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Baile frente al escenario. Salvador Salas
Nina Kraviz

Castlepark: ensayo Covid en la pista de baile de Marenostrum Fuengirola

El festival asume el reto de montar una fiesta para dos mil asistentes al ritmo de Nina Kraviz

Lunes, 26 de julio 2021, 00:54

Las ganas de fiesta pueden tocarse. Marenostrum celebró anoche un experimento que se resolvía con la posibilidad del baile. Se llama Castlepark y es el ... único festival autorizado ahora mismo en toda Andalucía. Es un ensayo. Para garantizar la seguridad de la propuesta, se realizó un testeo a todos los asistentes, con citas desde las diez de la mañana en unas carpas habilitadas junto al río. Al cierre de esta edición, se habían realizado 1.726 test de antígenos. A los 33 cuerpos que dieron positivo se les aplicó el protocolo correspondiente enviándoles a casa, o al hotel, informando a Sanidad de ello. Treinta sanitarios encargados de 200 pruebas cada hora. En el recinto, había un personal de seguridad formado por 50 personas y 20 azafatas, todas muy amables. Una vez conocido el resultado negativo, a cada asistente se le daba una pulsera verde que certificaba su salubridad. No hubo colas ni malos rollos. Todos esperaban su resultado y a mí, que me tocó el test número 666, también me dio negativo.

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Por dentro, el recinto mantenía dos entradas diferenciadas, dos burbujas. Un acceso A con capacidad para 1.300 personas y otro B para 700, que era el más divertido, porque ofrecía barra libre. En la pista de baile no se podía beber, fumar ni comer, y un ejército de seguratas controlaba la situación de forma muy diligente. La paciencia que deben albergar es infinita; en apenas media hora, este redactor contempló dos expulsiones por diversos motivos que van más allá de la pandemia y que pertenecen a la forma de actuar de cada uno; en este evento, por norma general, la gente tenía ganas de desparramarse: «Llevo desde 2019 sin ir a un festival y tenía muchas ganas. He estado en fiestas en casas, pero no es lo mismo», me decía un asistente de 26 años que tenía la sensación de que le han robado dos.

Para garantizar la seguridad de la propuesta, se realizó un testeo a todos los asistentes S. SALAS

La organización era precisa, no había colas ni aglomeraciones. Accedimos al 'backstage' donde están las oficinas de producción y los camerinos. Allí nos atendió Carlos Bernabé, CEO de AINA Group, una empresa dedicada al control de aforos que, de una manera inevitable, ha tenido que adaptarse a las circunstancias, convirtiéndose en la principal compañía que da servicio a eventos de este tipo: multitudinarios y con una necesidad de gestionar datos que resulta fundamental. Puede que sea la empresa que más test ha realizado este año. No sólo controlan el número de asistentes o la afluencia, sino que funcionan como un generador de datos, aportando una información relevante para la organización: las bebidas más consumidas, el gasto medio por asistente, el lugar en el que se forman colas y el resultado instantáneo del cribado por el Covid al que se sometieron todos los fiesteros.

Vídeo. Así fue el festival Castlepark y su ensayo Covid en la pista de baile de Marenostrum Fuengirola

AINA ha organizado los accesos para algunos de los acontecimientos musicales más importantes en España en el último año. También pueden recomendar el momento idóneo para que salga al escenario Nina Kraviz, la productora, cantante y modelo rusa que actuaba como cabeza de cartel de este festival de electrónica que tira al techno. Le acompañaba Paco Guillén para el calentamiento; a esa hora era imprescindible la protección solar para lucir cuerpos tatuados y una mayoría de mujeres con modelos que en algunos casos resultaban apabullantes, poca ropa y mucha carne, looks potentes contra el desánimo, ropa a favor de la alegría.

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Una sesión absolutamente disparatada de Héctor Oaks precedió a una de las DJ más aclamadas del panorama internacional. Kraviz, con toda la fuerza de su atractivo, pincharía durante dos horas, encendiendo luces que parecían en ese momento apagadas, entregándonos a una luna que estaba casi llena, con la misma energía para la noche que es en realidad una sombra enorme. Los asistentes estaban de verdad felices, y satisfechos por el dinero gastado en una organización tan nítida diseñada para su bienestar.

Decían que la fiesta terminaba a las dos de la mañana. Durante todo el día se celebraron alrededor del Castillo de Sohail reuniones de los asistentes que desparramaban con ilusión botellas de distintos licores; lo normal cuando nos referimos a un festival para jóvenes que tienen la certeza, totalmente fundamentada, de que la pandemia les ha robado un año de sus vidas.

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Vídeo.

Escribo desde el 'backstage' y se escucha de fondo el ritmo de jóvenes felices, una generación que aspira a la postpandemia y por lo tanto a un mundo mejor. Tendríamos que conocer el resultado de este experimento, la pista de baile para las únicas 1.726 personas autorizadas para ello. Aquí, desde luego, no nos dejaron bajarnos la mascarilla en ningún momento, y es uno de los pocos sitios en los que tenemos la certeza de estar rodeado de negativos de Covid, esquivando balas pero con ganas de vivir y de romperse la camisa.

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