Sr. García .

Imsomnio

CRUCE DE VÍAS ·

Anoche no durmió. Ignora el motivo. Se acostó tarde y estuvo ocho horas en la cama intentando conciliar el sueño. Los pensamientos le asaltaban como ... fantasmas. Se propuso relajarse, no pensar, no recordar, no planificar nada para el día siguiente; pero fue inútil. Únicamente pretendía evitar cualquier acto que pudiera desviarla del único objetivo que se había propuesto y que no era otro que apagar la luz y reconciliarse con el vacío pasajero de todos los días. Morir un rato, descansar ocho horas y que el sueño continuara ocupando un tercio de su vida cotidiana. Sin embargo, los nervios le alborotaban el cerebro, se expandían por el cuerpo y le impedían dormir.

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Ayer fue un día normal y hoy no tiene previsto salir a ningún lado. Trabaja en casa y por fortuna no tiene más preocupaciones que aquellas que a diario se inventa, como si no consintiera que todo funcionara bien y le aburriera la felicidad. Ella sostiene que crecemos gracias a nuestra deslealtad a nosotros mismos. Durante la noche ha mantenido los ojos abiertos en la oscuridad. A su alrededor todo estaba quieto, dormido. Se asomó a la ventana. La calle mojada por la lluvia brillaba y resplandecía, bella y solitaria. ¿Por qué cerramos los ojos cuando cae la noche? Somos inevitablemente fieles al cuerpo anónimo que sobrevive en el interior de cada uno de nosotros. Vive en pareja, aunque esté sola, y sabe que cuando habla de pareja lo que hace es contar la historia de su vida. ¿Envejecer o rejuvenecer juntos?, ahí está el dilema.

Aunque hoy por la mañana no tenía nada urgente qué hacer, se ha levantado a la misma hora de siempre. Justo a las ocho horas de acostarse. Ha desayunado con aspecto soñoliento y le ha dado la impresión de que todos los objetos domésticos habían perdido energía, como si tampoco hubieran dormido. La lentitud y el cansancio marcaba el ritmo de cada uno de ellos: el tostador de pan, la cafetera, el microondas, el ordenador portátil que descansa sobre la mesa de la cocina sin querer arrancar y conectarse con el mundo. Al asomarse de nuevo a la ventana ha contemplado la ciudad viva sin nadie dentro. Entonces ha consultado el calendario. No es domingo sino un día cualquiera de la semana.

Nota el cansancio, teme no volver a dormir nunca más, permanecer alerta las 24 horas del día como si sufriera una amenaza constante. No consigue relajarse, su mente se escapa con cada cosa que imagina, con cada sombra que pasa, ella ya sabe que su trabajo consiste en perseguir sueños, pero ha de andar con cautela porque corre el peligro de ir demasiado lejos y no encontrar el camino de regreso.

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