Juan Pablo Yusto: «Arco debería renovarse y admitir a las galerías que tenemos más influencia»
El impulsor de Yusto/Giner hace balance de sus diez años en Marbella, su salto «natural» a Madrid y la «espinita» de la principal feria de arte en España
Desde Marbella ha impuesto un modelo basado en el artista local y en la internacionalización de las ventas a través de la presencia en ferias ... de todo el mundo que ha propiciado el salto a Madrid, donde la galería Yusto/Giner ha ganado visibilidad y presencia. Juan Pablo Yusto expone en esta entrevista sus credenciales como la galería con mayor presencia en escaparates de arte mundiales, por lo que pide que, de una vez por todas, se le abran las puertas de Arco, que hasta ahora se ha resistido a aceptar la firma malagueña. Tras este registrador de la propiedad late un galerista con olfato para los artistas, aunque su secreto es que no lo ve como un negocio. Llegó al arte como coleccionista y lo sigue siendo.
-Ya ha pasado medio año de su salto a la capital, ¿cuál es el balance?
-Abrimos en diciembre para tener un escaparate nacional y más visibilidad en España, porque en Marbella lo que hacemos no tiene eco en la capital. Por aquí pasan coleccionistas o amantes del arte, mientras que en Madrid es un goteo constante de personas con más perfiles y que incluye el institucional, como comisarios, curadores o la directora de Arco (Maribel López). Estamos contentos porque, además de exposiciones, hemos dado charlas y presentado libros que han tenido repercusión. El balance es positivo porque en seis meses hemos logrado una visibilidad que no habíamos tenido en los nueve años anteriores en Marbella.
-Usted tenía en mente una galería en Madrid desde el principio. ¿Esto ha sido parte de un plan?
-Cuando monté la primera dudé si hacerlo aquí o en la capital. Pero como vivo entre Melilla y la Costa del Sol me incliné por abrirla en Marbella y estoy muy feliz porque el espacio que tenemos es casi de las dimensiones de un museo y tiene carácter. Disponemos de los recursos para llevar toda la logística desde aquí, porque la galería de Madrid es relativamente pequeña, 160 metros, que dan para un magnífico espacio expositivo y un pequeño almacén. Marbella sigue siendo el centro logístico y Madrid era nuestra expansión natural.
-Usted abrió su galería en 2012 en la cola de una crisis y ahora ha abierto otra en pandemia. ¿Le va el riesgo?
-Ja, ja. La galería de Marbella la abrimos en un momento difícil, pero la mantuvimos gracias al ámbito local ya que no teníamos todavía una visión del arte como un mercado global. Y ahora, pese a abrir con el covid, no hemos notado la crisis, sino todo lo contrario ya que nos ha permitido una expansión que ha sido el fruto del trabajo que teníamos hecho al acudir a ferias de todo el mundo y tener coleccionistas internacionales que han seguido comprando. Mientras que las galerías que se basaban en lo presencial lo han pasado mal, otras que teníamos ya esa visión a través de las ferias y de internet en un sentido amplio, nos ha ido muy bien. Y en general las ventas han subido muchísimo en el mundo, porque el arte se ha visto en algunos casos como una inversión o porque hemos estado en casa e, igual que los que no tenían terraza querían una, hemos descubierto la importancia de tener una casa bien decorada. Ha habido algo de fenómeno sociológico.
«El balance es positivo porque en seis meses hemos logrado una visibilidad que no habíamos tenido en los nueve años anteriores en Marbella»
-¿Rotan los artistas entre ambas sedes de Yusto/Giner?
-Funcionamos como una sola galería. Los artistas que exponen en Marbella lo hacen también en Madrid y viceversa.
-Ahora está exponiendo la suiza afincada en Andalucía Gabrielle Graessle. ¿Qué ha visto en ella?
-Su obra genera bienestar. Su pintura es fiel reflejo de la autora que es una persona vital, alegre, amable y con sentido del humor. Cuando ves sus piezas no te genera preocupación, sino que te contagia las ganas de vivir y eso fue lo que nos llamó la atención. La mayoría de nuestros artistas son andaluces o españoles y es un nicho poder exponer este tipo de creadores de proximidad y llevarlos a ferias internacionales. Defender ese arte local es un símbolo de identidad de nuestra galería, que trata de exponerlos en todo el mundo.
-¿Qué tiene de distintivo operar desde la Costa del Sol?
-A todos los que estamos aquí nos ha beneficiado el buen hacer de los museos en Málaga, que tienen un nivelazo y han cambiado la ciudad gracias a la gestión municipal. Las galerías privadas están en Marbella, aunque en Málaga hay un par de ellas con mucho mérito, la de Isabel Hurley y Javier Marín que es el decano de la provincia. Pero donde ahora mismo se mueve el mercado es en las cinco galerías de Marbella que tienen vocación de viajar y ser internacionales.
-¿Por qué es tan fuerte la política artística pública en Málaga y falta empuje privado, y en Marbella es al revés?
-En Marbella, lo público es cero. Tenemos el Museo del Grabado con un presupuesto muy reducido y sin proyección. Aquí la iniciativa privada suple la pública. En Estampa, el año pasado, Marbella era la ciudad con más galerías, junto a Barcelona y Madrid. Por contra, en Málaga la gestión municipal y museística no puede ser mejor. Y aunque las galerías que hay en Málaga solo sean quizás dos y alguna otra con menor trascendencia, con el tiempo generarán coleccionismo en las jóvenes generaciones. Va a ser cuestión de tiempo.
«A los que estamos aquí nos ha beneficiado el buen hacer de los museos en Málaga, que tienen un nivelazo y han cambiado la ciudad»
-¿En qué ha cambiado el panorama artístico en Marbella en la última década desde la apertura de Yusto/Giner?
-Nuestro punto de inflexión fue el 2017 cuando decidimos viajar fuera de España y expusimos en nuestra primera feria en México. A partir de ahí hemos hecho tantos certámenes que ahora somos la galería española que está presente en más ferias. El año pasado estuvimos en nueve, seis de ellas internacionales, como Art021 de Shanghai, Miami, Zona Maco en México, Art Dubai, Chicago y Busan en Corea del Sur. Dentro de dos años, quizás cuando estemos en Arco, que es una espinita clavada, quizás también estaremos en algunas ferias europeas.
-¿Por qué se le sigue resistiendo Arco?
-Creo que debimos ser admitidos hace ya unos años. Fruto de lo que expone, Arco se está quedando con el pie cambiado con respecto a lo que se ve en otras ferias y lo que el coleccionismo internacional está buscando. Arco debería renovarse y admitir a las galerías que tenemos más influencias y una de ellas, sin duda, es Yusto/Giner. Tarde o temprano, ya es tarde, deberíamos estar en Arco. Tenemos muy buenos artistas y exposiciones, y no somos peores que las galerías españolas que están allí. El comité de selección tiene una visión del arte distinta de lo que nosotros presentamos, pero eso no significa que todo se vea con el mismo prisma, sino que debería tener una mirada global de lo que se está haciendo en el mundo y en España. Hemos llevado a magníficos artistas, como Javi Calleja que es de primera fila mundial; Ángeles Agrela o Rafa Macarrón. Espero que seamos admitidos dentro de poco y podamos mostrar todo esto que estamos haciendo.
-¿La guerra de Ucrania les está influyendo?
-Desde la pandemia ha habido un estallido con subida precios y el número de piezas vendidas es una barbaridad. Estamos pasando un momento dulce y esperemos que no se estropee por esta nueva crisis que puede tener dos lecturas. Que afecte al mundo del arte si la gente prefiere liquidez o, todo lo contrario, que por la inflación se invierta en objetos y el arte sea uno de esos objetos que pueden convertirse en refugio.
-¿Cómo es el coleccionista de la Costa del Sol?
-–quí hay buen coleccionismo, en gran medida extranjeros que tienen casa y residen en invierno. Pero nosotros viajamos a muchas ferias y la mayoría de nuestros compradores y coleccionistas los tenemos fuera de España y Europa. Tenemos un gran mercado en Oriente Medio y Asia y, por otro lado, en Estados Unidos, Canadá, México y América del Sur.
-Usted habla del coleccionismo como una «compra emocional».
-Los coleccionistas que tenemos son muy racionales y saben lo que buscan. A veces saben de los artistas incluso más que el propio galerista. Y una vez que deciden que un creador les interesa para su colección, entra el punto emocional sobre la pieza que les gusta. Ese es el gran coleccionista. Después hay otro que no hace tanto análisis, pero se fían de su intuición. Y hay otro tipo que es el inversor, que está en otra liga y busca artistas que le supongan beneficios en las subastas. Y de esa gente procuramos huir todas las galerías. No nos interesa la especulación.
«No es malo poner un precio a la obra de arte y, si se le llama comercial a un artista que vende todo lo que produce, eso es solo envidia»
-¿Al ponerle precio a una obra se pierde la poesía?
-En Matadero de Madrid se decidió que solo se harían exposiciones que vendieran las piezas, pero allí mismo cuando se programa una obra de teatro no se deja de pagar a los actores. ¿Por qué sí a los artistas que también tienen que vivir? Vemos esa imagen de Picasso haciendo un garabato una tarde, pero no pensamos que el artista llevaba toda una vida dedicado a eso y además esa tarde. La cuestión es cómo se fija el precio.
-¿Y cómo se fija el precio?
-No puede ser especulativo, sino el que se corresponde con el currículum del artista y que el coste de la obra no sea un obstáculo para que se venda. Poner un sobreprecio iría en contra del mercado. En China y Estados Unidos, los artistas jóvenes ya parten de un precio alto, unos 10.000 euros, mientras que en España para llegar a ese nivel hay que tener un currículum detrás. No es malo poner un precio a la obra de arte y si se le llama comercial a un artista que vende todo lo que produce, eso es solo envidia.
-¿Qué es más complicado tratar con los artistas o los coleccionistas?
-Ja, ja. Los artistas sin duda. Obviamente un creador cree en lo que hace y nosotros también porque, en caso contrario, no lo incorporaríamos a la galería. Ellos nos piden que defendamos sus piezas colocándolas en buenas colecciones y las vendamos. Con los artistas tenemos algo así como un matrimonio porque viajamos con ellos y tenemos una convivencia muy estrecha que supera con mucho una relación comercial.
-Usted era coleccionista antes que fraile. ¿Qué cuelga en su casa?
-Pues cambio mucho. Tengo piezas de todos los artistas de la galería, pero también de otros porque efectivamente soy coleccionista. Y mira donde me ha llevado la pasión.
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