Borrar

Mazinger Z: ¡Puños fuera!

¿Qué es lo primero que ve un niño en una pantalla? Dibujos animados. Y esos dibujos se conforman como una suerte de antología serial

miguel ángel oeste

Lunes, 23 de enero 2017, 02:10

Se suele decir que la vida es una obra de teatro. Tal vez fuera así en siglos pasados, pero no desde mediados del siglo XX. La vida ahora, más que ninguna otra cosa, tiene modelo de serie. ¿Qué es lo primero que ve un niño en una pantalla? Dibujos animados. Y esos dibujos se conforman como una suerte de antología serial. Luego, pronto, llegan las series de diversa índole. Pero no solo lo que se ve en la infancia y primera juventud está ligado a lo serial. También las lecturas, ya sean cómics o literatura juvenil. ¿Quién no ha leído las aventuras de Los Cinco de Enid Blyton o las de Peter Parker como Spiderman, creado en los sesenta por Stan Lee y Steve Ditko? Las estructuras repetidas de la serialidad conectan con lo cotidiano más que ningún otro patrón narrativo. Nos hacen confiar, porque conocemos a los personajes, cómo se mueven y cuáles son sus objetivos y deseos. Es una de las primeras formas de leernos a nosotros mismos.

Cuando era un niño, los fines de semana, después de comer, esperaba con ansia los dibujos que programaran en Televisión Española. Desde el furor de Mazinger Z a Dragones y Mazmorras a La vuelta al mundo de Willy Fog o Ulises 31. Había solo dos canales y la sensación de que existía más diversidad en la pequeña pantalla de la que hay en la actualidad, exceptuando las plataformas. Por eso, o por generación, nuestra vida jamás será una obra de teatro, se moverá por los círculos viciosos y de repetición serial, por los paradigmas con los que hemos crecido. La influencia del serial como modelo de vida desde la infancia no creo que sea algo exclusivo de mi generación. La llamada novela por entregas existe desde mediados del XIX, cuando muchos escritores publicaban sus novelas por capítulos en un periódico. En el siglo siguiente las familias se pasaban las tarde pegadas a la radio escuchando seriales interminables.

En la entrevista que acompaña este texto, Manuel Martín Cuenca confiesa que Mazinger Z marcó su infancia. ¿Y la de cuántos chavales? ¿A cuántos no le hubiese gustado ser Koji Kabuto y pilotar ese robot gigante y decir aquello de «puños fuera»? También alude al componente machista de este anime. Es obvio que un niño ni se lo plantea. Ya puestos: tampoco los padres. O la mayoría de ellos. Pero manifiesta un rasgo evidente, las series funcionan como reflejo social que se extiende en la vida. Y acaso estas primeras series más que ninguna otra puesto que funcionan en niveles de conciencia diferente. ¿Qué chaval de la década de los ochenta no ha gritado «puños fuera»? Ahora sigue predominando el personaje masculino, pero hay mucha más diversidad y cada vez encontramos más personajes femeninos relevantes, dinámicos, con una fortaleza mayor que el hombre. La vida, menos mal, está cambiando. Y las series se manifiestan como uno de los primeros eslabones de ese cambio. Ahora no solo se grita «puños fuera».

Publicidad

Publicidad

Publicidad

Publicidad

Esta funcionalidad es exclusiva para suscriptores.

Reporta un error en esta noticia

* Campos obligatorios

diariosur Mazinger Z: ¡Puños fuera!

Mazinger Z: ¡Puños fuera!