Alberto Díaz espolea a la afición en el partido del Unicaja contra el Andorra. Ñito Salas

El planeta de la B

Línea de Fuga ·

Una investigación del colegio sobre los resultados del Unicaja (de baloncesto) terminó en una charla sobre cómo se hace un periódico

Tienen cinco años y casi ninguno sabe lo que es un periódico. Lo ha comentado la seño en el grupo de WhatsApp de los padres ... y, claro, por alusiones, me ofrecí a ir una mañana para contarles cómo se hace uno. Llegamos ahí desde el planeta de la B. Verán, resulta que en el colegio de V trabajan cada trimestre a partir de una letra, por la que empiezan los indicadores que sirven para organizar los contenidos. Ahora están (estamos) en el planeta de la B. Al principio del trimestre, cada alumno lleva escritas en un 'post-it' una palabra que empieza por la letra de marras, colocan los papeles de colores en un panel y, cuando ya identifican esa palabra y su significado, le colocan un palillo de madera al 'post-it' como si fuera una bandera y la clavan en la bola de corcho que hace de planeta. Ya es una palabra conquistada.

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Al asunto del periódico llegamos desde la palabra 'Baloncesto'. V y sus compañeros han buscado información sobre las reglas del juego, algunos han llevado canastas, otros un balón y entre todos han ido combinando teoría y práctica. Una de las tareas consistía en averiguar con la ayuda de los padres los resultados del Unicaja, para después compartirlos con el resto de la clase. La seño les comentó que podían buscarlo en el móvil, la televisión, el ordenador, la 'tablet' o el periódico. Y al final pusieron cara de póquer. V comentó que su papá trabajaba en uno de esos periódicos y todo lo demás vino rodado. Con el lío de los Goya decidimos organizar el taller después de la gala, pero antes de la cita V ya había aprendido la esencia de cualquier forofo deportivo. Para el Estudiantes-Unicaja, como había olvidado el periódico en el coche, buscamos el marcador en la aplicación de SUR para teléfonos móviles: 78-68. V puso cara mustia y concluyó: «Es que son malísimos». Y se encogió de hombros. Unos días después llegó el turno del Unicaja-Andorra. Ahí nos curramos un marcador guapísimo, la verdad, con los escudos recortados en un folio en blanco y la letra de V nombrando los equipos, dos canastas dibujadas, un balón de baloncesto y una columna de pegatinas de unicornios con brilli-brilli para camuflar un trazo de rotulador negro equivocado. Como el partido empezaba más allá de los límites de la conciliación familiar, dejamos todo preparado para colocar el resultado a la mañana siguiente. Unicaja 84 – Andorra 75. Y delante de la taza de leche y del pan con mantequilla y sueño, V concluyó: «Es que son buenísimos».

V ya había aparecido por el cole unos días antes como una estrella de cine con la camiseta oficial del Unicaja puesta. Era casi de su talla. Nos la prestaron nuestros vecinos de abajo. Un día con la equipación; otro con los marcadores; alguno con una canasta o un balón y así, de a poco, V y sus compañeros van practicando compañerismo, psicomotricidad, paciencia y matemáticas sin salir del planeta de la B, que empieza en el baloncesto y llega hasta el salón de actos con un papá sentado en una sillita como un Gulliver asustado. Porque la seño ha convertido la presentación en una rueda de prensa. Ha preparado credenciales con hilos de lana y los nombres de los periódicos impresos, ha colocado una mesa con su silla y dos micrófonos para que se siente el entrevistado y ha dispuesto varias preguntas para que los alumnos se conviertan en periodistas acreditados. Así van preguntando cómo se hace un periódico, cómo se meten las fotos en las páginas, cuántos diarios se imprimen cada día. Uno de ellos ha planteado dónde se compran los diarios y muchos han respondido: «¡En el chino!». Y es cuestión de estudiarlo.

Lo han flipado muy fuerte cuando han sabido que la impresora donde se hace el periódico es tan grande como este salón de actos y que cada día se hacen muchos miles de ejemplares. Entre todos hemos hecho una portada que luego las seños han impreso para que se la lleven a casa como recuerdo y al final de la rueda de prensa se han abalanzado en un abrazo para que uno se reconcilie no ya con su vocación, sino con uno mismo.

Por lo visto V se pasó el día siguiente presumiendo de padre y a mí si me pinchan, no sangro. Claro que había que seguir explorando el planeta de la B. El otro indicador era 'bodegón' y en medio de la prisa cotidiana, en la habitación del fondo del pasillo que llamamos 'el estudio' como la madre de un amigo llamaba 'la biblioteca' a las revistas apiladas junto al váter, encontramos el catálogo de una exposición antigua en La Coracha sobre menaje histórico. Le arrimamos el último número de la revista del Ateneo dedicado a la memoria y la gloria de Eugenio Chicano. Llevamos los dos libros a clase. La idea era que compararan los bodegones clásicos con la modernidad de Chicano.

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Y se ve que algo han trabajado, porque esta mañana, cuando V ha echado por tierra el madrugón para escribir estas líneas y se ha venido al salón con sus playmobil, después de pensárselo un poco, ha confesado: «Papi, ¿puedes buscar más bodegones en los libros que tienes en tu periódico? Pero que no aparezcan animales muertos, por favor, que sólo aparezcan comida, un cesto y flores. Que no se te olvide, ¿vale?, que es para mi clase».

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