Emoción contenida
Los días inmediatamente anteriores a la Semana Santa concitan cada año una emoción largamente contenida, avivada por el aroma del azahar, los chillidos rasantes de ... los vencejos y los atardeceres tardíos. Son todos ellos indicios de lo que ha de venir y que el que ha esperado la salida de una procesión durante su infancia sabe reconocer. Es lógico que ahora, tras dos años de ausencia forzada, la expectación acostumbrada se multiplique; en especial, en los alrededores de las iglesias donde se venera a los titulares de las cofradías, que en muchos casos están ya sobre los tronos en los que serán paseados por las calles de la ciudad. Por eso, cuando se abran las puertas del templo y suenen cornetas y tambores, muchos nos convertiremos en el niño que una vez fuimos; la emoción dejará de ser contenida para desbordarse sin remedio.
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