Felipe R. Navarro posa en la librería Luces de la capital para esta entrevista. SALVADOR SALAS
La Granizada

Felipe R. Navarro: «De mi niñez recuerdo el rebalaje y el ruido del agua sobre los chinos cuando los pisas»

Escritor, abogado y profesor, es uno de los grandes de la literatura malagueña y un discípulo aventajado del gran Rafael Pérez Estrada: «Yo no me he aburrido en mi vida»

Miércoles, 16 de julio 2025, 00:30

Felipe R. Navarro (Málaga, 1969) es abogado, profesor de Filosofía del Derecho en la Universidad de Málaga (UMA) y un reconocido escritor que ha hecho ... del relato una casa acogedora desde cuyo porche observa el tormentoso e incierto discurrir de la vida política, de la ciudad y de la existencia con mayúsculas. Su último (y segundo de su producción personal, numerosas antologías aparte) libro data de 2016, fue publicado en la editorial Páginas de Espuma y se titula 'Hombres felices'. Dice que, pese a todo, el niño que fue lo sigue habitando en este caluroso verano.

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–¿Por qué se hizo abogado?

–Rafael Pérez Estrada me dijo que me iba a dejar mucho tiempo para escribir y me he dado cuenta con el tiempo que era una broma de Rafael.

–¿Se divierte litigando contra la Administración Pública?

–Me divierto muchísimo litigando contra la Administración. De alguna manera es como recuperar el orden natural del mundo, evitar que los abusones sigan abusando de los pequeños.

–¿Volvería a escribir un libro titulado 'Hombres felices' en los tiempos que corren?

–Sí, lo que pasa es que ahora si lo publicase y lo ciñese a Málaga se titularía 'Hombre felices en minipisos'.

–No le gustan los finales sorpresa en la literatura. ¿Y en la vida?

–En la vida menos todavía, pero lo malo es que la vida se empeña siempre en tener finales sorpresa, por eso no me gustan en literatura.

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–¿Qué es más difícil de acabar: una demanda o un relato?

–Más difícil, un relato.

–¿Qué causa más satisfacción?

–Para el banco, la demanda.

–¿Se ha desdeñado el silencio en la literatura, siendo una cualidad muy literaria y muy necesaria para muchos?

–Absolutamente, de hecho habría mucho más espacio en las librerías si el silencio se considerase una cualidad mucho más destacada en los escritores.

–¿Para crear hay que aburrirse?

–No lo sé, yo no me he aburrido en mi vida.

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–¿Piense en un escritor y dígame dónde cree que debe ubicarse hoy esa figura en la sociedad?

–Si yo pienso en un escritor, pensaría por ejemplo en los diarios de Ribeyro, pensaría en las novelas de Antonio Soler, pensaría en los cuentos de Hipólito Navarro, pensaría en el modo de contar a veces de Clarice Lispector. En cuanto a la manera de estar en el mundo de un escritor, a mí siempre me ha generado mucha curiosidad y mucho interés la figura de Rafael Sánchez Ferlosio. Me parece que es una manera de estar en el mundo siendo escritor que siempre me ha interesado. Estás al margen, pero menudo margen.

–¿Qué le llama y qué le repele del verano?

–Del verano me gustan mucho el calor y la luz. Y lo que me repele del verano es lo mismo que sucede cuando hay mucha luz y mucho calor, que es todo lo que trae alrededor. Los mosquitos y demás faunas veraniegas de la zona.

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–¿Puede un escritor escribir una gran obra en la mesa de un chiringuito?

–Yo, de hecho, creo que toda literatura es un gran chiringuito.

–¿Qué recuerda de su niñez?

–Recuerdo el rebalaje y el ruido del agua sobre los chinos cuando los vas pisando. Recuerdo a mi padre en la playa, en las pocas ocasiones que lo vi en la playa. Recuerdo las primeras cervezas que me tomé, que me las tomé en una playa. Y la primera borrachera gordísima que me pillé, que la pillé en una playa.

–¿Qué vive de aquel niño en usted?

– Yo diría que prácticamente todo. Y quizás por eso tengo tantas dificultades con los finales sorprendentes de la vida.

–¿Le atrae pasar un domingo junto al mar?

–El único día que no me atrae pasar junto al mar son precisamente los domingos.

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–¿Se puede hablar de una literatura malagueña propiamente dicha?

–Yo creo que en Málaga hay mucha gente que escribe y con muchísimo talento. Pero me parece a mí que la identidad de Málaga tiene que ver con esa capacidad de aglutinar gente sin que todo el mundo mantenga una misma línea. Aquí convive gente con estilos muy distintos, con voces muy distintas y que genera una mezcla muy interesante. En la campana de Gauss, de la normalidad literaria, van de un extremo a otro.

–Usted ha sido alguna vez muy crítico con los lectores...

–Hay que distinguir un poco la idea de lectores. Yo creo que lectores habrá en España unos 2.000, ahora creo que hay unos 2.623. Es una cantidad que va fluctuando. Entonces, esos lectores más o menos se van manteniendo. Ahora habrán muerto unos pocos y tal, y lo que no sé es cómo se van a recuperar. El problema es que hemos perdido capacidad de atención, hemos perdido capacidad de concentración porque el mundo que nos rodea, las pantallas, etc., han hecho que eso disminuya. Y entonces eso hace que los lectores se conviertan en lectores de TikTok o lectores de trozos cortos, y eso afecta mucho a la calidad literaria.

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–Dicen que es una buena época para el aforismo, el microrrelato y el relato corto...

–Yo creo que es buena época para los bancos, pero a partir de ahí no sé. El que llevemos prisa no significa que la brevedad se haya convertido en un valor preponderante. De hecho, no tiene más que ver las compras de la gente para verano, precisamente, y ver los libros que llevan a la playa. Y son libros muy gordos, y yo creo que la mayor parte de ellos espero que sean en papel que flota y que lo utilicen como salvavidas, porque la gente no compra. Masivamente me da la sensación de que no compra esos géneros.

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