Fiorella Faltoyano: «Si esto se acabara ya, me iría tranquila: no tengo cuentas pendientes»
Ciclo 'Málaga, ida y vuelta' ·
Está agradecida a la vida, huye de la queja por sistema y asume nuevos desafíos. El próximo, dirigir. La actriz acude hoy miércoles al ciclo 'Málaga, ida y vuelta'Fiorella Faltoyano responde al teléfono tras una jornada de rodaje el día de su cumpleaños. Para ser precisos, en uno de los días, porque la ... actriz malagueña tiene dos. Durante años en su partida de nacimiento figuró otra fecha, el primer enigma de unos orígenes imprecisos que no descifró del todo hasta hace bien poco, cuando confirmó la identidad de su padre. Lo contó en un libro ('Aprobé en septiembre'), su manera de poner en orden su historia y de reconciliarse con esa niña que un día descubre que no es quien creía ser. Hoy, con 73 años recién estrenados, Fiorella Faltoyano está en paz con la vida. Agradece lo que tiene, huye de la queja por sistema y solo ajusta cuentas consigo misma. Dirigir un corto es su próximo reto. «¿Te imaginas? Mujer, vieja y novel. ¡Lo tengo todo para que me den premios!», bromea la actriz malagueña, que hoy miércoles participa en 'Málaga, ida y vuelta', un ciclo organizado por el Centro Cultural La Malagueta con la colaboración del Aula de Cultura de SUR.
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Encuentro en Málaga
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Qué Fiorella Faltoyano protagoniza el ciclo 'Málaga, ida y vuelta', organizado por el Centro Cultural La Malagueta con la colaboración del Aula de Cultura de SUR.
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Cuándo Hoy miércoles, 26 de octubre, a las 19.00 horas.
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Dónde Centro Cultural La Malagueta (entrada libre hasta completar aforo).
–Tengo entendido que hoy (por el 19 de octubre) es su cumpleaños. Felicidades.
–Sí, ¡gracias! Ya caen a toda velocidad. Esto es horroroso (risas).
–¿Le gusta celebrar esta fecha?
–Ahora ya no mucho (risas). Llevo varios días pensando que me parece mentira… En general, no me gusta celebrar mucho las fechas señaladas. Soy más de celebrar cuando estás por ello. Pero se agradecen las felicitaciones.
–Este es, además, su segundo día de cumpleaños porque durante mucho tiempo pensó que había nacido en febrero de 1950. En Internet aparecen todavía las dos fechas.
–Tengo ya ciento y pico años, una barbaridad, me felicitan dos veces al año. ¡Así que está muy bien!
–¿Siente que su biografía está ya completa? ¿Ha resuelto todas sus dudas?
–Ya sabes esa frase que dice 'cuando ya te sabes las respuestas, te cambian las preguntas'. Eso sigue pasando. Nunca se resuelven todas las dudas.
«Se sigue suponiendo que las mujeres a partir de cierta edad somos ya invisibles y no hay que mirarnos»
–Al menos, ¿está ya en paz con la historia de su vida?
–Eso sí, lo pienso muchas veces. Si esto se acabara ya, que se puede acabar en cualquier momento, da igual si tienes 25 que 70, yo me iría tranquila. Creo que he hecho las cosas que me apetecían hacer, también las que debía hacer y no tengo cuentas pendientes con nada ni con nadie.
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–Tengo que hacerle una confesión: yo soy de las que empezó a seguirla con ese tuit demoledor que puso en junio. Decía: «Ayer me confirmaron algo que ya había oído, pero a lo que no daba crédito: algunos repartos para películas o series, se hacen en función de la cantidad de seguidores que tengan las actrices o actores en las redes sociales...me temo que no voy a trabajar mucho».
–¡Es que eso fue una cosa impresionante! Cuando me lo contaron, pensé que era una tontería. Y lo comenté con gente que está metida en temas de repartos, representantes y tal, y me dijeron que era verdad. Entonces, ¡cómo voy a trabajar yo que tengo una miseria de seguidores!
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–Pero dio resultado, su número de 'followers' se disparó.
–Sí, sí. Esto de las redes sociales es muy curioso porque nunca sabes qué es lo que le mueve a la gente para contestarte o darte un 'like'. Me sorprendo yo misma cuando veo que una tontería que he colgado le ha interesado a mucha gente; o al revés, algo que te parece muy interesante y no le importa nadie. Es una escuela de sociología que está muy bien.
«Es normal que la mayoría de los personajes sean de gente joven aunque a mí me fastidie»
–Pero, ¿qué está pasando en esta sociedad para que lo que se valore sean los seguidores en un mundo virtual e irreal?
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–Porque yo creo que estamos en un mundo muy prefabricado. Se fabrican las noticias, se manipulan, hay un no se sabe quién que decide qué es lo que hay que hablar, qué es lo políticamente correcto, qué hay que pensar. Y la gente nos dejamos influir. A veces da miedo. Pero el mundo de las redes también es muy divertido si sabes moverte con tranquilidad y estar al loro de lo que pasa.
–En su perfil de Twitter hay muchas despedidas y recuerdos hacia quienes ya no están. Javier Marías, Sancho Gracia, Pilar Miró, Mario Camus, Juan Diego… Demasiados.
–A Javier Marías, solo lo admiraba, no lo conocía. Pero el 90% de las veces que cuelgo algo de eso, es que son mis amigos. Mi paisaje se vacía, mi mundo tanto profesional como personal, la gente con la que has compartido trabajos y vida ya no están. Todo eso conmueve muchísimo, porque es una sensación de orfandad que de repente te va viniendo. Es un poco triste y tienes la necesidad de hacerles saber a los que están ahí que ellos eran tus amigos y que te sientes triste porque ya no están. Es un consuelo, una forma de compartir tu dolor.
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«Decir que no, salirte de lo que podía ser una norma, implicaba que no hacías determinado trabajo»
–Resulta cansino tener que seguir reivindicando esto, pero, ¿aún no se ha superado la falta de papeles para las mujeres maduras en el cine?
–Eso no va a estar nunca superado. El cine y las series, básicamente, tratan de problemas de personas que son jóvenes. Normalmente lo hacen los más jóvenes y para jóvenes. Los protagonistas son ellos. De repente aparece una madre, una abuela, una tía mayor, pero son las menos. El mundo en el que nos movemos a diario, en general, está protagonizado por gente más joven. Supongo que pasaría lo mismo cuando yo tenía 25 años, también habría actrices de 70 que se quejaran de que no tenían papeles.
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–Pero parece que los hombres se quejan menos, que no lo sufren igual.
–Yo no sé si es que están aburridos también ya de quejarse y nosotras somos más pesadas (risas). A ver, siempre es más fácil que haya un personaje de hombre mayor que pueda ser protagonista. Se sigue suponiendo que las mujeres a partir de cierta edad somos ya invisibles y no hay que mirarnos. Los hombres siempre pueden ser maduritos interesantes. En general, creo que es normal que la mayoría de los personajes sean de gente joven aunque a mí me duela y me fastidie, porque a la gente más mayor también nos pasan muchas cosas que se pueden contar. Pero no me quiero quejar mucho de eso… Hay una cosa muy curiosa. Pasé una etapa muy mala alrededor de los 50 y 60 porque estaba muy bien físicamente y no estaba para hacer papeles de abuelita. ¡Y trabajaba menos que ahora! Detecto que hay más papeles para mayores.
–En cualquier caso, tengo la sensación de que el cine es muy ingrato, no tiene memoria. Muchos grandes actores han desaparecido de la pantalla.
–Mira, yo es que no estoy nada por quejarme (risas). Es muy aburrido porque hay muchas profesiones donde es mucho peor. Me parece que tengo un trabajo maravilloso en el que disfruto cada día que voy. Me lo paso muy bien, es un juego en el que me pagan y, además, me pagan razonablemente bien. El mundo está muy raro, la gente lo pasa muy mal y la vida está muy difícil para todos. La nuestra es una profesión de privilegiados, aunque también haya gente que lo pasa mal, como en todas partes.
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«Málaga tuvo una influencia inmensa en mi futuro»
–Ahora está en pleno rodaje de la segunda temporada de 'Sentimos las molestias'.
–Sí, es una serie que me gusta mucho, porque es una mezcla de humor y de desgarro terrible. Esta cosa de hablar de los viejos que no queremos ser viejos, que nos empeñamos en seguir siendo jóvenes y estar ahí en el mundo.
–Kiti Mánver me dijo una vez que ella no era madura, que era vieja y que no le asustaba esa palabra. ¿Hay que reivindicarla?
–Es que es verdad, somos viejos. Lo que pasa es que ahora somos otro tipo de viejos. A la edad que tengo yo, mi abuela se murió y llevaba sentada diez años en un sillón desde que se quedó viuda. ¡Imagínate en diez años todo lo que yo he hecho! He escrito dos libros, he rodado siete series… Somos viejos diferentes, somos viejos más jóvenes.
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–Pues no hay dos sin tres. ¿Tiene un tercer libro en mente?
–No, ahora tengo en mente otra locura de las mías. Quizás, si encuentro quien me lo pague, voy a dirigir un corto con uno de los relatos de mi libro ('El ojo de la cerradura. Historias inquietantes'). Pero tengo que encontrar productor, porque no voy a hacer yo todo.
–No deja de afrontar retos y ponerse las cosas difíciles.
–Claro, es que hacer siempre lo mismo… Se acaba el tiempo y quiero probar otras cosas. El paso de dirigir me apetece mucho, sobre todo porque últimamente cuando veo películas o voy a rodar, a veces no me gusta cómo lo hacen. Pienso yo lo haría de esta forma o de esta otra. Pero voy a hacer un corto facilito con un cuento que es de los más sencillos.
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–Directora revelación a los 70.
–¿Te imaginas? Mujer, vieja y novel. ¡Lo tengo todo para que me den premios!
–¿Es nostálgica? ¿Cree que cualquier tiempo pasado fue mejor?
–Me pongo nostálgica cuando recuerdo momentos que he vivido con gente que quería mucho. Tengo nostalgia de algunas cosas que sé que ya no van a volver porque la gente con la que compartí esos momentos no están. Pero no es que piense que cualquier tiempo pasado fue mejor, no es verdad, ha habido momentos horrorosos en el pasado.
–Fue una mujer muy libre en un tiempo en que no era fácil ejercer esa libertad.
–Sí, la verdad es que he ejercido mucho la libertad, a veces inconscientemente. No era ni siquiera consciente de que estaba haciendo cosas que eran transgresiones o que no se hacían. Pero lo hacía de una manera muy natural. Como creo que siempre he tenido mucha suerte, en general me ha salido bien el ser libre. También tiene un precio no seguir un patrón marcado y salirse un poco de la ruta.
–¿Qué precio?
–Ahora se habla mucho y, muchas veces con razón, del famoso 'me too'. Como a toda hija de vecino, y a algún que otro hijo, a todas nos han puesto en una situación de tener que decir que sí o que no. Y en esa situación iba implícito que hacías o no hacías un determinado trabajo. Decir que no, salirte de lo que podía ser una norma, implicaba que no hacías determinado trabajo.
–Y usted se ha visto en la situación de tener que decir que no.
–Sí, y ese precio se paga por mantener tu libertad.
–Es una pena que haya estado tan normalizado. Porque la cuestión no es rechazarlo, es que no se tenía que producir esa situación comprometida.
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–Pero los chacales existirán siempre. No es que esté normalizado, es normal. Siempre han existido las gentes que se aprovechan del poder que tienen.
–Confío en que cada vez hay más conciencia...
–Lo que puede ocurrir es que a base de la denuncia y de muchas otras cosas, la gente tenga miedo a ejercer ese poder. El miedo ayuda muchísimo a que no se cometan barbaridades. Pero yo soy muy escéptica con que de repente el ser humano se convierta en bueno porque le convencen. No, yo creo que los depredadores son depredadores siempre. La historia de la humanidad no deja muchas esperanzas, mira Putin.
–Pues fíjese la que se ha liado con los gritos machistas en el colegio mayor Elías Ahuja . Lo que era una broma ahora no se tolera.
–Lo que sí puede ocurrir es que esos chicos tan graciosos se den cuenta de que han hecho una mamarrachada, una estupidez y una barbaridad que no pueden seguir haciendo porque van a salir en la prensa. Pero es lo mismo: el miedo. Si no, ahí seguirían. No creo que se arrepientan porque se han dado cuenta de que son unos salvajes. No. Se arrepienten porque en sus casas les habrán dicho 'pero bueno fulanito, qué vergüenza, habéis salido en los periódicos'.
–Volviendo a la nostalgia, ¿qué recuerdos tiene de Ángeles Rubio Argüelles y del Teatro ARA donde empezó?
–Eso fue maravilloso, fue una etapa fantástica. Me dieron todas las armas que necesitaba para enfrentarme luego al trabajo de actriz. Y me las dio Ángeles Rubio Argüelles. Gracias a eso sigo aquí mil años después.
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–Aquella Málaga no tenía nada que ver con esta.
–Nada, nada. Es espectacular en lo que Málaga se ha convertido. Málaga era un pueblo grande y no había nada. El Teatro ARA era de los pocos lugares donde había un foco de cultura. Han pasado muchos años, pero tacita y tacita, gracias a unos a otros, Málaga ha conseguido una oferta cultural increíble.
–¿Qué supone Málaga en su vida? Tuvo muchas idas y venidas entre diferentes ciudades. ¿Fue un lugar de paso?
–Fue de paso porque fue una época de mi vida, la adolescencia, donde estás de paso, donde no eres ni una niña ni una mujer. Pero tuvo una importancia fundamental en mi vida. Si no hubiera hecho ese paso por Málaga, mis estudios de arte dramático, no sé dónde estaría ahora ni a qué me habría dedicado. Tuvo una influencia inmensa en mi futuro.
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