Suzette Moncrief, en la calle San Miguel, corazón de Torremolinos. Salvador Salas
La Granizada

Suzette Moncrief: «El reguetón dice poco, y lo poco que dice no aporta nada»

La cantante malagueña de origen neoyorquino, que este verano tiene una intensa agenda de conciertos en la provincia, recuerda sus orígenes y habla de sus aficiones y vivencias en el mundo de la música. «Mis espetos de sardinas, que no me falten en mi amada Málaga», afirma

Jueves, 7 de agosto 2025, 00:28

Suzette Moncrief nos cita en la plaza de La Gamba Alegre, lugar emblemático de Torremolinos donde además se encuentra la mítica Taberna Flamenca Pepe López ( ... antes El Jaleo), porque la neoyorquina se enamoró de esta localidad la primera vez que la visitó en 1974, cuando tenía poco más de 6 años. Luego volvió en varias ocasiones hasta que a comienzos de los 80 se instaló definitivamente en la Costa del Sol, donde se ha formado al tiempo que ha desarrollado una intensa carrera artística que la ha llevado a ser hoy una de las grandes voces del blues y el soul en España.

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Cantante de grupos legendarios del panorama local como la Free Soul Band y Lito Blues Band, Suzette ha tocado tanto con estas formaciones como en otros formatos y en solitario en los principales escenarios de la provincia: desde el Cervantes al ZZ Pub pasando por La Cochera o el Echegaray, y hasta en la calle. «Cada lugar tiene su algo; lo importante es interactuar con el público», afirma. Su agenda semanal es cada vez más intensa, con actuaciones casi diarias en bares, restaurantes, hoteles y salas de la provincia, donde repasa los clásicos de la música negra.

–Estamos sentados en el Kiosco La Gamba Alegre y la primera pregunta es obligada: ¿Cerveza o vino?

–En realidad prefiero el vino, pero para charlar… mejor una cervecita, que si no no sé lo que puede pasar (risas).

–¡Pues venga! De niña te viniste a vivir a Málaga con tu madre y tu hermano mayor, ¿qué recuerdas de aquellos años?

–De lo que más me acuerdo es de la paz que encontré aquí, lo natural que era todo y la sensación de libertad. Y eso me impulsó a quedarme. Vinimos desde Nueva York en varias ocasiones pero no pudimos quedarnos, luego mi mamá falleció y aquí es donde descansa, así que decidí quedarme.

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–¿Qué te impulsó a desarrollar aquí tu carrera artística?

–Yo no pensaba ser cantante profesional, deseaba cantar y bailar, pero como hobby. Quería estudiar Traducción, pero lo de cantar me vino como una sombra mágica que me recogió en el camino, me llevó al escenario y me dijo: esta es tu vida. Estudié canto y solfeo en el Ateneo de Málaga y desde entonces, hasta hoy...

–¿Pero siempre te gustó el mundo de la música?

–Eso viene de mi madre, de su inquietud por la cultura y todas las artes. Ella era profesora, una mujer muy culta, amante de la antropología, la sociología, la psicología y la música. Todos los viernes hacíamos una excursión para comprar discos cuando vivíamos en Nueva York y también encontraba su tienda cuando veníamos a la Costa del Sol. Le gustaban todos los estilos y tenía una gran colección, pero se los robaron. Teníamos que salir cada seis meses porque éramos extranjeros y todavía no habíamos decidido quedarnos definitivamente aquí, y en una de esas salidas le robaron su colección. Fue muy triste.

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–Además de todos esos estilos que escuchaste, en tu música hay una notable influencia latina...

–Tengo en los genes una mezcolanza étnica enorme. Me crié entre dominicanos, cubanos, puertorriqueños… Vengo de una familia de artistas, mi abuelo materno era el actor y compositor de Puerto Rico Juano Hernández, al que llamaban «el actor negro más versátil del mundo». Desde bebé yo oía todas esas músicas latinas, soul y blues todo el día, y después vino el pop también. Sentía fascinación por los shows de Broadway, aquellas coreografías y escenografías, esos sonidos.

«Soy de Nueva York y no puedo entender cómo puede haber racismo en un país en el que hay más gente diferente que en el resto del mundo»

–¿Cómo era Suzette de niña en Nueva York?

–Yo tenía mi amiga judía, mi amiga china, mi amiga japonesa... Era muy inquieta, para mí no había fronteras ni calles prohibidas. Y al final me hacía amigos en todas partes. Soy de Nueva York y no puedo entender cómo puede haber racismo en un país en el que hay más gente diferente que en el resto del mundo.

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–Entonces, de la política actual de EE UU mejor no hablamos...

–Como ciudadana del mundo lo único que tengo que decir es que tenemos que hacer que pierdan el poder esas personas que están destruyendo el mundo. El pueblo se tiene que levantar y no permitirlo, ya no es cosa de izquierdas o de derechas. Esta política de hacerse millonarios a costa de los demás conlleva una pérdida de valores y una manipulación enorme.

–De todas formas, ¿te gustaría cantar en su Nueva York natal?

–Pues la verdad es que sí. Me quedan pocos sitios por visitar, pero realmente nunca he hecho un concierto en Nueva York.

–¿Cómo te afectó la experiencia de tocar en la calle tras la pandemia?

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–La calle te marca brutalmente. Esa necesidad extrema de sentir, de comunicarse, de tocarse… Estábamos sufriendo una postpandemia y no podíamos ni siquiera acercarnos. No lo hacíamos físicamente, pero nuestras miradas, las sonrisas detrás de las mascarillas, el agradecimiento de la gente que me escuchaba y me hablaba… La gente agradecía poder ver a su cantante favorita, y además yo estaba arruinada tras cuatro meses sin poder tocar... Se me saltan las lágrimas al recordarlo.

–Y a día de hoy, ¿cómo está lo de subsistir haciendo música?

–Pues mira, si te organizas bien y eres una persona formal, humilde y respetuosa, te puede ir bien.

–En esos tiempos de problemas, ¿nunca pensaste hacer las maletas para irte a Madrid, a Barcelona, o volver a Nueva York?

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–Jamás. Yo vivo enamorada locamente de mi amada Málaga, para eso no hay remedio.

–Y si tuvieras que irte a una isla desierta, ¿qué libro y qué música te llevarías?

–El libro sería uno de supervivencia, porque no sabría qué hacer. Y en cuanto a la música, serían los discos de Billie Holiday. A ella la puedo oír toda mi vida.

–De hecho la has cantado mucho...

–El concierto más bonito de mi vida, el más grande, fue mi tributo a Billie Holiday en el Cervantes, con el teatro llenísimo hasta los topes. Precioso lo que viví.

–¿Crees que el soul y el blues son géneros mayoritariamente masculinos?

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–El soul y el blues, como todas las músicas, son una manifestación, una expresión de un pueblo. El hombre tiene acceso a todo antes y en mayor cantidad que la mujer. Hay muchas obras de mujeres de las que se han apropiado los hombres. Nosotras lo hemos hecho bien y vamos a seguir dejando claro cuál es el lugar de la mujer, que es igual que el del hombre. El soul ya te está diciendo lo que es: alma. Y el alma es de todo el mundo.

«Prefiero un bar con buenas tapas a un restaurante con estrella Michelin»

–¿Te gusta el pop español?

–Sí, me parece fresco y muy decisivo. Bueno, no todo todo, claro. A nadie le gusta todo… (Risas).

–¿Y del reguetón qué opinas?

–El reguetón, en cuanto a contenido, no me gusta. Me parece un poquito grotesco. Dice poco, y lo poco que dice no aporta nada.

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–Se te ha agotado la cerveza, ¿quieres beber algo Suzette?

–Sí, pero ahora una sin alcohol, una tostada.

– ¡Marchando! ¿A la hora de comer, prefieres un bar de tapas o un restaurante con estrella Michelin?

–Un bar con muy buenas tapas me gusta más.

–¿Te gustan los espetos?

–Me encantan. Mis espetos de sardinas que no me falten. El pescaíto frito también me gusta, pero últimamente lo como más a la plancha, que hay que cuidarse.

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– ¿Me puedes recomendar un sitio para comer aquí en Torremolinos?

–Por esta zona, La Bodega, Guerola y Ascuas. Y por supuesto este Kiosco La Gamba Alegre en el que estamos.

–¿En qué momento te encuentras como artista y como persona?

–En el ahora y gozando.

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