Dos hermanos y una silla: Isaac Páez gana el Certamen de Microrrelatos Pablo Aranda
La quinta edición del concurso afianza su éxito y lanza por primera vez un libro con los textos publicados en SUR durante el verano
Todavía seguían allí. Las palabras de Pablo Aranda, columnista de SUR y director del Aula de Cultura de este periódico, y su recuerdo que permanece – ... y permanecerá– después de cumplirse cinco años de su fallecimiento. Seguían allí, en el Certamen de Microrrelatos que lleva su nombre como homenaje y que este lunes celebró la entrega de premios en la fábrica de Cervezas Victoria, cómplice del evento que organiza SUR y Fundación Cajasol y en el que también colaboran la Diputación y el Ayuntamiento de Málaga. Los nombres protagonistas de esta quinta edición fueron tres: el primer premiado Isaac Páez y las dos menciones especiales Nicolás Lara y María Gil Sierra. Pero no faltaron las voces reconocidas en esta entrega de premios que culminó el encuentro con un coloquio de las escritoras Teresa Cardona e Isabel Bono, parte del jurado del certamen junto a Juan Jacinto Muñoz-Rengel, Ben Clark y Felipe R. Navarro, con el periodista Alberto Gómez como secretario, que también condujo este acto.
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Todavía seguían allí. Las palabras de los más de 1.500 autores de una decena de países que han participado en el concurso bajo la selección de la escritora Violeta Niebla para su publicación en SUR durante el verano. Y que ahora están recogidas en el libro 'Todavía seguían allí', en honor al escritor Augusto Monterroso que popularizó este género con su famoso cuento: «Cuando despertó, el dinosaurio todavía estaba allí». Este tomo, editado por SUR y la Fundación Cajasol, se entregó gratuitamente a los asistentes al evento.
Todavía seguían allí. La brevedad pero el sentimiento escondido en el microrrelato ganador de Isaac Páez, 'Qué es el arte': «Mi hermano es pintor y yo poeta, llevamos quince años sin hablarnos. Para mi madre el arte es una silla vacía el día de Navidad». Isaac Páez (1984), es licenciado en Historia y profesor de enseñanza secundaria, además de autor de diversos poemarios como 'Contrato a tiempo perdido'. «La versión inicial era la poesía, que es a lo que me dedico. Me gusta que en el microrrelato es mucho más lo que se deja sin decir que lo que realmente se dice», explicó el autor y ganador tras agradecer el reconocimiento, premiado con 1.500 euros.
Nicolás Lara por 'Tradición familiar' y María Gil, autora de 'Calíope' recibieron una mención especial
Todavía seguían allí. Las palabras y el recuerdo de Pablo Aranda de la mano de su hijo Manuel, que entregó una de las menciones especiales con un galardón de 500 euros a Nicolás Lara por 'Tradición familiar'. Un título que bien hace referencia a la nueva afición del autor: «Llevo tiempo intentando escribir y confieso que me aficioné al microrrelato gracias a SUR, todos los veranos mi familia y yo leemos esta sección. Es de agradecer esta apuesta por la cultura y la literatura», valoró Nicolás Lara.
Todavía seguían allí. Los agradecimientos no cesaron y la segunda mención especial del concurso, a María Gil, se entregó de forma virtual. La autora, premiada con 500 euros por 'Calíope', dejó un vídeo que se proyectó durante el acto: «Esta es una buena oportunidad para gente como yo a la que nos encanta escribir historias con pocas palabras», apuntó la autora.
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Todavía seguían allí. Las escritoras Teresa Cardona e Isabel Bono, tras la entrega de premios, se sentaron para unir conversaciones cotidianas a través de la literatura, poesía, ciencia ficción y, cómo no, microrrelato, en una charla junto al periodista Alberto Gómez. «Los microrrelatos me fascinan porque es un género complicado de gran altura literaria. Genera una conversación de sentimientos», defendió Teresa Cardona. También Isabel Bono quiso valorar el género: «El microrrelato es primo-hermano de la poesía e incluso de la ciencia ficción, ya que muchos tienen un punto de fantasía que no pasa en la vida real».
Todavía seguían allí. El amor por la literatura, la poesía y las palabras. Para finalizar el acto, una sesión de micro abierto en la que los autores leían sus textos ante el público. La reflexión que Alberto Gómez regaló al inicio también seguía todavía allí, resonando durante el acto: «Este certamen nació como una forma de pasar el duelo y llenar el vacío de Pablo Aranda. Ahora, tras cinco ediciones, reconforta ver cómo de algo tan oscuro ha surgido este proyecto que es tan luminoso: una comunidad de grandes escritores que cada verano envían a SUR sus cuentos».
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Los premiados
Primer premio Isaac Páez
Qué es el arte
Mi hermano es pintor y yo poeta, llevamos quince años sin hablarnos. Para mi madre el arte es una silla vacía el día de Navidad.
Mención especial Nicolás Lara
Tradición familiar
En mi pueblo el oficio de enterrador pasa de padres a hijos y siendo un niño lo tuve que aprender para seguir la tradición. Recuerdo mi adolescencia y la repentina desaparición de mi padre, un suceso que también le ocurrió a mi abuelo unos años antes, una tragedia que se repite en nuestra familia de forma recurrente.
Hoy quiero que mi hijo me acompañe para que aprenda y pueda ocupar en un futuro el puesto para el que está predestinado.
Un cadáver violáceo nos espera en su mortaja de madera, el aprendiz de sepulturero observa mientras me agacho para cerrar el ataúd. De pronto, siento un escalofrío, me giro y veo a mi vástago blandiendo una pala. El adolescente me mira con un semblante hierático que me recuerda a mí mismo… antes de golpear con saña a mi padre y enterrarlo la mañana que decidí seguir la tradición familiar.
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Mención especial María Gil
Calíope
Le serví otro café mientras le aconsejaba sobre el último párrafo de su novela. Cuando añadió el punto final, salió con el manuscrito bajo el brazo. No regresó. Aunque dejó un anuncio que decía: alquilo casa con muebles y con musa. Los nuevos inquilinos, unos padres muy jóvenes, jamás mostraron interés por la escritura. Por más ideas que les iba susurrando al oído, preferían usarme de niñera. O me hacían subir las cuatro plantas cargada con sus compras. Harta, un día me reuní con mis ocho hermanas. Ellas me persuadieron para hacerme autónoma. Ahora, además de mudarme a un piso con ascensor, escribo mis propios libros. Y lo más importante: cobro derechos de autor.
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