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María José Llergo: «Nos han hecho creer que el amor es aguantar, y yo aguanté más de lo que debía»

La artista cordobesa lleva el 12 de julio su mundo entre la tradición y la vanguardia al patio del Thyssen: «Va a ser un encuentro muy íntimo»

Jueves, 26 de junio 2025, 00:28

María José Llergo responde al teléfono desde la sierra de Cádiz donde lleva días componiendo. El qué y para cuándo lo mantiene en secreto. «Sorpresitas ... que no puedo contar», dice con su risa contagiosa la voz del nuevo flamenco. La cordobesa (Pozoblanco, 1994) prepara lo nuevo tras vivir momentos difíciles de los que da pistas en su último single, 'Bien de amores', una canción de empoderamiento y superación tras una relación tóxica. Una vez más, la música le salva. Ganadora de un Goya por su tema para 'Mediterráneo', Llergo transmite cercanía. Se maneja bien en las distancias cortas hablando y, sobre todo, cantando: el 12 de julio actuará en el patio del Museo Carmen Thyssen, dentro del ciclo de verano 'Música Thyssen. Conciertos íntimos' (entre 55 y 65 euros). Antes pasará por allí Bewis de la Rosa (4 de julio) y le seguirá Fillas de Cassandra (19 de julio).

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-Has cantado en lugares muy especiales y este, sin duda, es uno de ellos: el patio del museo Carmen Thyssen.

–Sí, el aforo es muy reducido. Va a ser un encuentro muy íntimo, que a mí me encanta. Va a haber mucha conexión con el público.

(Se va la línea)

–Perdona es que me pillas en mitad de la sierra de Cádiz componiendo.

–¿Y cómo va?

–Maravillosamente bien. Ayer nos acostamos a las cinco y media de la mañana haciendo música.

–Hay quien disfruta la composición y quien la sufre. ¿Tú en qué grupo estás?

–En el de disfrutar, sin duda. Si me dan a elegir, siempre me quedo con disfrutar.

–Lo último que hemos escuchado es 'Bien de Amores'. Cuando lo lanzaste escribiste: «Gracias a mis amigas, que me sostuvieron cuando estaba intoxicada por una relación que casi me cuesta la vida». Es muy fuerte eso.

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–Sí, pues así fue. Nos han hecho creer que el amor es aguantar muchas cosas, y yo aguanté muchas más de las que debía. Incluso poniendo por delante a una persona que me trataba mal frente a mi propia integridad. He aprendido que el amor no es eso, que eso es otra cosa. Se llamará control, se llamará abuso, se llamará maltrato enmascarado dentro de amor. Pero luchar por una relación no es aguantar maltrato, he aprendido eso.

«Te cuestionan todo por ser mujer, pero ya paso de eso. No tengo espacio mental para actitudes anacrónicas»

–¿Y de nuevo la música te salva?

–Siempre. Viene María José Llergo la artista y rescata a la persona.

–¿Se llevan bien las dos?

–Dios, se llevan increíble. La persona humaniza al artista y la artista engrandece a la persona.

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–Pero tengo entendido que te ha costado llegar hasta ahí, hasta que esas dos partes se entiendan.

–Sí. Muchas veces pensaba que era incompatible ser una buena persona, normal y corriente como soy, con ser artista y que te pasen ciertas cosas maravillosas, extravagantes y raras. Pero no, es súper compatible. Y mientras más feliz esté María José Llergo persona, más feliz va a estar María José Llergo artista.

–Imagino que escribir 'Bien de amores' te liberó. ¡Qué cara se le quedaría a esa persona!

–Es que no es por esa persona, es por mí. Esa canción no la hago por venganza ni con ganas de hacer daño o de convertirme en lo que esa persona era en mi vida, que era algo muy oscuro. No, lo hago por mí, por devolverme a mí mi luz.

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–Te habrán llegado muchos mensajes de gente que se siente identificada.

–Muchísimos, no te imaginas cuántos. Y mucha gente diciéndome que esta canción le ayuda a clarificar sus ideas, sus sentimientos, a tomar decisiones en torno al amor propio, a cuidarse. Esa canción gira en torno a los cuidados que a mí me ha dado mi red de apoyo y en torno a mi capacidad de superación.

–Y ahora, ¿cómo estás?

–Pues muy bien. Llevo todo el mes componiendo y estoy muy feliz, me gusta mucho hacer música. Mucho, mucho, mucho. Además estoy haciendo música con amigos y eso es lo más, porque entre nosotros nos entendemos mejor y creamos desde otro lado. No desde la competitividad, sino desde sentimientos puros, desde el amor, la amistad, la comprensión total y absoluta.

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«Animo a los jóvenes a que escuchen el relato de sus abuelos, que se atrevan a ser amables con ellos»

–Las mujeres siguen siendo siendo minoría en los carteles de festivales y en las agendas musicales, ¿qué te parece?

–Luego me río cuando dicen que ponen cuotas. Es muy necesario poner cuotas porque necesitamos igualar la estadística. Es una cosa de justicia social, no es ninguna amenaza para el sector masculino de la música. Desgraciadamente hay una brecha salarial total y absoluta, y vemos como grupos masculinos se remuneran de una forma desorbitada mientras que a las mujeres nos cuesta hasta que nos programen en los festivales, hasta que nos den la oportunidad de estar. Y yo no me puedo quejar porque tengo mucha suerte, me siento muy respetada y apoyada por el ecosistema musical de mi país, pero veo que las chicas que empiezan lo tienen muy complicado.

–Uno de los motivos que esgrime el sector, es que hay menos mujeres artistas.

–Eso es mentira. Lo que pasa es que como lo tienen más difícil, cuesta encontrarlas, hay que hacer un esfuerzo de búsqueda, pero hay cada joya en el panorama.

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–Buscando información para la entrevista he recordado tu imagen en la gala de clausura del Festival de Málaga: con mantilla y piercings en la nariz; con encajes y transparencias. Tradición y modernidad de la mano.

–Es que toda tradición fue una revolución en su tiempo. Quién sabe si nuestra modernidad no será una tradición dentro de unos años. Yo lo hago de una forma natural porque me identifico con eso, me llena y lo hago sin pensarlo. Llevo siempre mi estrellita de ocho puntas de Andalucía y viajo a EE UU y me preguntan si soy árabe, y yo les digo que no, que soy cristiana, pero que en Andalucía tenemos mucha cultura árabe de Al-Ándalus. Nuestra herencia andaluza es algo tan sumamente complejo que cuesta comprender de la Península para afuera.

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–A veces hasta de Despeñaperros para arriba.

–Sí, pero es nuestra esencia. A mi ciudad, Córdoba, la llaman la de las tres culturas. Esa es la cura más guay que hay para cualquier tipo de sesgo racista, saber que tu pureza viene de una mezcla y eso me llena tanto…

–Cuenta María Peláe que a ella le han cuestionado a veces por el acento y le han pedido poner menos palmas.

–Son las típicas cosas que a un hombre que hace flamenco fusión no le dicen. Tenemos la desgracia de nacer en un contexto histórico en el que te cuestionan todo por el hecho de ser mujer. Pero ya paso de eso. Estoy tan centrada en la belleza de las personas, en la belleza de las cosas, de la naturaleza, de la música, del arte, que no tengo espacio mental para dedicarle a este tipo de actitudes anacrónicas.

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–¿Cómo está tu abuelo Pepe?

–Maravillosamente bien. Tiene 95 años y está guapísimo. Un poco tristón, porque la abuela se fue, pero aparte de eso…

–Seguro que él disfruta más de tus éxitos que tú.

–Sí, me lo dice mucho. En mayo dimos un concierto en Pozoblanco donde puse sus imágenes cantando. Le hice muchísimos honores porque para mí es tan importante que él se sienta realizado a través de mí, porque él no ha podido dedicarse a esto nunca porque estaba trabajando en el campo.

–Enternece mucho ver el respeto que tienes por tu abuelo, porque se está perdiendo esa admiración por nuestros mayores, que tanto han hecho y todavía pueden hacer.

–Lo tengo tan claro, aprendo tanto de su legado, de sus vivencias, de su forma de ver la vida… Son muchísimo más flexibles que nosotros. ¡Han vivido tantos cambios! Ellos no tienen odio, no tienen una forma de mirar al otro con desdén, con superioridad. No. Ven a todo el mundo como un igual, y eso a mí me educa mucho. Es la base de mi educación. Animaría a todos los jóvenes a que escucharan el relato de sus abuelos y de las personas mayores que tengan cerca, que se atrevan a ser amables con los mayores, porque muchas veces están muy tristes porque se sienten muy solos y solamente con una sonrisa, un saludo amable y cuatro palabras dicharacheras les alegras el día. Ellos tienen mucho menos tiempo que nosotros y si se lo alegramos, eso bonito que aportamos. No nos cuesta 'ná'.

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