El escritor Antonio Soler, en el despacho de su casa, antes de la entrevista.

Antonio Soler: «Me siento muy bien tratado por la crítica y los lectores, no voy a pedir el libro de reclamaciones»

El autor vuelve a las librerías con ‘Apóstoles y asesinos’, una novela sobre el Noi del Sucre, que vivió el ascenso del anarquismo y del independentismo

Francisco Griñán

Lunes, 7 de marzo 2016, 00:44

Antonio Soler (Málaga, 1956) tiene un olfato especial para encontrar personajes donde otros vemos personas. El último es Salvador Seguí, el Noi del Sucre, al ... que conoció hace décadas, cuando el malagueño sólo era un lector aventajado y se encontró a aquel anarquista con pose coqueta en las páginas de una novela. Era sólo un secundario, pero se le quedó grabado. Tanto como para que el otro Soler, el escritor aventajado, lo haya convertido en el protagonista de Apóstoles y asesinos (Galaxia Gutenberg), una novela que llega el próximo miércoles a las librerías y en la que el autor repasa la convulsa historia de la Barcelona de las dos primeras décadas del siglo XX. Una época de ideales y esperanza, pero también de una violencia desatada por la lucha de clases y el independentismo. De hecho, Salvador Seguí muere en el primer capítulo. Eso es historia. La novela está en el resto de las 400 páginas, en las que se reconoce al Soler de siempre, pero también a un autor inédito que juega con los límites de la biografía. Cuando hace un par de semanas hablamos para concertar esta entrevista la primera que concede sobre el nuevo libro, el autor ya me avanzó que era una novela diferente. Y no sólo por su contenido...

Publicidad

Pues sí que es un libro extenso.

Mi idea era una novela muy corta. Pero cuando empecé a documentarme sobre el Noi del Sucre me di cuenta que la novelita no iba ser tal. He hecho mi libro más largo.

¿Y cómo llegó a Salvador Seguí?

Ha sido rocambolesco, ya que en mi casa había una novela de Ángel María de Lera, Las últimas banderas, que leí con 18 años y me gustó. Después encontré en una librería otro libro del autor, Ángel Pestaña, retrato de un anarquista, y ahí estaba el Noi del Sucre, que empezó militando en movimientos radicales y de pronto lo encontré practicando una resistencia no violenta y con pinta de dandi... todo lo contrario a un personaje plano. Eso es lo que más me interesó.

De hecho, apostaba por la formación del trabajador frente a la lucha.

El primer dios del Noi es Nietzsche y tiene muy claro que la revolución tiene que venir a través de la educación del obrero, ya que la otra opción es la violencia. Y como él hubo mucha gente del anarquismo y del socialismo que abogaron por sacar a los obreros de la ignorancia para que fueran menos manipulables y más libres. Incluso gente de la burguesía se involucró en eso y fueron tomados como traidores de clase. Entre ellos, personajes clave en el libro, como Lluis Companys y Francesc Layret. Los tres forman un triángulo que es muy interesante por su involucración en la transformación de la sociedad.

Pero pese a sus postulados, les tocó vivir una época muy violenta como apunta el título del libro.

Había una clase con privilegios institucionalizados que no quería perder su lugar. Y todo lo que venía desde abajo lo intentó aplastar. Mientras que desde los movimientos de izquierda y del anarquismo, también se utilizaban a pistoleros y mercenarios para su beneficio. Ese ambiente convierte a Barcelona en personaje del libro, porque toda su industria y economía generó una gran afluencia de gente. Pocas veces en la historia contemporánea ha habido una ciudad con esa agitación social tan virulenta.

Publicidad

Desde la primera página también hay una sensación de que usted regresa literariamente a Barcelona.

Es verdad. Desde niño se formó en mí una mitología de la ciudad, ya que mi hermano estaba allí en un ambiente muy especial que conté en Las bailarinas muertas. Además, tengo grandes amigos y vitalmente estoy muy unido a Cataluña, mientras que literariamente forma parte de mi mundo. Esta novela no sucede en un territorio desconocido para mí.

En Apóstoles y asesinos, su posición de narrador es llamativa porque no oculta que escribe desde el presente mirando al pasado y cita a gente como Johnny Deep...

Tenía una historia y unos personajes fabulosos, pero entonces llegué a la cuestión fundamental para un novelista: ¿cómo lo abordo? Y decidí poner los pies en el suelo: soy Antonio Soler y estoy escribiendo un libro sobre el Noi del Sucre. Y, por ejemplo, cuando hablo del terrorista Joan Rull hago una referencia a Coppola y Scorsese porque hay acontecimientos que hemos visto en películas de mafiosos y que coinciden con la realidad de aquella Barcelona.

Publicidad

Llama la atención que quiera ser tan fiel a la realidad que incluso confiese al lector que no se sabe mucho sobre el Noi en ciertos momentos, como en la Semana Trágica.

Es que la novela no tiene nada de ficción. A veces pensé que podía ser un libro histórico, pero si lo hubiera hecho así, prescindiendo de las herramientas literarias del novelista, habría sido más plano. El lenguaje realista, la creación de atmósferas y las licencias han contribuido a que sea más auténtico. Pero no invento nada, no he tenido necesidad y además me hubiese parecido una falsificación.

Al Soler escritor se le reconoce por las historias personales, pero Apóstoles y asesinos es diferente a lo que ha hecho hasta ahora.

La información del personaje me viene de fuera, pero el tratamiento de la novela, que es lo fundamental, viene de dentro. El Noi del Sucre muere de un tiro en la cabeza y eso no va a cambiar, pero donde yo me he sentido novelista es en la construcción de la historia y en los distintos géneros que he utilizado. Hay capítulos cercanos al ensayo histórico, otros al periodismo, he recurrido al formato de entrevista, al espíritu novelesco...

Publicidad

El libro retrata una época, las dos primeras décadas del siglo XX, que ha quedado históricamente difuminado por la gran herida del 36...

La guerra civil fue la culminación del choque de dos mundos que aparece en la novela. En las páginas están Indalecio Prieto, Julián Besteiro o Eugenio dOrs, aparece el germen de Esquerra Republicana o la reivindicación independentista...

Ni el personaje ni usted eluden la postura ante el nacionalismo.

Seguí pensaba que la Lliga Regionalista, que es el antecedente de Convergencia, quería chantajear al Estado y que para ello utilizaban a los obreros. Para el Noi el problema era solucionar la injusticia social, lo cual tiene una gran coherencia con el espíritu de la izquierda que siempre ha sido internacionalista. Lo curioso es cómo algunos de aquellos personajes intentaron coser el espíritu de la izquierda con el del nacionalismo.

Publicidad

¿Y no teme que esto provoque la crítica catalanista hacia la novela?

Algo me ha dicho el editor. En Cataluña y en algún otro sitio puede producir esa visión, porque la novela no elude el problema ya que el conflicto estaba ahí. Cada uno podrá hacer la lectura que quiera, pero lo que opinaban los personajes estaba claro. Y también el conflicto institucional entre Madrid y Barcelona, que ya entonces se acusaban de hacer oídos sordos.

Eso suena muy actual.

No quiero vender esta novela como los antecedentes de Ada Colau ni nada de ésto, pero la realidad es que era eso.

De los anarquistas de la novela hemos pasado a unos políticos actuales que, en esta semana de debate de investidura, han demostrado cierta anarquía para entenderse.

Noticia Patrocinada

Por fortuna, el ambiente de conflicto de principios del siglo XX no tiene nada que ver con la actualidad. Además, entiendo menos el problema catalán en este momento porque hay una realidad que está muy tocada, pero que existe: la UE. Si tendemos a unos estados europeos sólidos para mayor riqueza común, que implican una cesión de soberanía, no veo el sentido del fraccionamiento. Soy profundamente europeísta, ya que la UE nace contra la xenofobia y contra las guerras que casi aniquilan el continente el siglo pasado. Y además con un ordenamiento laico, práctico y democrático. ¿Estamos en contra de eso? Yo no. Y para acabar de contestarte, lo que hemos visto esta semana, sobre todo con Podemos, ha sido una escenificación como si fuera el año 78 con «la izquierda llega al Parlamento». No, eso ocurrió con Carrillo, La Pasionaria o Alberti. Podemos no está cerrando el paréntesis de la guerra civil porque ya se cerró. Responde a un movimiento social y de la calle, pero no vienen a inaugurar la llegada del pueblo al Parlamento, porque el que vota al PSOE, a Ciudadanos o al que sea también es la gente de la calle.

«Voy a ir a Proyecto Hombre para dejar de ser del Barca»

  • La novela sale a la venta el 9 de marzo y resulta que el 10 de marzo es cuando se cumple el aniversario de la muerte del Noi del Sucre.

  • Es casualidad. Ha sido cosa del editor. La presentación va a ser el día 9 en una librería de Barcelona, donde están muy concienciados con la fecha.

  • Y ya que vuelve a la ciudad condal, ¿aprovechará para ir a ver a su equipo de fútbol?

  • Estoy en campaña de desintoxicación. Voy a ir a Proyecto Hombre para dejar de ser del Barça.

  • ¿Por qué?

  • Pues precisamente porque ha habido una utilización del equipo en favor de ideas que no me gustan nada y me he sentido excluido.

  • Ese sentimiento lo comparten muchos culés de fuera de Cataluña que han sido toda su vida del Barcelona.

  • Hombre, Juan Bonilla, que ha sido un culé absoluto, escribió un artículo buenísimo en el que explicaba la razón por la que había dejado de ser del Barça. Yo estoy en periodo de reflexión, lo sigo viendo, pero...

  • ¿Cuando experimentó esa sensación de exclusión?

  • Fue hace dos temporadas, cuando todo estaba muy vivo y el Real Madrid jugaba en el Camp Nou. Yo de pequeño iba a clase de deporte con mi camiseta del Barça, pero de pronto vi que si mi equipo le ganaba 5-0 al Madrid, la gente iba a salir a Canaletas no a celebrarlo, sino a decir «Jódete, Madrid». Y en aquel momento pensé que me gustaría que empataran. Hombre, ante todo soy antimadridista y no quería que ganase el Madrid en el Camp Nou, pero sí que empataran. Y tuve la suerte de que quedaron 2-2. Ese fue mi primer destello de traición al Barça. Y espero que sea transitorio. He estado en el campo en el minuto 17 momento en el que suena el grito de «Independencia», oyes todo eso y me pregunto; ¿No estamos en un partido de fútbol? Esa asociación me ha hecho retirarme un poco. No tanto como Juan Bonilla que en su artículo decía que se encontraba como el que ha dejado de fumar. Con más tiempo libre, ahorrando más y subiendo mejor las escaleras...

Ha sido una semana con mucha sobreactuación, como lo de la cal viva.

Ese comentario no nació desde la tribuna, sino que da la sensación de un acaloramiento desde el escaño. No sé si estaba preparado...

Publicidad

Alguno podía leer Apóstoles y asesinos para encontrar el camino del entendimiento.

Sí, estaría bien... pero ya ves como acaba. Menos mal que los tiempos son otros.

¿Cuenta sus novelas?

Llevo doce.

¿Y mira atrás para recapitular?

Continuamente para ver adónde voy y de dónde vengo. Mi primera novela corta es del 86, por lo que se cumplen 30 años. Y estoy en el camino que me propuse y perteneciendo a la tribu que quería, aunque los tiempos han cambiado muchísimo en el panorama literario.

Publicidad

¿En qué sentido?

En los intereses, en lo que se intenta difundir, en lo que prima en los grupos editoriales o en el boom de editoriales medias y pequeñas que ocupan un terreno que las grandes han dejado de lado. La vida económica del escritor ha cambiado y en el mundo editorial ha sido vertiginoso.

¿Se refiere a que ahora es más difícil vivir de la escritura?

Sí, sí, vivir como escritor es más complicado ahora que hace quince años. Los anticipos millonarios de los años 90 se acabaron.

¿Y le preocupa la reacción ante su nueva novela?

Publicidad

¿Te refieres a número o calidad?

Bueno, la crítica siempre le ha tratado muy bien...

La verdad es que sí.

Me refería a la venta.

Tengo novelas que han vendido miles de ejemplares y algunas que se han traducido en muchos países. Me siento bien tratado, no voy a pedir el libro de reclamaciones. Aunque mis gustos no siempre coinciden con los de los lectores, porque algunos de mis libros que son favoritos para los lectores, los considero manifiestamente mejorables. Y al revés, pero a saber quién está equivocado.

Y aunque fuera por encargo, ¿haría una novela negra?

Por encargo he hecho dos libros, el de Boabdil, que venía de un guión de cine, y otro fue un ensayo sobre Málaga. Este último que creí que me iba resultar penoso, lo hice mío y acabé muy satisfecho. Hacer eso con una novela negra lo veo complicado, sobre todo porque tengo otras ideas en la cabeza. Otra cosa es que yo un día encuentre una historia seminegra o gris oscuro.

Este contenido es exclusivo para suscriptores

Suscríbete durante los 3 primeros meses por 1 €

Publicidad