Limpieza
Cruce de Vías ·
El pasado insiste en quedarse, así que reflexiono, echo marcha atrás, reduzco la velocidad y recupero las mejores imágenesEstoy de limpieza. Elijo lo que ya no quiero, lo miro por última vez y lo tiro a la basura. No es una tarea fácil. ... El pasado se revuelve, me pide explicaciones, se queja del desprecio. No hay derecho, me dice, no puedes eliminar la memoria. Le respondo que la memoria ocupa cada día más lugar, que la casa está abarrotada de recuerdos y que es preciso hacer una selección. Pero el pasado insiste en quedarse, así que reflexiono un instante, echo marcha atrás, reduzco la velocidad y recupero las mejores imágenes. No pasa el tiempo por la memoria. Me detengo en cada uno de los protagonistas que han ido dejando su huella en mi vida, los veo representar de nuevo aquella actuación memorable que resulta imposible olvidar. Me gustaría saber la que eligen otros de mí, cuál es la secuencia de la relación que mantuve con cada uno de ellos que guardan en la memoria. Y también quisiera descubrir qué detalles tratan de olvidar, qué fue lo que no les gustó. Hay basuras de reciclaje y quizá podamos salvar momentos que íbamos a eliminar para siempre.
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Cada vez que hago limpieza encuentro algo que ya había olvidado y que me alegra recuperar. Lo observo y recobran vida las imágenes de entonces. Objetos sencillos capaces de resucitar a los muertos. Me muevo entre fantasmas continuamente y escribo sobre ellos porque son quienes pasan más tiempo conmigo. Cada objeto tiene un rostro, una anécdota, un lugar geográfico concreto. ¡Cómo voy a tirarlo!, me digo. Y entonces lo vuelvo a guardar hasta la próxima limpieza. Me resisto al desprecio y soy consciente de que corro el peligro de convertirme en Diógenes. Hace poco hablaba con nostalgia del hogar japonés, la casa limpia de objetos, como si fuera un deseo que nunca he conseguido alcanzar. No es preciso decorar la memoria, sin embargo siento frío en las casas vacías, como si estuviera de paso. Igual que si viviera en la habitación de un hotel.
Dejo la limpieza para otro día que me levante con mayor fuerza y determinación. Hoy no quiero tomar decisiones de las que después me pueda arrepentir, cuando se ha ido el camión de la basura y ya no existe remedio. A veces escucho noticias espeluznantes que hablan de la muerte que alguien encuentra entre los residuos. De pronto, llego a la conclusión de que la vida no es un material desechable que se puede abandonar en cualquier esquina. Recojo las cosas de la basura y las vuelvo a colocar en el sitio que han ocupado siempre. Me quedo con la misma sensación del basurero que salva una vida que agonizaba en el contenedor. Mañana ordenaré el pasado.
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