Sin los contraplanos del público y con música en directo, el aspecto técnico de la gala fue sobresaliente. A. C.

El Goya es para la agenda de Banderas

El malagueño emprendió una gala técnicamente impecable, pero que pecó de exceso de seriedad

Domingo, 7 de marzo 2021, 01:00

De tantísima seriedad, la ceremonia de los Goya terminó adquiriendo un tono que se volvía cada vez más fúnebre. Antonio Banderas ya avisó de que ... no haría una gala de humor, entre otras cosas, porque no le daba la gana. No tocaba. El cine es un reflejo de lo que somos y su ceremonia no podía convertirse en una jarana ni en un laberinto de frivolidades en las que cupieran bromas de pedos, como en la del año pasado. Para aligerar el trago, Banderas ha puesto buena parte de la agenda de su móvil al servicio del espectáculo. Durante muchos tramos de la ceremonia, el sentimiento que nos gobernaba era una profunda impresión ante la altura de sus contactos. Su Whatsapp es una constelación. También hay que decir que allí aparecieron individuos que a duras penas podrían citar cinco películas españolas recientes, pero ya no importaba; para cuando salió Barbra Streisand, pensaba que iba a cantar algún tema de 'Las Niñas'.

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La ausencia de público acentuaba la frialdad que impregnó sin remedio toda la gala. Ahora no tocan aplausos. Ahora toca un 'in memorian' que se convierte en algo global porque últimamente todos hemos perdido a alguien. Tampoco hubo políticos, y eso estuvo bien. Una cosa clara de esto es que no importa qué partido gobierne: la gala de los Goya suele suponer un mal trago para los ministros y los gobernantes que pasan por ahí. Se les enfocaba cuando hablaban de ellos, casi siempre mal, y tenían que poner cara de que le hubieran dado el premio al otro, como Sergi López anunciando un tongo cuando le dan el premio a su compañero.

La cosa fúnebre encontró su esplendor con el discurso del presidente de la Academia, Mariano Barroso, y se afianzó con la tristeza que produjo que sólo hubiera una candidatura a mejor película de animación. «Nos gustaría haber compartido nominación, pero muchos compañeros nuestros se han quedado en el camino». Ellos eran los únicos que estaban seguros de que iban a recibir el premio, junto al Goya Honorífico que cayó en las hermosas manos de Ángela Molina que lo recibió rodeada por alumnos de la ESAEM. Esta gala también nos ha demostrado que se puede contar con artistas de Málaga siendo de Málaga sin resultar provinciano.

Del aspecto técnico de la gala impresionó sobremanera que nada fallara Nunca jamás nos volveremos a gastar tres millones de euros para que los Goya se celebren en Málaga

Algo que saben bien los seguidores de ceremonias de premios es que no importa el talento que se haya puesto al servicio de la gala, ni el presupuesto, ni las mejores intenciones: los discursos de agradecimiento son capaces de destrozar cualquier guion. Ya está bien de la típica enumeración de familiares y amigos, de profesores del instituto, la posibilidad de que te escuche tantísima gente para terminar hablando de «Óscar, gran microfonista y mejor persona». Ahora se añadía la oportunidad de sacar a tus hijos o al colega que tienes al lado. En esta versión zoom de los Goya, hemos aprendido a admirar también el interiorismo de las personas: la gente lo celebra mejor en su casa, con más ganas. Ahí estuvo la canción de agradecimiento de las vascas de 'Akelarre' o la fiestecita que tenía montada el actor de 'Adú'.

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Del aspecto técnico, impresionó sobremanera que nada fallara. Cómo no íbamos a tener miedo de una gala de los Goya si encima ahora se veían implicados docenas de equipos en cada lugar en el que se encontraba el nominado. O con una retransmisión en la que ninguna cámara podía enfocar prácticamente a nada que no estuviera sobre el escenario. Sin los contraplanos del público y con música en directo, el aspecto técnico de la gala fue sobresaliente. Y eso estuvo muy bien en una gala que habló de la penosa situación laboral por la que pasan los profesionales del cine y de la cultura, que casi nunca son los que vemos en las alfombras rojas desfilando (aunque, a veces, también). Y otra cosa importante que hemos aprendido después de esta ceremonia es que nunca jamás nos volveremos a gastar tres millones de euros para que los Goya se celebren en Málaga, como ocurrió el año pasado. Para eso tenemos a nuestro Antonio.

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