Sr. García .

Testamento

Cruce de vías ·

Los fantasmas han salido de la penumbra para compartir la vida conmigo, sólo ellos me acompañan

El otro día decidí poner orden al desorden de la vida cotidiana que reina en mi casa. A mi alrededor sólo había montones de ... objetos que no servían para nada. Abrí cajones y descubrí fotos antiguas que apenas nunca miraba. Pensé que mientras tuviera memoria no hacían falta las fotos para guardar el recuerdo. Los libros estaban por todos los rincones, unos encima de otros. Más libros y películas cubrían las paredes. También papeles, recortes de periódicos, cuadros, cosas curiosas de los viajes... La vida pasada envolviendo el presente. Entonces comencé a romper y tirar las fotos a la basura. Antes de partir los cuerpos de papel, miré los rostros sonrientes y sentí un dolor extraño al verlos por última vez. Pero enseguida espanté el remordimiento y seguí rompiendo en pedazos el pasado.

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Abrí los armarios e introduje en bolsas de plástico la ropa que no utilizaba. Me acordé de Carlos, el estudiante de medicina con el que compartí pensión en Granada durante la carrera. Era un hombre rico y sin edad. No sé cuántos años llevaba estudiando y todavía tenía asignaturas pendientes de primero. El caso es que se compraba una camisa y no se la dejaba de poner ni un solo día hasta que la tiraba y compraba otra. No sé cuánto le duraba cada camisa porque todas eran blancas. A pesar de ser rico, Carlos tenía el armario vacío. También leía novelas y luego las regalaba. Estuve unos meses en esa pensión y después alquilé una casa en el Albaicín. Si Carlos todavía vive, no me extrañaría que continuara estudiando medicina y hospedándose en la misma pensión. Lo recuerdo y lo envidio. Un hombre sin problemas, si le hubiera sorprendido una catástrofe, me refiero a un incendio o un terremoto, él habría salido a la calle con lo puesto y sin dejarse nada en la habitación, tal vez el pijama, el cepillo de dientes y poco más.

Los libros y las películas pensé venderlos, pero al comprobar lo poco que pagaban decidí regalarlos. Esta es la herencia de un fetichista. Ahora la casa se ha quedado vacía con las huellas de los cuadros y las estanterías en las paredes blancas, como las líneas de sombra en los cuellos de las camisas de Carlos. Los fantasmas han salido de la penumbra para compartir la vida conmigo, sólo ellos me acompañan. Estoy encerrado en un acuario sin peces, sin piedras, sin plantas, hundido en lo más hondo. No echo de menos nada, al contrario, me siento aliviado, como si me hubiera quitado un gran peso de encima. Por cierto, mañana tengo que tirar esta camisa y comprar otra del mismo color.

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