Coco Dávez y el juego de crear
La conocida autora de la serie de ilustraciones 'Faceless' inspira con su taller y da las claves para la creación dentro del primer Festival Literario de Estepona
David Lerma
Estepona
Domingo, 24 de noviembre 2024, 00:15
Pintora, diseñadora, fotógrafa y podcaster, Caco Dávez aún podría ser calificada de sagaz comunicadora e, incluso, de terapeuta, visto lo que sucedió ayer al mediodía ... en su taller 'Brochazo transformador', parte del programa de actividades de la primera edición del Festival Literario de Estepona (FLEST), nacido al calor de la recién inaugurada biblioteca del Centro Cultural Mirador del Carmen.
La jornada, que arrancó a las 9 de la mañana con la intervención artística de Brianda Fitz-James, vivió uno de los momentos más evocadores de un festival multidisciplinar organizado por el poeta Alejandro Simón Partal. La sexta planta del Mirador del Carmen acogió a 25 personas, la mayoría mujeres de toda edad, que asistieron a las claves de los procesos creativos de la autora de la conocida e imitada serie de ilustraciones 'Faceless'.
Pronto la timidez inicial de los participantes, vencida por la elocuente exposición y la calidez de sus argumentaciones, desapareció cuando Coco Dávez empezó a explicar su teoría del juego aplicada al proceso creativo que suele aplicar en su propio taller. «No hay juego sin reglas, porque son necesarias para el despliegue de la creatividad». Como tampoco lo hay, afirmaba, si no hay tensión, espontaneidad o alegría, porque «el juego es una expresión privilegiada de la infancia». Y así lo mostró con imágenes en las que la artista partió de unas piezas de LEGO para el diseño de un plumífero o recortables infantiles para la confección de un pañuelo. «Empezamos a dejar de jugar cuando tenemos siete años porque nos empieza a dar pudor», aseguró.
Coco citó a 'los estados del yo' de Eric Berne para comprender cómo sortear a ese censor del actor creativo, ese padre que juzga al niño. Así que invitó a jugar a los participantes. Primero entregándoles objetos inopinados (una grapadora, un diapasón, un rollo de papel higiénico, etc.) y los invitó a desarrollar con ellos historias. Poco a poco, la tensión inicial, la timidez, se abrió a la diversión. Después los sedujo con un desafío de palabras para poner en común un relato colectivo. Los desconocidos empezaron a dejar de serlo.
Por último, aplicando 'La meditación de los cincos ritmos' invitó a los presentes a escoger un lugar en el luminoso espacio que los acogía y los puso a bailar el ritmo de Moby, Mozart o una danza africana. «Una herramienta muy potente para saber quiénes somos y cómo estamos» y afinar el estado mental propicio para el acto de crear. Después de dos horas y media, ocurrió una pequeña revelación, un tranquilo y satisfactorio trance, que la propia Coco expresó así: «No sé a qué os dedicáis ni quiénes sois, pero hoy he sentido vínculos». Los desconocidos eran ya semejantes.
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