias ya rehabilitadas como hogar y taller, viviendas convertidas en galerías de arte y proyectos en plena construcción que aspiran a trazar en un futuro un circuito cultural alternativo, fuera de la gran ciudad y al margen de los cauces oficiales del arte. Un movimiento que impulsan quienes se han visto expulsados del núcleo urbano, con precios desorbitados para espacios minúsculos, pero que se consolida por la calma del campo y la sensación de formar parte de un grupo con intereses compartidos. Y lo mejor de todo: a solo media hora en autovía de Málaga capital.

El punto de partida está en la calle Carrera, 38, el germen de esta revolución artística: la Residencia Rara. Allí reciben con su enorme sonrisa Verónica Ruth Frías y Cyro García, dos creadores inquietos. Hoy son unos visionarios, hace cuatro años les llamaban locos. Pocos confiaban en que una iniciativa como esta, una casa concebida como refugio para la producción y la exhibición de arte, pudiera funcionar en un municipio de apenas 3.400 habitantes, un censo que sigue a la baja estadística tras estadística. Han pasado ya más de tres años de su apertura (octubre de 2009) y Rara no solo marcha, sino que ha sido el gancho para que muchos de los artistas que pasaron por allí ahora pueblen Villanueva del Rosario.

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Cada domingo Residencia Rara es un lugar de peregrinación para quienes tienen inquietudes artísticas en el pueblo y en los alrededores. Hoy, además, hay inauguración (de 12:00 a 14:30 horas): Ana Sánchez y Mateo Chica expondrán los trabajos que comenzaron durante su estancia en Villanueva el pasado octubre. «Es nuestra misa de los domingos», ríe Cristina Savage.

Junto a ella, artista, fotógrafa y 'performer', nos dirigimos hacia calle Canalejas, 19, su futura casa. Las hormigoneras, carretillas y sacos de tierra conviven con un tórculo para hacer grabados y cajas con el atrezzo de sus intervenciones. «Aquí estará el taller», explica junto a su pareja, Javier Vegas, arquitecto y el único autóctono del pueblo de esta 'comunidad' con arte. «Pero del pueblo somos ya todos», apostilla él. En los 2.000 metros cuadrados de parcela que se extiende frente a ellos, ambos han ideado una residencia artística orientada a la formación multidisciplinar. «Queremos generar esa mezcla entre profesionales de fuera, artistas de aquí y vecinos». En una primera fase, este mes de marzo, acogerán como invitada a la 'performer' Jessica Fairfax Hirst.

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Algo así en la ciudad «sería inviable». Yla frase vuelve a escucharse en calle Fuente, 12, la vivienda y próxima galería de Ignacio del Río. El fotógrafo y responsable de un espacio artístico en el Soho ha acondicionado la parte superior como hogar, mientras en la planta baja avanzan las obras para abrir una zona expositiva y de enseñanza para gentes de fuera y «mis vecinos». Le animó el precio, pero con el tiempo los motivos para quedarse son otros: «La humanidad que proporciona un lugar pequeño no la encuentras en los grandes núcleos urbanos», explica segundos antes de saludar con un «¡buenos días!» a la señora que pasa a su lado.

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Caja de sorpresas

Justo enfrente, Pilar Bandrés y Ramón Paredes, un matrimonio de ceramistas, se asoman tras la puerta de su casa. Es una caja de sorpresas, como la inmensa mayoría de estas construcciones antiguas: una pequeña fachada da paso a un laberinto de estancias y patios que parecen no tener fin entre la sierra y los tejados del pueblo. Accedemos por un taller donde se acumulan las piezas, las esculturas y hasta los pendientes elaborados artesanalmente por la pareja. Muy pronto abrirán los domingos para la venta al público. Conocieron «las bondades» de este lugar en 2019, cuando Bandrés fue la primera residente de Rara. Tras toda una vida en la ciudad, una vez jubilados y con los hijos ya mayores, se mudaron al pueblo: ganaban en tranquilidad y en metros para crear.

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Su entrada principal da a calle Posadas, 16, y un poco más adelante, en el número 8, espera la gestora cultural Susana Hermoso-Espinosa. Es la sede de Hidden Gallery y del «laboratorio de performance» de Marc Montijano. La 'galería oculta' se inauguró este verano con una acción en la que participaron Chema Lumbreras, Cyro García, Ddarko, José Medina Galeote, Noelia García Banderas y Verónica Ruth Frías. Algunas de las lecheras de barro que intervinieron aún se ven en las antiguas cuadras de esta casa consagrada a las artes vivas, de abajo a arriba: subiendo por las escaleras se descubre una inmensa sala con techo a dos aguas e imponentes vigas vistas de madera donde Montijano investiga para sus creaciones.

Esa estructura es otra constante en las casas de pueblo: es la habitación con más altura y la más elevada, el lugar donde en otro tiempo probablemente se almacenaba el grano y cuyas dimensiones ahora permiten múltiples posibilidades. «Decir que el arte está muerto es como decir que murió el amor», se lee escrito a bolígrafo en una columna de la tercera planta a dos aguas de la vivienda de Mimi Ripoll. A un lado se ve la campana de la Iglesia, al otro la montaña. Es La Ecléctica, un espacio multifuncional apto para todas las disciplinas artísticas, con residencia para creadores y su propio estudio. «En realidad la ecléctica soy yo», dice entre risas la artista con su inconfundible acento argentino. En estos momentos hay obra y obreros por todas partes con el reto de empezar a funcionar antes de abril. «Es el sueño de mi vida», confiesa.

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Para Sara Sarabia el pueblo no entraba en sus planes. Ella es una mujer del centro de la ciudad, una gestora cultural acostumbrada a la frenética actividad de la capital, diseñadora en un estudio de arquitectura y fundadora de la asociación EAMálaga (Encuentra Arte en Málaga). Pero el confinamiento lo cambió todo: la subida del alquiler y la experiencia del teletrabajo la acercaron al pueblo. Y está feliz. «La comunidad que nos hemos encontrado aquí es maravillosa. Hay una relación más cercana y amable con la gente». Hace ya dos años que se instaló con su pareja Fabián Vroom, analista de operaciones de ciberseguridad, en una coqueta casa de calle Peligro, con piezas de los artistas de Villanueva decorando su entrada. Al fondo, un gran patio con su propio huerto se perfila como escenario cultural. Ya han celebrado allí algún concierto de Sofar Sounds (música en lugares no convencionales), pero podría ir a más: «Me gustaría traer artes vivas al jardín», avanza Sarabia.

Estar en Villanueva les permite vivir para trabajar, y no al revés. «El alquiler en Málaga era el doble de lo que pagamos por esta casa de seis habitaciones. Los precios en la ciudad no son compatibles con tener tiempo libre», apuntan el músico Daniel Blacksmith y la videógrafa Yolanda Montiel, los nuevos propietarios del número 23 de la calle Jaén. Aquí pueden permitirse ocupar una habitación entera solo con los muchos instrumentos del músico y productor.

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Sucede igual con la nueva hornada de artistas que ha optado por alquilar. «Ahora tengo mejor calidad de vida.Tengo más tiempo para dedicarme a mi faceta artística y está tan cerca de la ciudad que no supone ninguna pérdida», reflexiona el diseñador gráfico Raúl Navas, que cambió hace cuatro meses el ajetreo de Pedregalejo por la paz de Villanueva. «Lo hice por el entorno y por esta gentuza», bromea señalando al resto de los artistas. Lo mismo piensa el ilustrador y humorista gráfico Omar Janaan: «la comunidad» ha sido clave en su apuesta. La del arte y también la autóctona. Un rato antes de esta entrevista, charlaba amigablemente con su vecino Pepe. Planea dar talleres de humor gráfico en el pueblo y montar en su estudio un set de grabación para hacer pedagogía del humor.

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Dos meses llevan en Villanueva el artista Saúl Wes y la bailarina Laura Maíllo, especialista en la danza contemporánea japonesa 'butoh'. Ambos buscan ya locales en el municipio para crear e impartir clases de baile. Tras vivir en plena naturaleza durante una larga temporada, aquí han encontrado un trato «familiar y cercano» sin renunciar a lo rural. Y dos días lleva en su piso de alquiler Quan Zhou Wu, la autora e ilustradora tras la firma de Gazpacho Agridulce. Se quedará, de momento, el tiempo necesario para terminar la novela gráfica que publicará con Astiberri y que ya inició en Rara.

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Un artista atrae a otro y el fenómeno crece. Con excepciones:los diseñadores gráficos Jorge Alcalde y Javier León se lo encontraron por casualidad cuando adquirieron una casa a medio terminar en la entrada del pueblo, en calle Arroyo. «Y hemos hecho una buena piña. No te aburres en el pueblo», reconocen en su moderna cocina, con un inmenso ventanal abierto directamente a la sierra. Y entonces se entiende todo. Por delante queda media hora de camino a la capital para asimilarlo.... y buscar el momento de volver.

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