Sedimentos de la historia
Creo que fue Juan Goytisolo el primero al que le leí la comparación de la ciudad histórica con un palimpsesto, «manuscrito antiguo que conserva huellas ... de una escritura anterior borrada artificialmente». Es un hallazgo particularmente afortunado que luego se ha usado mucho, quizá en exceso, en aquellas disciplinas relacionadas con el hecho urbano. Para ejemplificar el símil no hay más que caminar hasta la calle Arco de la Cabeza y ser testigos de cómo la ciudad se reescribe sobre sí misma: allí asoma uno de los tramos de la muralla medieval que aún perviven. Sobre él se asentó en la segunda mitad del siglo XX un edificio comercial de siete plantas de altura que, en años recientes, experimentó un cambio de uso a residencial, lo que se tradujo en una remodelación profunda. Todo ello hace que hoy podamos leer en el solar un resumen de nuestra historia.
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