La luz del día
Cruce de vías ·
No deja de ser curioso enterarse de las noticias del mundo entero con un día de retraso; no hay prisas por desvelar el futuroNos han cortado la luz de casa. El pasado fin de semana, me desperté temprano y vi que se había ido. Lo primero que pensé ... fue que se trataba de un apagón general, pero enseguida descubrí que nuestro domicilio era el único que permanecía a oscuras. A las 9 de la mañana llamamos por teléfono a la compañía eléctrica para preguntar qué había sucedido y la respuesta fue que nos habíamos dado de baja. La luz la cortaron de madrugada, a esas horas en las que suelen ocurrir las cosas más misteriosas. Ni mi pareja ni yo somos sonámbulos, o sea que tuvo que ser alguien de fuera.
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Lo que en un principio creí que iba a suponer un grave trastorno se ha convertido en un cambio de hábitos tan agradable que ninguno de los dos echa de menos la vida de antes. Así que hemos dicho adiós a todo lo que depende de la energía eléctrica; desde el teléfono móvil que se quedó sin batería a las pocas horas y tomamos la decisión de darle unas merecidas vacaciones y no recargarlo, hasta la vitrocerámica, la lavadora, el lavaplatos, la plancha, el frigorífico, la tele o Internet. El mundo moderno ha regresado a comienzos del siglo pasado con nosotros dos como protagonistas.
Desde que se produjo el inexplicable incidente, al llegar la noche encendemos las velas, preparamos una cena fría y conversamos hasta que se hace tarde y soplamos las velas, como si todos los días celebráramos estar vivos y sanos. Entonces la luz de la luna creciente y las estrellas iluminan las habitaciones, hasta que el nuevo día amanece. Doce horas con luz y otras doce sin luz, de seis y media a seis y media y viceversa. Vivir apartados y sin teléfono nos impide hablar con amigos y familiares, salvo que cojamos el coche y vayamos a visitarlos. Por las mañanas salimos a primera hora de casa para desayunar café con leche y tostadas. El resto del día lo paso en casa. Leo y escribo a mano, una vieja tarea que casi había olvidado.
El calentador de la ducha no es eléctrico, o sea que el agua fluye caliente y enérgica en la casa apagada. La nueva forma de vida refrigera la memoria, como si nos hubiéramos colado en el túnel del tiempo. Vuelven las sobremesas, las noticias del periódico que compro todas las mañanas al ir a desayunar y que nos informan de los sucesos que acontecieron el día anterior. No deja de ser curioso enterarse de las noticias del mundo entero con un día de retraso; no hay prisas por desvelar el futuro, el destino ya está escrito la víspera. Ahora tengo la sensación de que el tiempo cunde mucho más cuando nos cortan la electricidad, porque descubrimos que el presente se acaba enseguida y hay que aprovecharlo.
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