Dani Martín: «Vivimos en una sociedad muy mentirosa»

–Su nuevo single se llama 'La mentira'. ¿Qué hay de verdad en la letra de la canción?

–La canción habla de que somos unos mentirosos, todos. Vivimos con la necesidad de mostrarnos al mundo de una manera para gustar, para entrar en determinados ámbitos sociales. No lo critico, simplemente lo canto y además lo hago en primera persona porque a mí también me pasa.

–¿Ha mentido mucho?

–Creo que mentimos constantemente. Nos encanta demostrarle al mundo que conocemos a no sé quién, que tenemos no se cuánto, lo bien que nos va, que veraneamos aquí, que si tal o que si Pascual. Vivimos en una sociedad muy mentirosa, sí, y es una pena que no nos guste lo que realmente poseemos, que son seguramente un montón de encantos personales que a día de hoy no valoramos.

–En 'La mentira' se escucha un sonido completamente nuevo...

–Es una especie de rumba, de cumbia, una mezcla de cosas que me gustan, de Mano Negra, de Calle 13, de Los Rodríguez, de Manu Chao, de muchas cosas que me tocan el corazón y que llevo escuchando toda mi vida. Me encanta ese sonido y me ha salido esa canción.

–¿Ese concepto nuevo se verá también en el resto del disco?

–El disco es un collage, cada canción es un mundo y hay de todo. Hay hip-hop, hay pop, power pop, hay sonidos muy 2020, cosas muy clásicas mías a medio tiempo, baladas... el disco se llama 'Lo que me dé la gana' por eso. Tiene de todo lo que me hace algo en la piel musicalmente.

–¿Ha podido hacer siempre lo que le ha dado la gana en la música?

–Yo creo que hacer, literal, lo que te de la gana todo el rato se llama anarquía y no, ni yo ni nadie puede hacerlo así. Pero sí que he dirigido mi carrera en todos los sentidos... Cuando salió El canto del loco todo el mundo pensaba que éramos un producto del marketing. El marketing era ponernos una camiseta, unos vaqueros, subirnos a una furgoneta e ir a tocar con la misma ropa que traíamos de casa, pasárnoslo bien, emborracharnos y disfrutar. En este caso creo que hago lo que me da la gana, elijo las portadas de mis discos, las canciones que van en mis discos, elijo el single, mi propia campaña... sí, he hecho lo que me da la gana. Trabajo en una compañía en las que a ningún artista se le dice qué canciones deben ir en un disco.

–Volviendo al sonido, ¿cómo se va a traducir el nuevo formato en los conciertos?

–Es una banda arrabalera, callejera, tocando. Llevo metales, llevo bajista, batería, pianista, órgano, mellotron, corista, ukelele, acústica... es un disco súper fácil de llevar al directo, creo que es muy divertido. Tiene canciones sencillas.

–¿Le ha costado dar el salto a esos sonidos más latinos?

–No me ha costado, me ha salido. No me siento a escuchar qué está pasando y a decidir hacia qué lado dirigirme. Voy viviendo y me voy encontrando con aliados y con gente. En vez de quedarme yo solo con mi guitarra haciendo lo mismo todo el rato, porque me aburre, he preferido abrir mi mundo y darme el permiso de juntarme con gente argentina o colombiana y componer a partir de ahí. Así me salen melodías que a mí solo con mi guitarra ya no me salen. Creo que eso se llama riqueza, permitirse hacer una apertura y escuchar otras cosas.

–Dice que le ha salido solo, pero parece que se trata de un cambio necesario...

–La necesidad viene del aburrimiento. Cuando estás en su sofá con tu guitarra y las veinte canciones que llevas compuestas suenan iguales, pues... Y está muy bien, ¿eh?, hay discos de mucha gente que son así, pero yo prefiero hacerme una mirada para dentro y darme cuenta de que me estoy repitiendo y a mí eso no me gusta.

–Antes ha mencionado a El canto del loco y se le ha dibujado una pequeña sonrisa. ¿Lo echa de menos?

–Hasta ahora la he echado de más, siempre. El canto del loco y yo nos hemos vuelto a reencontrar, y fíjate que es una cosa que yo me inventé, que yo creé, que era mi ilusión, de repente en el año 2010 sufrí una necesidad de distancia. Con la gira Grandes éxitos y pequeños desastres volvió a surgir el amor entre las canciones que escribí con El canto (sic) y el presente. Creo que también esa gira ha sido muy culpable del sonido de 'La mentira' y de 'Lo que me dé la gana'.

–¿Qué le va a ofrecer a la gente cuando se suba al escenario con su nuevo trabajo?

–Un puñetazo en la barbilla [risas].

–Desarrolle la respuesta...

–Es difícil de desarrollar. La gente va a pasar dos horas y media sudando, llorando, saltando, cantando, va a ser el concierto más divertido de sus vidas, de largo. Vamos a hacer un show con todos los éxitos de estos veinte años, con los éxitos del último disco, y el público va a ser el protagonista. Vamos a hacer un súper show con una gran escenografía y con un apartado muy potente en los visual. Aunque creo que hasta hoy siempre el protagonismo lo tiene lo que significan las canciones y lo que generan en el público. Eso es insuperable, por encima de fuegos artificiales, fuego o que se muevan cien pantallas. No es comparable a nada esa sensación que se genera.

–Habla de los mensajes de las canciones. ¿Hay alguna línea argumental en el próximo disco?

–No hay un concepto como tal, ni de amor o desamor, como me ha pasado en otros trabajos. Este es un disco que tiene de todo: habla de la pérdida, habla de la libertad entre las personas y las parejas, de esa necesidad de libertad que tienen el hombre y la mujer o dos hombre y dos mujeres en las relaciones. Habla de que todo aquel que tenga un sueño y lo persiga pueda hacer con él lo que le de la gana. De que hay cosas preciosas que nos saltamos a diario y que es para mí donde reside el protagonismo de la vida. Habla de rejuvenecer en una relación... se habla de todo un poco en el disco, es muy visceral, muy vomitado, de un montón de cosas que le han pasado en estos últimos tres años.

–Lleva veinte años en la música y cada vez que anuncia algo nuevo se forman colas interminables. ¿Se ha acostumbrado al éxito?

–Yo tengo la suerte de tener miedo, y el miedo siempre me salva de las cosas. Antes de empezar cada proyecto me pongo en el peor de los casos, todo el rato, algo que no es nada sano ni nada bueno. Mis pensamientos irracionales consiguen que la realidad no gane. Gracias, a no sé qué, aquí en Málaga estamos a 2.000 tickets de agotar entradas en 48 horas, en Madrid ya tenemos tres palacios de los Deportes. La verdad es que lo único que puedo hacer es dar las gracias, también al miedo.