Alejandro Sanz, repite y vencerás
El cantante lo vuelve a conseguir en su segunda visita a Málaga en menos de un año: unas 10.000 gargantas corean sus himnos en el Martín Carpena
Regina Sotorrío
Miércoles, 27 de julio 2016, 00:48
No hace ni un año que Alejandro Sanz pisó este mismo escenario. Sonaron casi las mismas canciones y apenas hubo cambios en el show. Pero, ... como ocurrió entonces, unas 10.000 personas se dejaron la garganta en el Palacio de Deportes Martín Carpena cantándole y piropeándole. Alejandro Sanz forma parte de esa reducida lista de artistas para quienes repetir ciudad no supone un problema, vencen igual. Lo consigue con una combinación de lo nuevo y lo antiguo, su actual faceta más fanky intercalada con el primer Sanz de baladas tiernas. «Esta es una noche importante y, aunque nos intenten hacer creer lo contrario, lo que valen no son los números sino las emociones», declaró ante la euforia del auditorio.
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Un concierto de Sanz es, ante todo, un espectáculo; una estudiada combinación de efectos que deslumbran hasta al más escéptico que solo ha ido para acompañar a su chica. Juego de luces, impactantes proyecciones de fondo que recrean el universo o el interior de un teatro y una estructura gigante móvil sobre el escenario que adopta distintas formas. A la potencia del sonido contribuía una docena de coristas y músicos, con gran peso de los metales. Al margen de gustos, él es un artista que imprime calidad a su trabajo.
Tras el caos habitual que genera la entrada de miles de personas y más dificultades de lo normal para la prensa (con numerosas restricciones de la empresa que acompaña a Sanz en esta gira para tomar fotos y ubicarse en el espacio, problemas que se solventaron a la hora límite), empezó una nueva sesión de la gira Sirope como marca el guión: con El silencio de los cuervos. Minutos antes se lo había saltado para cantar brevemente junto a sus coristas a las malagueñas.
Desde cuándo inauguró la lista de himnos cantados por el Martín Carpena. Después vendrían muchos más: Quisiera ser, No me compares o La música no se toca, «dedicada a ese idioma, esa forma de entendernos que nos hace mejores y nos acerca». Pocos aguantaban sentados en las gradas a estas alturas. Y menos aún con lo que seguía. Sin pausa, lanzó tres de sus mayores éxitos en los que se escuchaba casi más al público que a él mismo. Así de fuerte cantaba el auditorio Amiga mía, Mi soledad y yo y ¿Y si fuera ella?. Y no podía faltar, no se lo hubieran perdonado, ese toque andaluz que siempre aporta Corazón partío, una canción que «compuso hace pocos días», bromeó.
Dueto con Marc Anthony
El Sanz más actual apareció avanzada ya la noche. El cantante se marcó el dueto Deja que te bese (un tema de este mismo año) con un Marc Anthony virtual que le acompañaba desde la pantalla gigante del fondo del escenario. No estaba allí el puertorriqueño, pero como si lo estuviera a juzgar por los gritos del auditorio. Aun así sonó menos Sirope de lo esperado (sí estuvieron el single Un zombie a la intemperie y la emotiva Capitán tapón que dedica a su hijo acompañada de impresionantes proyecciones en 3D) y se recreó en el Sanz de años atrás. Y eso es triunfo asegurado.
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Reconoció Alejandro Sanz que estaba con una «mijita de calor, pero a gusto», como el público, que no dejaba de abanicarse con todo lo que tuviera a mano. La temperatura y la humedad eran, por momentos, sofocantes. Pero, visto lo visto, a ninguno le impidió disfrutar: el concierto terminó dos horas después con el cantante y la banda saltando sobre el escenario y el público siguiéndole desde el Carpena al ritmo de dos movidas versiones de Viviendo deprisa y Pisando fuerte. Los clásicos nunca fallan.
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