Ojeando reivindica su marca
Los sonidos primitivos de Guadalupe Plata, la solidez de Niños Mutantes y el inquietante Ángel Stanich abren un festival refugio de la música más alternativa y cruda
Regina Sotorrío
Sábado, 4 de julio 2015, 13:16
Cuando cae el sol las cosas se ven diferente. También en Ojén. La gente recorre el mercadillo artesanal, los bares se llenan y empieza la ... música. Es el momento de Ojeando, de la transformación de la tranquila Villa de Ojén en #Ojénpuebloindie. Un lugar en el que puedes encontrarte con Ángel Stanich en un bar, cruzarte con los Niños Mutantes por la calle y, poco después, verles sobre el escenario instalado en el patio del colegio. Y así sucedió en una noche en la que el festival hizo gala de sus dos lemas: la vuelta a lo básico y la potencia de la música más alternativa.
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El santanderino y los de Granada fueron los platos fuertes de una jornada de buenos y potentes directos en el escenario principal de Ojeando. No hubo lleno, pero sí público más que de sobra para vivir ambiente de festival. El autodenominado 'cantautor lisérgico' recorrió con la energía acostumbrada el 'Camino ácido', rock alternativo de canciones inquietantes plagadas de guiños cinematográficos e interpretadas con una voz indescriptible. Empezó con 'Amanecer caníbal', buscó la minoría étnica del pueblo con sus ya famosos cantos tribales, relajó el ritmo con 'Miss Trueno 89' y 'Carbura', y para despedirse prometió liarla parda. Y lo hizo. Con 'Metralleta Joe' puso en apuros a los técnicos de sonido bajándose del escenario para acercarse al público y terminar después en una brutal descarga instrumental sobre las tablas.
Para Stanich era la primera vez en Ojeando, los Niños Mutantes volvían por tercera vez. Y se alegraron de ver que aquel lugar que se quemó después de su última visita sigue siendo un paraíso. Cantaron con el público éxitos como 'Empezar de cero', 'Naúfragos' y 'Errante', a los griegos dedicaron 'Caerán los bancos', disfrutaron e hicieron disfrutar con una de sus canciones favoritas ('No puedo más contigo'), se pusieron románticos con 'Santo Domingo' y se despidieron con un grito de optimismo: 'Todo va a cambiar'.
La jornada inaugural del Ojeando dio para mucho más. Comenzó fuerte, con los chicos de The Loud Residents dándolo todo en el escenario grande, al que se subían por primera vez. Y todo es todo. ¡Cómo suenan estos niños!, se escuchaba por allí. Sixto Martín saltó, literalmente, entre el público y usó una baqueta para tocar la eléctrica, baqueta que luego lanzó a los incondicionales que bailaban como si fuera la última cada una de las canciones de su nuevo disco 'For you, lovers and sinners'. Sonido garagero crudo mezclado con una juventud insultante y, sobre todo, con actitud en el escenario. Un cóctel que nunca defrauda.
Tras ellos, otros maestros de lo añejo y puro, Guadalupe Plata. El trío de Úbeda volvió a hipnotizar con su blues 'jondo', con sus voces que suenan a lamentos y con lo que son capaces de hacer con un barreño y un palo como bajo. A medio camino entre el Mississippi profundo y la Andalucía profunda, una propuesta primitiva y sin artificios que se sale de la norma. Y eso, hoy, se agradece.
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The New Raemon recogió el testigo, con sus temas ya consolidados ('La reina del amazonas' o 'La cafetera') y con un avance de lo que está por venir. Canciones bien armadas que funcionan en acústico, pero que con banda cobran otra dimensión. Para despedirse de este pueblo tan bonito y chulo, eligió un baladón que cantó a una con el público: 'Yo soy Simon, tú Garfunkel'. Éxito garantizado.
La recta final fue para Perro, que se trajo a Ojén temas nuevos y todo el ruido de los incluidos en su disco 'Tiene bacalao, tiene melodía'. A los platos, Carlitos Brigante DJ cerró la fiesta. Ahora Ojén aún duerme, se prepara para una noche que promete. En cartel, Xoel López, Sr Chinarro, El Columpio Asesino, Airbag, Stone Pillow y Belako.
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