Encarni Navarro: «Si por mí fuera, me hubiese quedado a vivir en Huelin toda la vida»
La artista malagueña vive una de sus épocas más fuertes de trabajo, alcanzando hasta los tres conciertos al día en la Feria de Málaga
En la playa de Huelin se crió. Ahora es el lugar añorado cuando recuerda su infancia. Sentada en el Chiringuito María, donde le llevaba su ... padre, Encarni Navarro se muestra sincera siendo más que una artista malagueña por los cuatro 'costaos'. Encarni Navarro era esa niña que iba a la playa en familia con bocadillos de tortilla; esa que recogía los tomates, pepinos y sandía junto a su padre en su casa de Huelin pegada al mar; esa que empezó cantando con su hermana, Diana Navarro; también es esa que ahora revive a cualquiera cuando canta en eventos privados o cualquier festividad malagueña. Sus temporadas fuertes son el verano con las rumbitas y la Navidad con las zambombás –las que recuerda cantar con su familia en la calle–. En esta conversación, Encarni Navarro no deja de ser la artista auténtica en la que se ha convertido. Tampoco deja de ser todas las mujeres que habitan en ella, como canta su paisana Vanesa Martín.
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–Tienes el verano lleno de conciertos, ¿qué haces en tus ratos libres?
–La verdad es que no puedo llevar el ritmo de conciertos que antes porque ya una está mayor... (ríe) Los huecos que me quedan los disfruto con mi niño y familia.
–¿Qué planes hacéis?
–Pues mira, todos los parques de Málaga me los estoy recorriendo. Yo recuerdo cuando mi familia tenía la casita aquí, en la playa, y nuestro parque de bolas era eso, nada de los que hay ahora. Mi padre hizo una casilla con un tablón: allí nos sentábamos y jugábamos con la arena, eso sí, cogíamos de todo, porque antes en la playa había de todo menos limpieza. Pero este lugar ha sido mi parque de bolas, mi infancia, mi alegría. Por eso considero que mi hijo me está enseñando a mí a disfrutar otra vida distinta a la que yo viví.
–Recuerdas bien esa etapa en la playa...
–Y recuerdo los bocadillos de tortilla, el de mi hermano siempre era más grande que el mío y yo no quería. Se me vienen a la mente personajes típicos de Málaga que paseaban por esas playas como 'El Lengua', que tú no lo veías venir, pero lo olías (ríe). La criatura llevaba en pleno agosto unos abrigos...
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–¿Y tu casa de entonces?
–Mi padre tenía de todo, era como la casa de la pradera en medio de la playa, con tomates, pepinos, sandía... Eso era una maravilla, como un chalet en medio del mar. Ojalá tuviéramos un cachito de eso, pero se perdió cuando se hizo el paseo marítimo.
–¿Dónde vive ahora?
–Por Tiro Pichón pillé una oportunidad de compra y allí me fui. Mi madre sí que sigue viviendo aquí en Huelin.
–Sueles venir por aquí, ¿qué diferencias notas desde que eras pequeña hasta ahora?
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–Ahora está mucho más bonito y cuidado. La realidad es que esto antes era como un barrio sin ley, no se podía pasar por esta zona a no ser que la conocieras muy bien.
–¿Con qué edad te fuiste de Huelin?
–Me empadroné tarde a vivir sola (ríe). La verdad es que, si por mi fuera, me hubiera quedado a vivir en Huelin toda la vida.
–Pero suele venir mucho por aquí.
–Sí, sí... Y, por ejemplo, este, el Chiringuito María es uno de los pocos que sigue y de los que a mi padre llamaba 'colegones'.
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–¿Tu plato favorito?
–Los chanquetes con huevo y pimiento. Es una maravilla del mundo.
–¿Cuál es el plan perfecto en Málaga?
–Que te lo paguen todo, donde sea que te lleven (ríe). No hombre... Una buena charla, una copita de vino, una buena compañía... ¡Que la vida es un momento y no se sabe si mañana estaremos aquí o en Pekín!
–Si te ven por la calle o en un chiringuito por aquí, ¿la gente te suele pedir que le cantes?
–Sí, te reconocen. Eso lo llevo mal porque en realidad soy vergonzosa. Mira, me acuerdo de una anécdota que estábamos en el cementerio mi hermana Diana y yo y se nos acercó una señora para pedirle una foto y decirle que cantaba bonito. Pero señora... ¿Qué hacemos en el cementerio? Es un mal momento para eso, opino (ríe). Pero vaya, que es que la gente tiene mucha espontaneidad.
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–¿Qué haces cuando te piden que cantes?
–Tiro de simpatía y les digo que apunten el número, que si tienen alguna comunión, ¡yo voy a cantar!
–Pero tienes pinta de que te arrancas fácil con una rumbita...
–Yo, como dicen, ¡no me toques las palmas, que me conozco!
–¿Te vas a ir de vacaciones?
–En cuanto acabe la Feria de Málaga me quito de en medio. Vaya, que me tengo que ir, me quedo medio sorda, se me hinchan las piernas...
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–En la feria es que vas a uno o dos conciertos por día.
–¡Algunos hasta tres! Pero bueno, es que me encanta la feria y, además, llevo una buena banda. Hay que aprovechar los buenos tiempos y yo soy muy malaguita y muy ferianta.
–¿Cómo ves la feria ahora que más gente está eligiendo el tardeo en el Real?
–Hay que ir modernizándose. Me da mucha alegría ver la feria del Centro, llevo muchos años cantando allí y siento que cada vez va a mejor, está menos masificada y la gente está siendo más consciente de respetar las normas. Pero la realidad es que la feria del Centro es muy bonita y se está consiguiendo que se mantenga la tradición.
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