
Los poetas buscan su voz y en ello anda Antonio Díaz Mola (Málaga, 1994). Ayer dejó de ser un joven inédito para convertirse en ... publicado con la presentación en el Centro del 27 de la Diputación de 'Apostasía', sus credenciales en verso que edita Pre-Textos y con las que ganó el Premio de Poesía Joven RNE 2020. Un libro que le sirve para respirar. No solo en el sentido literario, sino también vital ya que busca en ellos el «oxígeno» para entender el mundo. Ese del que se declara apostata. Como también reniega de los poemas anteriores a este primer libro. No se «siente identificado» con ellos. Un amor roto. O pasajero. Aunque si hablamos de amor, se confiesa un «nómada sentimental».
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–¿De qué apostata?
–La declaración de apostasía es una excusa para hablar de temas que me interesan. Y para imprimir al poema una carga de trascendencia más allá del adorno retórico. No sé si lo he conseguido, pero el proceso de escritura ha sido muy divertido.
–¿En qué cree entonces?
–Pues, en principio, creo en el ejercicio poético, en la escritura. Cuando el jurado destacó la 'pulcritud' de los poemas, yo creo que quizá se referían al oxígeno que habita en un poema. Mi mayor creencia es esa. En unos versos del libro lo afirmo: «Mi fe está en el poema con oxígeno, / poder sentirme vivo / al levantar la vista de la página / y ver el mundo en límites humanos».
–Este es el primer poemario que publica. ¿Qué dice de usted?
–El libro dice de mí lo que el lector quiera, en este caso es soberano. Un poema habla de ti con mayor justicia que uno mismo.
–El jurado del Premio RNE también destacó la «madurez poética», pese a su juventud, ¿se reconoce?
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–Pienso que sí. Quizá tal madurez poética venga de la lectura continua y atenta de muchísima literatura. Destaco a mi amigo Álvaro García. Poemas como 'Regreso' te hacen justamente eso, regresar al sentido de lo que un poema ha de contener.
–Cuando empezó a escribir, ¿qué le llevó a la poesía?
–Empezó, tal vez, por un impulso de querer poetizar yo también, con mi voz y con mi enfoque, lo que ocurre afuera. Se trata un poco de hacer que la poesía respire con nosotros, es decir, volver a un texto y encontrar una extensión semántica de nuestra experiencia.
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–Usted cuestiona la monogamia como sistema tradicional en crisis. ¿Esto viene a ser una apostasía de la fidelidad y la pareja?
–Escribí un artículo sobre ello. Es otro juego, aunque un juego muy en serio. Pienso de verdad que no hay espacio para una sola persona en nuestra vida, somos nómadas sentimentales. Y de la atracción ni hablemos, la potencia de los sentidos nos exige cierto sometimiento a la multiplicidad.
–¿Esto que me dice suena a lo que hoy se llama poliamor?
–No sé qué término es el que convencionalmente se usa para categorizar la idea de 'nómada sentimental'. A mí me seduce mucho la idea porque sirve también de estímulo para el quehacer poético. Quizá me dejo llevar demasiado por la literatura.
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–Usted ganó el premio de poesía Ateneo de Málaga con 'El palacio de Laura', pero no lo publicó y ha renegado de esos versos. ¿Por qué?
–Los poemas agrupados bajo ese título tienen una impostura en la forma, no en el fondo. No me siento identificado con las estructuras que propongo ni por los caminos que exploro. Dejémoslo ahí. Además, eso permite haber tenido la suerte de publicar mi primera obra con Pre-Textos y estar entre los finalistas del galardón de poesía de la Crítica Andaluza.
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