Petter Okka, junto a algunas de sus creaciones monstruosas hechas con mezclas de diferentes juguetes. Marilú Báez

El malagueño Petter Okka y los tres millones de amigos de sus juguetes reciclados

El 'influencer' de la Carretera de Cádiz rescata muñecos del rastro para darles una segunda vida. Ahora salta del mundo virtual al papel con un relato de aventuras

Sábado, 13 de septiembre 2025, 00:15

Cuando ves sus vídeos con montones de juguetes y creaciones imposibles, como ese Capitán Americasaurio, por ejemplo, esperas encontrar un estudio abarrotado de restos de ... muñecos, con herramientas y pinturas por todas partes. Pero no. Todo lo que crea Petter Okka para su comunidad de más de tres millones de seguidores sale de una pequeña y ordenada habitación de la Carretera de Cádiz. Con muchas, muchas cosas, pero nada fuera de lugar. «Y siempre está así, no es porque hayáis venido vosotros», asegura con una sonrisa. Petter Okka, Pedro Conejero en el DNI, es el alma de Los Cazajuguetes, el perfil con el que se ha hecho un hueco en el competitivo mundo de las redes sociales rescatando piezas vintage de los mercadillos, dándoles una segunda vida y promoviendo el reciclaje. Una afición que ahora ha transformado en un relato juvenil de aventuras en el libro con su nombre ('Los Cazajuguetes', Alfaguara) que este sábado presenta en la Librería Luces, a las 17.30 horas.

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Confiesa que ya tiene ganas de volver a los mercadillos tras el 'barbecho' del verano. Los hallazgos más interesantes –dice– llegan tras un tiempo sin rebuscar en los puestecillos. Y ahí está el origen de todo. En los rastros empezó hace cuatro años con el objetivo de documentar los juguetes que nadie quería ni conocía; el reto era ponerles nombre, marca y año. Y contarlo en las redes. De ahí pasó a repararlos, a colocarles el brazo que se había roto o hacer que volvieran a funcionar. Y ahora, cuando ya no tienen arreglo, se dedica a reciclarlos en divertidas creaciones monstruosas que explica paso a paso en vídeos al más puro estilo 'Art Attack', el programa que le marcó en su infancia de niño de los 90.

Petter Okka, con su sobrina Claudia, protagonista del libro 'Los Cazajuguetes'. Marilú Báez

Una parte de un muñeco 'mainstream' –un Minions de los que regalaban en un restaurante de comida rápida o un superhéroe de Marvel– se mezcla con trozos de otro muñeco común, sin marca, para componer algo nuevo. El resultado son esculturas únicas, artísticas, que Petter Okka guarda en la balda más alta de su estudio. Hay un «súper mega» Venomsaurio con múltiples cabezas de dinosaurios, un Capitán Americasaurio, una bestia volcánica con cables en la mano (creada en la semana del apagón) y un Minions diabólico encarcelado en una jaula para pájaros, de madera artesanal, que también encontró en el mercadillo. «A ver si así las compra más gente con objetivos artísticos y menos para recluir animales», añade.

Petter Okka se detiene en un muñeco diferente, un robot imposible de ubicar en ninguna saga porque está construido solo con tapones y trozos de juguetes rotos que iban a acabar en la basura. «Y fíjate lo chulo que está, tiene hasta movimiento en los brazos», dice orgulloso. En eso está ahora volcado, en animar al reciclaje a través de lo lúdico, haciendo talleres para niños y adultos que sueña con poder llevar a todos los pueblos de España. Quiere «aprovechar» la visibilidad que ha conseguido y «hacer algo bueno que merezca la pena».

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Detalle de una de sus creaciones. Marilú Báez

Sabe que le escuchan muchas personas. Al mismo tiempo que su relación con los juguetes evolucionaba, iban subiendo los 'likes', los 'me gusta' y los 'followers' en todos sus canales: Youtube (2,2 millones de suscriptores), Instagram (285.000 seguidores), TikTok (1,3 millones de seguidores). A los nostálgicos de los juguetes –sus primeros 'amigos'– se fueron sumando los aficionados a las manualidades y, cada vez más, numerosos niños interesados en sus creaciones singulares. La estética, el lenguaje y el tono se han ido adaptando a su mundo, cuidando mucho lo que dice en sus vídeos y cómo lo dice.

Para ellos está dirigido el libro que acaba de publicar, una historia de aventuras a lo 'Jumanji' protagonizada por su sobrina Claudia tras encontrar un misterioso tablero en el mercadillo. Con ilustraciones de Juanjesús Martínez, es la avanzadilla de otro trabajo más profundo que prepara sobre el mundo del juguete y el coleccionismo. Un hobby que compagina con su profesión como supervisor de rampa en el aeropuerto de Málaga y que desarrolla sin fines especulativos, sin intención de comprar para vender y hacer dinero. Lo máximo que ha pagado por algo en un mercadillo han sido 30 euros. Pero uno de sus mayores tesoros solo le costó dos: una pieza de Warhammer básica, como de un juego de rugby, pero compuesta por trozos de otros juegos y con hombreras fabricadas. Tras investigar durante un tiempo, descubrió que era una obra de artesanía. «Ojalá el artista que lo hizo lo pueda ver en el periódico». Parece que otro Caza Juguetes anda suelto.

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