Sr. García .
CRUCE DE VÍAS

Los vecinos salvajes

Abrí la puerta y salí corriendo para atraparlo, pero fue más rápido y se quitó de en medio sin que pudiera hacerle ninguna foto

Sábado, 26 de septiembre 2020, 01:15

La pantera negra que unos vecinos de Ventas de Huelma descubrieron paseando por los alrededores del pueblo ha despertado la imaginación y la memoria de ... quienes alguna vez tuvimos un felino o conocimos a alguien que convivía con animales salvajes en su propia casa. Ayer, sin ir más lejos, vi un cachorro de tigre atravesando la terraza. Abrí la puerta y salí corriendo para atraparlo, pero fue más rápido y se quitó de en medio sin que pudiera hacerle ninguna foto. Entonces recordé a Tigre, el mamífero felino que vivió con mi padre durante diecisiete años. Cuando yo nací, el tigre ya había muerto. Nadie le hizo nunca ninguna foto, pero mi padre lo mencionaba a menudo en las conversaciones como si hubiera acogido a un refugiado de la selva. En el pasillo de casa había una despensa que siempre se llamó El Cuarto del Gato, incluso cuando Tigre ya había desaparecido. Allí se guardaban latas de conserva, tarros de cocina y artículos de limpieza. Cada vez que yo entraba en el cuarto tenía la sensación de ver el espíritu del gato gigante.

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En nuestra misma calle, un poco más arriba, vivía Tomás, un fotógrafo amigo de mis padres que tenía un cachorro de león que se llamaba Clarence. Durante los meses de verano Tomás lo llevaba a la playa y hacía su agosto fotografiando a los bañistas con el león en brazos. Todavía guardo una foto del 28 de julio de 1961 en la que aparezco feliz y contento con el rey de la selva sentado en mis rodillas. Hasta que el cachorro creció más de la cuenta y pasaba encerrado las 24 horas del día en una de las habitaciones de la que no salía ni siquiera para hacer sus necesidades. Entonces Tomás sustituyó a Clarence por Judy, un chimpancé que siempre iba vestido como una persona. Tomás solía pasear con su nueva mascota por el barrio. Una mañana de domingo me hice una foto con el chimpancé, los dos cogidos de la mano como si fuéramos juntos al colegio. Después mi padre entregó a Judy una moneda de plata que guardó en el bolsillo del pantalón.

Un sábado por la mañana temprano, un toro de lidia se escapó del camión que lo trasladaba a la plaza y entró en el portal de casa. Mi padre encerró a toda la familia en la última habitación del piso bajo donde vivíamos hasta que consiguieron atraparlo y llevarlo de nuevo al camión. Luego dijeron que el astado estuvo olisqueando la puerta de casa sin emplear la violencia. Al día siguiente dieron la noticia en el periódico y ese mismo día por la tarde lo mataron de una estocada. Se llamaba Curioso, no he olvidado el nombre de aquel toro. Era negro y grande, como la pantera de Ventas de Huelma.

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