Marc Anthony hace que valga la pena
Se deshace en gestos con el público, resuelve con soltura problemas de sonido y repasa sus éxitos para los casi 12.000 espectadores del Auditorio
Regina Sotorrío
Sábado, 18 de julio 2015, 00:58
Cuando a uno le coronan como rey hay que defender el título, demostrar que se merece. Con uñas, dientes y hasta con golpes de caderas ... si hace falta. Porque en esto de la música destronan a cualquiera con una facilidad pasmosa. Él lo sabe y por eso Marc Anthony le puso ganas anoche en Málaga para mantener la aureola que le ha llevado a lo más alto de los ritmos latinos. Casi 12.000 personas se movieron anoche en el Auditorio Municipal al compás que marcaba el puertorriqueño con canciones populares fuera y dentro del mundo salsero. Para todos ellos, Marc Anthony hizo que los 55 euros como mínimo que costaba la entrada valieran la pena. Porque tuvo muchos detalles con el público, del que recogía todo lo que le lanzaban a las tablas (un rosario que se colgó al cuello, una bandera española, una pulsera), y porque supo resolver con soltura un problema de sonido que le mantuvo cinco minutos sin poder cantar, cara a cara con los suyos.
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Se ganó a la audiencia desde el minuto uno, desde que salió al escenario 20 minutos más tarde de lo anunciado entre los gritos, los vítores y los aplausos de un Auditorio ansioso por empezar la fiesta. Jugó sobre seguro entonando aquello de «Mirándote a los ojos se responden mis porqués». Y todos a mover las caderas. Valió la pena abría la noche consagrada a la salsa y a las baladas latinas, que él bailaba con energía en unos casos, con pasos sensuales en otros. Pero siempre jaleando al público y animando a seguirle el ritmo. Imposible.
El rey de la salsa se puso nostálgico con Y hubo alguien, un tema clásico de su repertorio que cantó casi a dúo con el Auditorio. Y entonces aparecieron los problemas de sonido. Marc Anthony informaba de que no le llegaba bien al escenario, y se sentó al borde para hablar con sus fans mientras lo arreglaban. «Promete ser una noche interesante», decía. El sonido volvería a complicarle el concierto en algún que otro momento, pero siguió adelante.
«Como en casa»
«¡Qué rico!», «es increíble», «me siento como en casa», «el mundo se va a enterar de lo que ocurre aquí»... Marc Anthony cuidó a su público dedicándole palabras de cariño y gestos cómplices constantemente. Y sobre todo, dándole lo que querían: oír sus grandes éxitos. Desde ¿Y ahora quién?, Vivir lo nuestro, Qué precio tiene el cielo o Hasta ayer, donde se lució su violinista. Porque no estaba ni mucho menos solo: arropaban a Marc Anthony una docena de músicos que hacían crecer sus canciones en el directo, una banda propia de una estrella.
Mucho calor en la pista, mucho sobre el escenario (Marc Anthony se quitó las gafas y la chaqueta al poco de comenzar, y porque no podía quitarse nada más...), alrededor de cuarenta desvanecimientos entre el público y ciertas complicaciones a la hora de distribuir a la gente (todos se agolpaban en una misma zona), pero la situación no fue a más. Lo habitual cuando se concentran casi 12.000 personas en un lugar, comentaban desde la organización.
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Una tormenta de verano vino a mitigar el calor en los últimos minutos del concierto, ya que la lluvia sorprendió a todos los asistentes mientras coreaban el tema Vivir mi vida, con el que Marc Anthony cerró su actuación.
Tanta era la expectación que despertó el ídolo latino que la reventa se movía con agilidad a las puertas del recinto y se detectaron hasta diez entradas falsas en el acceso. Pero ya se sabe, el espectáculo tiene que continuar. Y Marc Anthony cumplió.
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