Dioni y Mari Ángeles, anoche, en Fuengirola. Rocío berro

Camela, indomables

Los amos de la tecno-rumba celebran 25 años con un concierto para sus incondicionales en el Marenostrum

Viernes, 16 de julio 2021, 01:06

Hay días en la vida en los que uno siente que vive atrapado en una canción de Camela. Ayer pasó así. Qué ganas teníamos de ... ver este concierto, la demostración del poderío de una gira suspendida por el cuarto de siglo de Camela en los escenarios y en las gasolineras, en Radiolé y en el recreo, en el cuerpo y en el alma. Desde mediados de los noventa, en todas las fiestas que se han practicado con mayor o menor suerte en Andalucía, ha sonado Camela. Anoche vinieron al Marenostrum Fuengirola, un espacio precioso, en el que todavía huele a mar.

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Soy fan pero no voy a engañarles: no creo que se vendieran mucho más de un tercio de las entradas. Al principio pensé que el motivo era que el público genuino de Camela, que es como un estado de ánimo, se lo pasa mejor en lo gratuito; también es verdad que lo que entendemos por 'el público de Camela' podría permitirse la entrada a este espectáculo, además, de verdad lo merece. Por eso llenan todos los espacios libres allá por donde van. En la última Feria de Málaga en la que actuaron, hubo que cerrar puertas por el tumulto y así en muchas ferias. Camela es total. Han resultado vencedores contra el elitismo de la crítica musical y del postureo. Han llegado a ser superventas sin promoción y jamás han perdido ni una gota de autenticidad, por eso el público les adora, aplaude de manera interminable entre las primeras canciones y grita las letras de las canciones como si todo lo que cantan Camela les hubiera pasado a ellos.

Oda al campero de pollo

Tardó poco en sonar el órgano eléctrico que provoca que, cuando suena, ya sabes que eso es Camela, lo cual es algo muy difícil de conseguir para cualquier grupo. Él, Dioni, apareció con una prenda indescriptible tipo cami-chaqué, roja y espectacular y que le daba cierto vuelo a sus pasos de baile. Dioni es el Michael Jackson de San Cristóbal de los Ángeles: si tuviéramos super bowl, el intermedio lo protagonizaría Camela todos los años. Mari Ángeles, con esta voz nasal indestructible, apareció con un vestido precioso con toque étnico, como siempre a punto de echarte las cartas (ojalá que ojalá). Ella es un portento. Llegaron al escenario veinte minutos después de la hora señalada porque el público todavía estaba aterrizando en su pasado. No tardó en sonar 'Corazón indomable' y entonces salió ese organillo eléctrico que cuando lo escuchas sabes que sólo puede venir de Camela. Eso no es fácil de conseguir. El sonido podría haber sido mejor, los 'mix' de la mitad se los podían haber ahorrado. Entre el karaoke y el espectáculo de comedia, se citó bastante al campero de pollo pero yo pensaba en Hamburguesas Uranga.

'Nunca debí enamorarme', 'Su locura, mi placer', 'Has cambiado mi vida', 'Háblale de mí'. Sonaron canciones que de alguna manera todos hemos vivido. Lo mejor del concierto ocurrió al principio y al final, en una traca final gobernada por 'Lágrimas de amor', el auto himno 'Camela' y 'Cuando zarpa el amor', canción que se ha convertido en el mayor éxito del grupo y que en su versión actualizada, en ese disco doble con versiones con Bisbal o Taburete, viene acompañada por Juan Magán en una versión reguetoniana que pierde lo que le hace lumpen y feriante, es decir, lo que le hace grande.

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Anoche me acordé de una vez anterior en la que vi a Camela en directo. Fue en la feria de El Palo hace ya varios siglos y me acompañó Rafatal, que me los presentó en la prueba de sonido y con el que bailé hasta el último decibelio. Espero volver pronto a verles en directo y poder bailar de pie y con toda la fuerza que la ocasión se merece. Este concierto no ha sido el definitivo de Camela, pero qué bien ha estado escuchar algunas de sus canciones.

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