Un nuevo mundo se abre para la Orquesta Filarmónica de Málaga
La OFM presenta su último programa de abono de la temporada en el Teatro Cervantes, un concierto cargado de simbolismo tras la dimisión del gerente
La Orquesta Filarmónica de Málaga presentó los días 20 y 21 de junio en el Teatro Cervantes su último programa de abono de esta temporada ... 2023-24 con un repertorio compuesto por obras de Haydn, Shostakovich y Dvorak, y acompañada del laureado violinista ruso Andrey Baranov. Un programa que afortunadamente no ha sufrido cambios, algo que parecía ser costumbre últimamente.
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Resulta curiosa la elección de la última pieza, la Novena Sinfonía en Mi menor, Op. 95 de Dvorak, subtitulada 'Del nuevo mundo', para cerrar el concierto. A pesar de haberla interpretado en varias ocasiones, esta vez ha sido una de las más sobrecogedoras y especiales para la orquesta, pues un nuevo mundo de esperanza e ilusión se abre ante ellos tras una época oscura con denuncias de irregularidades laborales y tensiones con una polémica gerencia, que hace apenas tres días dimitió forzada por la situación. El sonido de la OFM en Dvorak fue esplendoroso, extremadamente cuidado y con una sección de cuerda que sustentó los tutti con mano firme, bien guiados por el maestro José María Moreno. El lirismo y la delicadeza inicial tan logrados del Adagio encabezado por el solo de violoncellos y violas fue solo el preludio de la apoteosis que estaría por venir y que tuvo su clímax en el Allegro con fuoco del cuarto y último movimiento de la sinfonía, donde la energía de la orquesta fue desbordante. Destacó también una sección de viento madera y metal realmente sobresaliente, monumental, demostrando el estado de gracia de la orquesta, que sin duda ofreció a los asistentes un memorable ejemplo del sinfonismo grandilocuente bien entendido y que incluso momentos antes de acabar, consiguió arrancar varias ovaciones del público malagueño, muy emocionado por este resurgir de la orquesta.
Otro de los grandes highlights de este programa fue la interpretación del primer Concierto para violín y orquesta en La menor, Op. 77, de D. Shostakóvich, que contó para la ocasión con el violinista ruso Andrey Baranov. Ganador de los grandes concursos internacionales como el Reine Elisabeth o el Benjamín Britten, Baranov sorprende con su Shostakóvich por todo lo alto gracias a la madurez de criterio, por tensión dramática que, más allá del virtuosismo, consigue imprimir a una pieza doliente, escrita en uno de los momentos más duros del compositor ruso. A pesar de que cada uno de los cuatro movimientos tiene un carácter bastante diferente, y Baranov demostró que se sentía igual de cómodo en cada uno de ellos, consiguió transformarlos en un todo coherente, marcado por un carácter trágico. El solista comenzó el 'Nocturne' con una línea melódica larga y melancólica, que cautivó rápidamente al público del Teatro Cervantes. Supo crear una atmósfera oscura y tensa desde el principio que terminó con un silencio contenido en el que el público malagueño no se atrevió ni a respirar. Tras este oscuro comienzo, llegó un 'Scherzo' lleno de desafíos que Baranov consiguió dominar sin el más mínimo esfuerzo. En lugar de las líneas líricas y reflexivas del primer movimiento, mutó a una interpretación más áspera y angulosa, destacando el diálogo entre violín solista y los vientos metales, muy bien equilibrado y construido. Aunque se trata de un movimiento más gracioso, el violinista ruso mantuvo en todo momento la atmósfera inquietante e incómoda. La siguiente 'Passacaglia' nos ofreció a un Baranov más dulce, lleno de sentimiento, a lo que siguió una cadencia que el solista logró con un gran virtuosismo técnico y que poco a poco se volvió más agitada estallando en el vertiginoso final «burlesco». Sin duda, un gran broche de oro a uno de los programas más emocionantes de esta temporada.
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