Salvador Salas
La Granizada

Teté Vargas-Machuca: «Me gusta mucho la cochambre, todo lo que esté gastado»

La artista malagueña encuentra la belleza en la imperfección. Con lo que nadie quiere y nadie mira ella compone 'collages', libros pop-up y objetos singulares

Domingo, 27 de julio 2025, 00:29

Cuando Teté Vargas-Machuca abre las puertas de su casa, se accede a otro mundo, al suyo, un universo plagado de personajes extraños y rostros ... hieráticos que miran fijamente desde las paredes. Hay objetos antiguos y espejos de azogue en los que ya nada se refleja. La artista malagueña (Málaga, 1949 ) encuentra la belleza en la imperfección, «en la cochambre», en lo gastado y usado. Con eso que ya nadie quiere y nadie mira compone 'collages', libros pop-up y objetos singulares que la convierten en una de las creadoras más genuinas del arte contemporáneo malagueño.

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–¿Cómo se lleva con el calor?

–Fatal. A ver si con el cambio climático en vez de que no haya invierno, no hay verano. Otra glaciación. Con el calor no tienes ganas de nada.

–Entonces para la creatividad, el verano no es bueno.

–Es horrible. Yo suelo tener muchas ideas, tantas que la cabeza es como un saco y hay veces que no las sé ordenar. Ahora no tengo ni el saco (ríe). Además, es que la gente se desborda, es como si sacara lo peor. La música alta, las motos haciendo ruido, todo parece que tiene que ser fiesta, viajes, turistas… Horror. Y más a estas alturas de mi vida. Todavía cuando era joven me iba a la playita, ¡pero ahora ya ni eso con los pellejos!

–¿Cuál fue el mejor verano de su vida?

–El del 68. Era muy jovencita y estaban las hormonas desatadas. Fue fantástico.

–¿Pero qué hizo?

–¡De todo! En mi casa decía mi madre 'a Torremolinos no se va'. Pues allí que íbamos. Me tenía que inventar dos mentiras, una de que iba a otro sitio y otra para tener una coartada por si me pillaban.

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–Y en Torremolinos estaban todos los modernos.

–Allí no había nada más que extranjeros. Yo creo que es que mi madre no conocía Torremolinos realmente, aunque mis padres eran muy abiertos. Yo me he puesto minifaldas, he salido por la noche, me he ido a dormir a casa de fulanita para tener más manga ancha… Vamos, lo pasé estupendamente.

«Está todo hasta arriba. Yo no quiero gente, yo quiero ver los sitios vacíos, y eso ya es imposible»

–¿Con qué artista se tomaría una granizada?

–Con Holbein y con Van Eyck. Son los que me gustan.

–Se nota esa influencia del arte flamenco de Van Eyck en los rostros de sus obras.

–No me extraña nada. Pero una cosa es que me guste su pintura, y otra es que sean unos coñazos, que podrían ser. Entonces los mandaba al carajo inmediatamente. ¿Entiendes? Y que no sean pintores, Miguel Hernández. Ahora mismo preparo una exposición para el museo donde está parte de su legado y cuando me he metido más en su vida, he alucinado. Con él me tomaría un dry martini.

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–También es fácil alucinar con usted, tiene un universo interior muy peculiar. ¿De dónde viene?

–Pues mira, no lo sé, me monto unas películas que no te puedes imaginar. Casi todas tétricas, soy muy pesimista.

–Pero también muy irónica.

–Porque a mí me da mucho pudor contar mis penas y que me vean sufrir. Ni con los amigos cuando voy a tomarme un dry (martini) busco tener una conversación profunda. No, esas las tengo yo conmigo misma.

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–¿Con qué 'manualidad' de las suyas anda ahora?

–Estoy recortando, haciendo cosas con resina y sigo con los libritos. He vuelto otra vez a la infancia. Mi padre era médico y con los prospectos de medicina que le mandaban de propaganda, los recortaba y me hacía de todo. Porque no había de nada. Cuando ahora me meto en un chino, ¡dios mío, si yo esto lo hubiera pillado de chica! Me compro cosas porque brillan y punto. También he vuelto a pintar al óleo, pero ahora la mitad de las veces estoy con la tablet viendo cosas. Como hacen las viejas.

«Soy como Drácula»

–¿La palabra vieja le asusta?

–Yo no la puedo aguantar. Mi hermana y yo nos reímos mucho. «¿Has visto tú dónde se nos ha puesto la barriga? ¡Y el culo aquel respingón que teníamos!» Yo no me miro en el espejo, soy como Drácula, me ducho a oscuras, yo no quiero ver miserias. Ahora soy la más vieja y antes era la más joven. ¿Esto cómo es?

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–¿Y de dónde salen esos personajes tan extraños de sus obras?

–Yo soy muy morbosa. Tú sabes que en las redes, como mires una cosa, ya solo te salen esas cosas. Bueno, pues como yo miro momias y arqueología, pues me acribilla a momias, de lo cual yo me alegro. Me han gustado desde que era chica.

–Son personajes deformes, raros, ninguno es perfecto.

–Yo veo la belleza en la cicatriz. Cuando yo era chica no había filtro, ni en los cuentos, ni en nada. Y entonces te decían 'mira, fulanita de tal no tiene nariz porque se la ha comido una rata'. Y el niño empieza a darle vueltas a eso. Yo miraba los libros de medicina de mi padre y veía las deformidades y las enfermedades. Las anomalías me chiflan.

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–Y también le gustan las cosas viejas y estropeadas del rastro.

–Sí, me gusta mucho la cochambre. Cosas que a veces me da hasta vergüenza porque dirán ¿por qué querrá esto esta señora? No me importa que no sea antiguo, lo que yo quiero es que esté estropeado. A mí me gusta todo lo que esté gastado. Si voy a una iglesia lo que más me gusta es la sacristía, donde está el santo que no tiene brazo o las cosas que se guardan en los cajones.

–¿Se siente un verso suelto del arte?

–Sí, y más a estas alturas de la vida. La gente no se lo cree, pero yo prefiero exponer en un sitio pequeño donde me facilitan todo que exponer en el MoMA si eso me va a crear complicaciones. Soy poco ambiciosa, tengo mi ego como todo el mundo, pero poco. Figurar me da igual.

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–Dejó los montes y se ha instalado en la ciudad. ¿Qué hará este verano?

–Saqué la conclusión hace muchos años que en verano, en tu casa. Todo está hasta arriba de gente. Yo no quiero gente, yo quiero ver los sitios vacíos, y eso ya es imposible. ¿Sabes dónde los veo yo? En la tablet viajo a Afganistán, voy a la Capadocia y a Pompeya, pero aquí sentada.

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